Sin demagogia. Con humildad y en silencio. Con toneladas de generosidad desinteresada. Con el gesto sencillo del altruismo. Con alegría sonriente. Así es como actúan los hombres y las mujeres de Cáritas. Auténticos artífices del amor fraterno. No sólo ponen alma para aplacar las miserias de los necesitados. Hacen mucho más. Les ayudan a mitigar sus penas, consuelan sus desesperanzas, calman sus tormentos, palian sus carencias, animan sus desgracias y, además, les ayudan a encontrar trabajo.
Gracias a Cáritas y a los cientos de personas que cada día la consolidan con su trabajo, varios miles de españoles afectados por los zarpazos de la crisis consiguen saciar el hambre y, en muchos casos, afrontar también parte de las necesidades domésticas y más elementales que tenemos los humanos. Además todo el proceso operativo de atención que presta Cáritas se hace de forma voluntaria, anónima y universal. Para recibir las ayudas que diariamente ofrece en sus saturados comedores, no hace falta cumplimentar solicitudes de admisión ni de amparo, ni hacer declaraciones de pobreza, tampoco hay que demostrar la falta de recursos económicos, ni justificar la situación de precariedad, ni rastrear en los bolsillos para el pago del menú. Nada de esto hace falta. Para ser atendido en Cáritas el único trámite que has de realizar es acudir a uno de sus comedores y esperar turno para comer. Nadie te va a preguntar por tu presencia allí. Tampono si en verdad lo necesitas.
Si ya de por sí es importante la misión que en momentos tan críticos está cumpliendo este organismo de caridad dependiente de la Iglesia Católica, y también por la extensión de ayudas al resto de personas necesitadas, enfermas, o marginadas, tanto en alimentación como en sanidad y educación; Cáritas está haciendo algo más. Pero lo hace en silencio. Sin voces. Sin esparajismos. Sin autobombo.
El pasado año, 80.417 personas acudieron a Cáritas en busca de una oportunidad laboral. Estaban cansadas, desilusionadas y derrotadas de llamar a puertas en demanda de trabajo. Todas estas personas fueron atendidas, orientadas y, muchas de ellas, formadas. Al final un total de 13.148 personas encontraron trabajo gracias a la mediación de esa institución de la Iglesia.
A la vista de este singular dato se puede afirmar con rigurosa rotundidad que la goleada es de escándalo:
Cáritas 13.148 – Sindicatos 0.
Mientras el tinglado sindical, olvidándose de los parados, recibe cientos de millones en subvenciones para el buen vivir, sin dar golpe, de los gestores, Cáritas por el contrario recibe mínimas y raquíticas subvenciones que destina a paliar la hambruna y a procurar trabajo a los parados.
Por eso yo pongo la X en la casilla de la Iglesia.