Nuestro análisis acerca del poder en las diversas sociedades, en lo que al sentido común se refiere, ha ido encaminado al como y por quien se ejerce, a los actores de la clase dominante, la cúspide de la pirámide. Pero ¿Qué hay de la base? ¿Los cimientos sobre los que debe erigirse el edificio de la democracia? En los países subdesarrollados el ciudadano promedio evade y hasta detesta los temas concernientes a su clase gobernante, suele equiparar los contenidos de la política a corrupción, deshonestidad, avaricia y ambición de una clase que arrebata los recursos, que explota, que domina, etcétera. Pero cuando “la política” se traduce en “la polis” o en otras palabras en “los asuntos de la ciudad” la indiferencia, la apatía, el desgano ante los asuntos se transforma en un elemento clave que juega en su contra. En el presente escrito se ahondara sobre el caso de regiones tan contrastantes y con tantas semejanzas a la vez como son Latinoamérica y África. Trataremos de respondernos si quiera tentativamente las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las raíces de nuestra apatía ciudadana? ¿Qué elementos tienden a inhibir la participación? ¿Cómo se manifiesta la participación ciudadana en estas latitudes?