La Argentina se ha estabilizado
en un proceso inflacionario, con índices del 20 al 30% anual. Es interesante
analizar qué efectos produce un fenómeno así.-
En un reciente libro de Enrique
Szewach “La trampa populista” pone de relieve que la inflación vacía de poder a
los órganos normales de la democracia, ya que ni los presupuestos votados por
los legisladores, ni las sentencias de los jueces, llegan con la urgencia
necesaria para recomponer los valores destruidos por la inflación.
Por ese motivo paulatinamente el
poder se concentra en el Poder Ejecutivo, que es el único que puede otorgar con
celeridad compensaciones y aumentos de sueldo.-
Correlativo a ese proceso, se van
afianzando como los interlocutores más poderosos frente al Poder Ejecutivo, las
corporaciones, tanto empresariales, como sindicales y últimamente de piqueteros
beneficiarios de planes sociales.-
De modo tal que las estructuras
institucionales dejan de tener importancia en la toma de las decisiones, para
empezar a decidirse todo entre el Ejecutivo y los lideres de las
corporaciones.-
Los empresarios en busca de
protecciones y subsidios; los trabajadores bregando por aumento de sueldos; y
los beneficiarios de planes sociales reclamando reajustes; todos a su modo
toman conciencia de que con quien deben hablar, y a quien deben presionar es al
Ejecutivo. Los demás poderes pierden toda importancia.-
Pero no todos están representados
en este corporativismo hijo de la inflación. Hay un basto sector de la
población que no pertenecen a ninguna cámara empresarial, ni es representada
por un sindicato, y tampoco forma parte de los movimientos piqueteros que
reclaman planes sociales. Ese sector ve destruido sus ingresos por la inflación
sin que puedan presionar a nadie para que les den alguna compensación.-
Pertenecen a este último grupo
los pequeños empresarios y comerciantes, que no pueden pagar los altos costos
salariales que acuerdan las corporaciones sindicales y empresarias nacionales;
y por ese motivo deben pagar a sus empleados salarios en negro, o deben evadir
impuestos, quedando expuestos a voraces ejecuciones laborales y tributarias.-
Son también parte de este grupo
de indefensos, los jubilados y pensionados, que ven corroído sus haberes por la
inflación, sin que puedan hacer ningún movimiento de fuerza que obligue al
Ejecutivo a darles aumentos; quedándoles solo la vía de reclamar reajustes en
los tribunales, en juicios que el Gobierno deliberadamente alarga con infinitas
apelaciones, especulando con que los pobres jubilados se mueran, antes de
pagarles un reajuste de haberes.-
Quedan indefensos también los
trabajadores mas humildes, aquellos que trabajan para empleadores que a duras
penas sobrellevan sus negocios, y a los que la inflación solo los empobrece más
día a día.-
Había un autor clásico, Mancur
Olson, que explicaba que en los regímenes en los que la prosperidad o la
miseria dependía de los favores del gobierno, los grupos de poder más activos,
que están más cerca del Ejecutivo, son los que se llevan las mejores tajadas.-
Carece de sentido el trabajo
honesto e independiente; los partidos políticos pierden trascendencia, las
legislaturas y los jueces quedan como órganos decorativos. En un proceso
inflacionario como en el que se ha embarcado la Argentina, el modo de
sobrevivir es acercarse al Gobierno, y tratar de rapiñar lo más que se pueda
beneficios y compensaciones.-
Violento campo de caníbales en el
que se ha convertido el país.-