La democracia no es un ser vivo independiente. La democracia pide protagonistas que la guíen a un nivel que permita que los ciudadanos puedan expresar sus ideas, incluso las antidemocráticas.
Lo que la democracia requiere son ciudadanos intelectuales preocupados por las ideas, pensantes, dinámicos, que sepan expresar con claridad sus pensamientos, de esta manera se construirá una mentalidad progresista que nutrirá la idea de democracia.
Los políticos solo son herramientas. Nosotros somos los reales agentes activos, críticos y evolutivos. Debemos comprender que solo de nosotros depende crecer. El Gobierno no es más que un complemento necesario para la estructura jurídica y social. Es el ciudadano quien mueve la economía, la educación y la cultura.
Si no poseemos un ADN que nos identifique como liberales, de izquierda, conservadores, seremos simples observadores de los hechos. No podremos exigir nada a aquello en que no contribuimos.
No esperemos nada del gobierno. No es una mensaje pesimista. Es un llamado a despertarnos y construir nuestro rostro político.
El analfabeto político de Bertolt Brecht y el ciudadano
¿Pero que pasa con la persona fuera de los acontecimientos por decisión propia?
Brecht definió a aquella persona como analfabeto político. Es nuestro deber como ciudadanos el educarle, enseñarle, guiarle con espíritu democrático nuestras ideas y pensamientos, pero no imponiéndolas, debemos desear que conozca otras doctrinas políticas.
Si en verdad la democracia está como nuestro fin último no es conveniente tener un analfabeto político de vecino. El con su idea, pues es una idea al fin, desarticula a la democracia y la hace raquítica, sin vida.
Invítalo a discutir, busca la manera, en algún momento comprenderás cuales son sus ideas y convidale a desarrollarlas. El aprendizaje es un largo proceso democrático.