Si
Usted hubiera estado allí, se habría dado cuenta que los únicos que no
disfrutaron viendo a las personas volando por los aires, fueron los pocos
estudiantes de origen árabe. Estoy hablando de la película Four
Lions (2010) dirigida y escrita por Christopher Morris. Es una comedia
dramática donde la sátira está presente en todo momento, sin embargo lo que más
sorprende fue estar en un auditorio de Dublin City University DCU con muchos
jóvenes universitarios que reían cada vez que en la película moría, o explotaba
una persona.
Es
cierto que la película invita al sentido del humor negro, pero la reacción de
los estudiantes incita a reflexionar sobre lo qué está pasando en nuestras
Universidades sean de donde sean.
Dicha
situación puede generar varias preguntas y una de ellas pude ser ¿Hasta donde
DCU es responsable del comportamiento de sus estudiantes frente a la
película Four Lions? Parece una pregunta
fuera de contexto y sin la menor importancia porque en una democracia cada
estudiante es libre de reaccionar como quiera frente a una película. Pero si lo
pensamos detenidamente, encontramos que en el fondo del asunto, la Universidad
(sea de donde sea, por ejemplo la suya) tiene una gran responsabilidad sobre
los estudiantes en la formación ciudadana y el conocimiento de la realidad.
¿Cuál
es la capacidad de la Universidad para formar ciudadanos dispuestos a trabajar
por la paz y el progreso social? ¿Por qué la educación superior tiene que estar
al servicio de la sociedad?
Todos
sabemos que la Universidad es el lugar por excelencia para el intercambio de
ideas y experiencias, para el debate crítico y para la estimulación del
conocimiento. Sin embargo, muy pocos nos interesamos por saber hasta dónde
nuestras universidades trabajan por la educación para la paz, la reducción de
los conflictos, el desarrollo sostenible y el progreso de la sociedad.
¿De
qué es responsable (su Universidad) ante la sociedad y ante los estudiantes?
Por una parte es responsable de la formación profesional y ciudadana. Aquí
encontramos un par de dificultades, primero porque no todos tienen acceso a la
universidad y por tanto no todos podrán recibir formación. Pero el aspecto tal
vez más preocupante tiene que ver con el carácter “eficiencia-eficacia” con el
que muchas universidades trabajan hoy en día. Las peleas por los presupuestos y
su manejo no deben ser motivo para considerar a las Universidades como
organizaciones empresariales que asuman modelos de gestión fundamentadas en el
mercado.
También
encontramos que es responsabilidad de la Universidad transmitir el
conocimiento. Pero responder ante la duda de cómo se transmite el saber no es
el problema, el asunto está en qué intereses están detrás de algunos proyectos
de investigación y hacia qué ámbito, el económico o el público, se inclina la
balanza con los programas de Investigación + Desarrollo + Innovación (I+D+I).
La
responsabilidad de su Universidad no sólo consiste en transmitir conocimiento y
dar respuesta a las demandas del mercado laboral. No sólo es formar ciudadanos
responsables que pretendan contribuir al desarrollo desde sus profesiones o
teniendo clara la diferencia entre pagar impuestos o evadirlos. La
responsabilidad de su Universidad, aparte de lo anterior, también consiste en
influir para transformar la realidad. Se trata de tener la capacidad como
Universidad (que tiene poder, recursos y legitimidad) para cambiar los
fenómenos que hacen más vulnerables a nuestra sociedad; fenómenos como la
guerra, el conflicto, la pobreza, el desempleo , la injusticia, la corrupción y
la intolerancia por mencionar algunos.
Si
está cerca de profesores, decanos o rectores pregúntele ¿cómo su Universidad es
un instrumento útil de lucha contra la exclusión, la desigualdad en el mercado,
la guerra y la resolución de los conflictos? Si no le responde en el momento,
exíjale un ensayo, un escrito, un debate sobre el tema, pero sobre todo exíjale
responsabilidad para con la sociedad.
Pensar
en cómo deberían de ser nuestras Universidades al largo plazo, se torna difícil
si tenemos en cuenta que estamos en un mundo de cambios rápidos e
inimaginables. No obstante, al corto plazo, podemos exigir que la ruta a seguir
se haga con responsabilidad y principios éticos en un mundo cada vez más eficientista
y de mercado.
Algo
está fallando. Los estudiantes no tienen del todo la culpa por reverenciar al
sensacionalismo y anestesiarse con la violencia generada por los conflictos. En
parte, la culpa es de todos los que somos mas o menos responsables en el proceso
de mercantilización de la Universidad y es de todos los que somos mas o menos
condescendientes por ceder en nuestras exigencias y hablarles en voz baja
cuando les reclamamos capacidad parar transformar nuestros peores
acontecimientos.