Desde la segunda mitad del siglo XX y hasta ahora, las ciencias holísticas y las noéticas han progresado muchísimo, pero hay gente que sigue negándose a ver ese proceso. La medicina, por ejemplo ha debido reconocer ampliamente que no existen meramente órganos y cuerpos enfermos. Existen en realidad PERSONAS ENFERMAS, como totalidades, como seres integrales, como conjuntos funcionales psicobiológicos y espirituales complejos.
Holístico viene del griego HOLOS, que significa TODO. La ciencia del siglo XX ha debido reconocer, a regañadientes, que su enfoque y su estudio fragmentario y sesgado de la realidad no daba los resultados óptimos que se esperaban. A pesar de todos los avances de radioterapia, de bioquímica, de antibióticos, de escánners, y diversas técnicas quirúrgicas, campañas de higiene y de nutrición masivas, etc, los seres humanos seguían enfermándose y a veces las enfermedades remitian a cero, con sanaciones espontáneas inexplicables.
Los médicos más inteligentes se empezaron a preocupar y a darse cuenta de que algo no funcionaba tal como sus teorias cientificas decian que debian funcionar. Así fueron descubriendo que el poder de la oración individual y grupal, presencial y a distancia, podía lograr resultados espectaculares. Otros decubrieron que existían curadores magnéticos o manipuladores de la bioenergia, que trabajaban con el aura de los pacientes, y aceleraban los procesos de recuperación de las personas en un 30 o en un 40 %.
Otros se dieron cuenta de la importancia de las hierbas medicinales que utilizaban los indígenas de centroamérica, o los chamanes peruanos, o las que usaban las machis chilenas, y decidieron unir la medicina ancestral de los pueblos originarios con la halopática, con resultados mucho mejores a los de sus laboratorios.
Y numerosos galenos volvieron su mirada hacia el oriente, al Ayurveda, a la Acupuntura, a los masajes tibetanos, al hatha yoga, a la moxibustión, a la cromoterapía, a la música, a los sonidos sagrados, y comprobaron que eso sí funcionaba. Y fueron integrando poco a poco esas disciplinas de lejanos y exoticos países a sus tratamientos. Lo mismo ocurrió con el reiki japonés y con la aromoterapia.
Otros en la psiquiatría, se fueron interesando en las constelaciones familiares, en las reencarnaciones, en los sueños hiperlúcidos, en las visiones arquetípicas de los pacientes, en su mundo espiritual, y también cosecharon éxitos inesperados, ajenos su viejo racionalismo decimononico. Otros psicólogos han explorado los ritos chamánicos y sus experiencias de iluminación y de sanación, y el eneagrama de Gurdjieff y del Cuarto camino, otros, el uso de mandalas. O los diagnósticos áuricos Etc.
Otros científicos en el campo de la física cuántica se dieron cuenta de que al parecer vivimos en un universo multidimensional, y que la mente humana puede influir en las partículas subatómicas y modificar su comportamiento, incluso en el caso de sustancias radiactivas. Y que nuestra percepción de la realidad por los cinco sentidos es incompleta, y que existen otros sentidos y formas de percepción extrasensorial e incluso supratemporal, en que la conciencia del ser humano parece ser omnipresente.
Es que el ser humano y el universo se parece muchos más a lo que dicen los místicos y los santos en sus experiencias supracosncientes de visión divina que lo que pensaban los materialistas del comienzos del siglo XX. Y eso es muy bueno, pues la fractura mental y cultural creada por el escepticismo y el positivismo, junto al ateismo y al nihilismo, a niveles de la conciencia colectiva de los pueblos debía ser corregida y sanada.
Las visiones fragmentarias de la realidad deben correegirse y dar paso a cosmovisiones más acordes con la totalidad de lo visible y de lo invisible del ser humano, que incluyeran lo corporal, lo psíquico y lo espiritual, y no sesgaran al ser humano, mutilando intelectual y moralmente su ser trascendente.
Así nos daremos cuenta de las posibilidades casi infinitas que yacen en el alma humana por ser una Imago Dei (Imagen de Dios), y llegaremos a vislumbrar el gran propósito de la existencia. Entonces tendremos que reconocer que las cosmovisones religiosas eran y son más holísticas y correctas de lo que los agnósticos de estos últimos siglos pensaron.