En la columna anterior reflexionábamos acerca de los motivos y efectos de
la reciente visita del poderoso e influyente Vicepresidente de los Estados
Unidos Joe Biden a México, presencia que se significo materialmente por y
para, examinar y palomear a los tres principales candidatos presidenciales en
competencia, lo que denominamos una intromisión que va más allá de la cortesía
diplomática.
Una muestra inconfundible del característico imperialismo Norteamericano,
que trasciende su intención intervencionista ahora en nuestro proceso
electoral, como parte de una tradición histórica, señalada por diversos
capítulos, mismos que se circunscriben en su intención manifiesta de ejercer sobre
nuestro país, una paternidad humillante.
Para el Gobierno Estadounidense no necesariamente es una mala noticia que
México este despedazándose en una guerra interna fratricida, que pone en
entredicho la posición del Estado, por el contrario eso aumenta nuestra
dependencia de ellos.
Aun y cuando es innegable que hay regiones de nuestro país que están
controladas por el crimen, sumidas en el terror y la ingobernabilidad, también
lo es que estas están perfectamente ubicadas en su contexto geográfico, de tal
suerte que la emisión de los avisos para recomendar no visitar otras zonas de
México, que no están bajo esa condición solo puede obedecer a aspectos
políticos y económicos.
Los recientes Warnings publicados por el gobierno del estado de Texas,
están orientados a la competencia electoral relacionada con la sucesión
presidencial de ese país, el Gobernador de Texas, Rick Perry milita en el
partido que es competencia del Presidente Barack Obama y es natural que estas
medidas tiendan a influir en la disputa electoral.
Se trata pues en este caso de entorpecer la política internacional del
actual régimen, con la firme intención de modificar criterios meramente
locales, de marcar diferencias en la relación bilateral, para la discusión de
la agenda propia, los avisos en contra de la imagen de México, son desde el
punto de vista político Norteamericano un daño colateral, por tanto la
legitimidad o veracidad de los mismos, no son un asunto prioritario, son parte
de la oscura estrategia de su propia competencia política y en los Estados
Unidos no es una cuestión que la opinión pública ponga en entredicho.
Ahora bien, cuando los Warnings involucran a Quintana Roo, tomando en
cuenta dos aspectos, primero que la inseguridad en nuestra entidad realmente no
representa un riesgo mayúsculo para el turista, a diferencia de otras partes de
nuestro país y la condición de liderazgo de nuestros polos turísticos, también
hay que entender que se trata de un tema económico.
Un argumento que se orienta mucho más a la competencia por el mercado
turístico, en donde al involucrar a Quintana Roo y sus destinos en el aspecto
de la inseguridad, se trata de reducir el impacto de la promoción para atraer
visitantes.
No podemos dejar de lado otros intentos extra oficiales de campañas oscuras
promovidas desde el Gobierno de ese país, para demeritar la imagen de México,
particularmente de sus destinos turísticos, que aun y pesar de no tener un
carácter formal, se distribuyen en diversas plataformas para crear un ambiente
negativo.
De cualquier forma, se hace evidente que las estrategias para contrarrestar
el flujo de turistas Norteamericanos a México, serán cada vez más agresivas,
porque hasta ahora con todo y sus esfuerzos no han terminado por ser
eficientes, México y particularmente Quintana Roo, siguen siendo el destino
predilecto del viajero Estadounidense, como lo confirman las cifras
estadísticas, solo basta con revisar la actual ocupación hotelera y descubrir
que el alto porcentaje que reporta se debe a la llegada de Estadounidenses, en
esta época los denominados Springbreakers, a quien en todo caso tendríamos que
ser nosotros quienes les pusiéramos un Warning.