Muchos
temen que pueda ser vendida; la política lo utiliza como chantaje ideológico,
su estado de ruina y descapitalización ha alcanzado tal nivel que si alguien
quisiera venderla no podría, ni siquiera rentarla, o alquilarla; nadie la
negociaría para aceptarla ni en "fiao", con una deuda de 35 mil
millones de dólares, una buena parte de ella adquirida a costos viles -12%- en
el mercado internacional, ha destrozado su balance y hasta su normal flujo de
caja para operaciones tan rutinarias de refinación, por ejemplo. La
descapitalización alcanza tales niveles que la producción ha caído cerca de un
1 millón de barriles/día en apenas 8 años, con un plantel de 123 mil empleados
el costo de producir un barril llega a los 38-42 dólares, mas de cuatro veces
que en 1998. Actualmente sobrevive, en parte, por el BCV, y del mismo gobierno que le devuelve parte de
la contribución fiscal en pagares y prestamos diversos.
PDVSA
no se vende, ni se compra!
El
gobierno tuvo que reformar la Ley del BCV –entre gallos y media noche- para que
este le comprara deuda, papeles que terminan en los hornos del BCV, los
prestamos que el BCV le extiende a PDVSA a la fecha casi 100 mil millones de
bolívares, completan la contribución fiscal de PDVSA, van al fisco, al tesoro,
el gobierno la convirtió en un by pass monetario para extraerle su caja, lo
requiere para financiar la expansión infinita del gasto publico, que emerge del
propio concepto de socialismo. La Ley del BCV fue reformada tres veces, solo en
función de los incentivos fiscales creados sobre la renta fiscal, había que
garantizar que PDVSA solo vendiera al BCV aquellas divisas que cambiadas al
dólar oficial diera los bolívares para pagar royalty, impuestos. Otra reforma
garantiza que el BCV actuando como banco de desarrollo, puede descontar
documentos de deuda de PDVSA en bolívares, vehículo mediante el cual el BCV
financia el déficit fiscal.
Innumerables
proyectos no terminados, el mas emblemático el de la refinería de Pernambuco,
un venture con PETROBRAS que ha devaluado el discurso presidencial fuera de
nuestras fronteras; muchos otros
acuerdos y obligaciones contractuales con sus socios en las empresas mixtas no
se cumplen, etc., otros que no pueda racionalmente recuperarse como conglomerado
industrial petrolero, que operaba decenas de refinerías en el mundo. El
desprestigio llego a tales niveles que el conocido dólar permuta tuvo que ser
eliminado porque reguladores financieros internacionales mantenían en
observación viertas operaciones off shore de PDVSA por problemas en el
cumplimiento de regulaciones para legitimación de capitales.
Nacionalistas a ultranza, de allá y de acá,
pierdan cuidado, ningún gobierno podrá vender a PDVSA así se lo proponga, como
dice la canción aquella, PDVSA ni se vende ni se compra! Que hacer con ella,
entonces ? No queda otra que arrecostársela al contribuyente venezolano en una
operación fiscal cuyo costo afectará el gasto público de operaciones normales
del gobierno en salud, educación, infraestructura, seguridad personal. No queda
otra, redimensionar la actual PDVSA. No seria mala idea rematar la chatarra de
guerra comprada a Rusia, China, Brasil, Bielorrusia, etc. y capitalizar a
PDVCSA con esos proventos.
Un nacimiento bastardo.
Nació
de unos de los errores más costosos de la historia patria, la nacionalización o
reversión de las concesiones petroleras en manos empresas extranjeras a la
“nación”; costoso, muy fácil discernirlo, el país posterior al 1975 y más allá
de lo que a petróleo respecta, no es comparable con aquel país donde el Estado
cobraba impuestos y regalía. Los indicadores económicos, financieros, y de
estabilidad económica y social de Venezuela previo a 1975 son en extremos
diferentes y superiores a los mismos indicadores 35 años después que el negocio
petrolero paso al fisco, no solo impuestos regalías, sino dividendos y otros
negocios colaterales petroleros y financieros. Pero no, se quiso, y así lo hizo
el liderazgo político de la época, durante la Gran Venezuela, ponerle la mano
al petróleo, a la renta petrolera y entregarle el petróleo el Estado en vez de
venezolanizarlo, vendérselo a los venezolanos. La historia es muy dura con ese
proceso de “nacionalización” de la renta, los grandes males de la Venezuela
contemporánea vienen de allí, los indicadores económicos, hablan por si solos.
Acotemos,
la reversión de las concesiones al Estado no es el problema per se, sino el
mecanismo económico e institucional utilizado por el Estado y el gobierno y
asociados para apropiarse de la renta petrolera y redistribuirla en función de
esa definición de propiedad; al gasto publico se sumo una ingreso cuya
redistribución no tenia nada que ver con aspectos de racionalidad económica, la
asignación de esa renta, aguas abajo, fundada en la nueva estructura de
propiedad, se convirtió en un rapiña, piñata, de relaciones incestuosas entre
lo político y lo económico son la base del derroche e ineficiencias, el ultimo
periodo vivido de esa estructura de propiedad sobre la renta petrolera, el que
vino con la Constitución del 2000, fue el orgasmo nacionalista, es el fin
lógico de la historia que comenzamos en 1975. No debe quedar duda, a la
descapitalización del negocio petrolero llegamos montados en ese tren de la
historia, la historia inconclusa desde la legislación petrolera de los
cuarenta, termino con Chávez, Ali Rodríguez y B Mommer, para ponerle nombre a
los clavos de esa historia.
Es
natural, la reverberancia ideológica del evento es poderosa, aplasta, la gente
sin pensarlo ni comprenderlo, lo aplaudió y lo aplaude, el verbo nacionalista
aunque no paga una arepa es poderoso, le pone el aderezo. Tocara a estas nuevas
generaciones de jóvenes, analizar críticamente esa historia, la evidencia
empírica es atropellante. Ayer como hoy el concepto apátrida que fue del gusto
de la cultura política y del consenso ideológico sigue vigente, pese a que como
el barro de ayer, es ese polvo de hoy.
Toda
la renta del petróleo para el rey.
Los
gobiernos le pusieron la mano al petróleo, pero particularmente, en la última
fase de esa historia, la que se fundo en una nueva constitución, nueva
ley, le permitió al gobierno
directamente –bajo los nuevos esquemas de derechos de propiedad- tomar el
control absoluto del negocio petrolero para endosárselo al fisco, ello “paradójicamente”
ha venido acabando con el negocio. Pero aclaremos, y lo explicamos adelante, no
hay tal paradoja, en términos de economía constitucional, no era difícil
prever, y así lo escribimos en esos años, 1999 y 2000, que lo que ocurría con
la nueva constitución y la nueva legislación petrolera era la consideración del
petróleo como negocio fiscal, traería la
descapitalización de la industria y conversión del petróleo venezolano en una
suerte de yacimientos petrolíferos fiscales, a la vieja usanza, el petróleo es
del fisco, toda la renta es del Rey, del regidor de la Republica, las reglas
para la captura y administración de esa renta, son discrecionales, por eso el
regidor es el rey. La Constitución 2000 y la nueva legislación petrolera
trajeron al “negocio petrolero” una nueva definición de propiedad sobre la
renta. (Ver Presentación en este web site).
La
“nacionalización” o reversión de las concesiones petroleras que comenzó con el
discurso nacionalista de los 60 y 70, produjo entre otras minucias, un intenso
proceso de desinversión y descapitalización por parte de empresas extranjeras,
las cuales, al saber que serian nacionalizadas, corrigieron sus escenarios y
prefirieron dejar que llegara la reversión, no tenia sentido seguir
capitalizando una industria si al fin y al cabo iban a ser nacionalizadas, el
riesgo natural sobre las compensaciones a la expropiación de la propiedad es
muy grande. Por ejemplo, la nueva legislación petrolera que siguió a la
Constitución 2000 por ejemplo, lo ha mostrado de manera muy cruda.
Así
llego la Gran Venezuela y en 1975 nos “apoderamos del petróleo”, el discurso
nacionalista vivió sus éxtasis. De esta manera, toda la renta del petróleo
seria para el Rey, para el fisco: el fisco es el Rey, la transformación
institucional del marco jurídico que sobre petróleo creo la Constitución 2000 y
la LOH y sus reformas subsiguientes, impuso finalmente el modelo saudita o
islámico sobre el petróleo, en el extremo de la solución “salomónica”
encontrada en el consenso de los 70,80,90 de compartir la renta entre el
Estado, el fisco y sus socios privados, tal cual como se desarrollo en los 90
con la apertura petrolera, cuyo acuerdo político y consenso se sentó en una
renta fiscal súbita de unos 12 mil millones de dólares generados en los
primeros días de la apertura petrolera,
todo el mundo estaba contento.
Sin
embargo, el Presidente Caldera, que aprobó esos acuerdos, estuvo ausente de
toda la fiesta petrolera mundial que se inauguro en Caracas. Curiosamente, el
gobierno de Caldera llevaba en sus entrañas, los enemigos de ese proceso de
apertura, en 1999, apenas unos años posteriores a la apertura, el electo
Presidente Chávez vendría con la guadaña para poner todo en orden, esa guadaña
se la entregaría la mal recordada Corte Suprema de Justicia quien en un acto de
curiosa jurisprudencia constitucional le dio a la convocada Asamblea Nacional
Constituyente la calificación de originaria, ni siquiera el 5 de Julio del 1811
tuvo ese carácter de originario. El gobierno tendría entonces en sus manos el
instrumento político, la nueva constitución donde borrón y cuenta nueva, el
petróleo, el negocio y la renta, eran potestad discrecional de Miraflores.
El
hibrido: la empresa del Estado y los incentivos de la empresa y el negocio.
Hay,
sin embargo, una pequeña discreción, los gobiernos posteriores en autos de las consecuencias que
podrían traer el proceso de nacionalización, mas allá del refuerzo nacionalista
que mejoraba el ratting de la clase política, prefirieron estructurar una
especie de hibrido institucional a través de PDVSA, que si bien era una empresa
publica, se busco que la industria petrolera si bien estaba en propiedad
estatal, su relación con el fisco, tendría los filtros de la capitalización y
expansión de una empresa similar a las grandes multinacionales petroleras,
entre otros, aunque el petróleo en reservas no era parte del balance de la
corporación estatal, lo que a comprensión del marco jurídico del 2000, la
expansión de PVDSA allende los mares que era entendido como parte de una
estrategia nacional no podía continuar.
El hibrido operó normalmente de acuerdo a lo
esperado, aunque con algunas dificultades industriales y administrativas en
virtud de los conflictos de intereses entre renta fiscal petrolera y los
incentivos que generaba el “negocio petrolero” per se, que requería niveles de
eficiencia, rentabilidad similares a los promedios de sus competidoras en el
mercado internacional. El equilibrio del diablo, lo denomino así, porque un
hecho que debía ser asumido con normalidad, como era la caída de la
participación fiscal industria petrolera no fue comprendida por la clase
política de esos años. El colofón de ese proceso, y en cierto modo la ruptura
al esquema de dependencia fiscal, lo constituyo la apertura petrolera en
convenios y asociaciones estratégicas en los petróleos no convencionales y en la
recuperación de otros.
Los enemigos del capitalismo y el progreso
encontrados en todas las versiones del socialismo criollo y en ciertos grupos
de interés nacionalistas reaccionarios notables que vieron en perspectiva la
posibilidad de perder los privilegios que la política había adquirido sobre el
negocio desde 1975, trabajaban en la sombra, en conocimiento que los consensos
políticos de los 70, 80 y 90 estaban fundados sobre un marco jurídico débil,
una especie de colcha de retazos legales y políticos con actos legislativos ad
hoc no parecían sostener por siempre una característica político-histórica del
desarrollo histórico socioeconómico venezolano, el consenso, el acuerdo, el
negociado con beneficio incestuoso.
Con
el cambio de las reglas con la Constitución 2000 y la LOH el hibrido hizo explosión política en el 2002
porque no eran compatibles, las presiones fiscales impuestas por la
constitución y la nueva legislación y una empresa con vida propia y los incentivos
naturales de una empresa en expansión. El modelo brasileño, PETROBRAS, quebró
en Venezuela, cuando el constituyente definió los derechos de propiedad sobre
el petróleo, como de naturaleza fiscal, en manos del gobierno, no del Estado.
La diferencia en lo político la vimos en el conflicto del 2002 donde comenzó la
creación de la “nueva PDVSA, que es ahora de todos”. Fenómeno institucional y
político, por cierto que no ha sido comprendido por propios y extraños,
curiosidades de una Venezuela en revolución. PDVSA dejo de ser sociedad
anónima. El gobierno dejo el nombre de PDVSA por razones de imagen, la
necesitaba para endeudarla.
PDVSA
es ahora de todos; es decir, de nadie, la tragedia de los comunes.
PDVSA,
ahora es de todos, reza el canon
ideológico sobre el cual el gobierno de Hugo Chávez encaramó a PDVSA. Es la
“tragedia de los comunes”, donde todo es de todos, pero nada es de nadie; si la
propiedad no existe, nadie tiene incentivos para capitalizar lo que no es suyo,
esto que es sentido común, cuesta mucho comprenderlo, y en Venezuela, es casi
un tema de naturaleza esotérica. Quiere
decir, que en esas condiciones, el que reparte por lo general captura la mejor
parte como lo dice el proverbio, y quien
reparte es el gobierno, en otras palabras, ministros, presidentes, gerentes,
legisladores, todos los que de alguna manera están asociados al Estado y al
gobierno, sin otra regla de arbitraje que la discrecionalidad política y
administrativa, con un telón de fondos: el discurso para los pobres, porque de
ellos será el reino de Dios; así se reparte algo que es supuestamente es de
todos.
Midiendo
en el tiempo esa lógica del reparto, uno encuentra que en dos periodos
presidenciales el gobierno de Hugo Chávez repartió algo más de 500 mil millones
de dólares de renta petrolera directa, que llegó al fisco, léase gobierno, a
través de royalties, impuestos y dividendos. A ello hay que agregar una deuda
de PDVSA de unos 30 mil millones adicionales, que llamaremos ingresos
“petroleros indirectos”.
Lo
curioso de esa economía socialista es que la empresa que extrae, refina,
exporta y vende el petróleo, languidece descapitalizada, con sus refinerías a
punta de colapso, tanto que PDVSA importa un 30% de la gasolina que los
venezolanos consumimos . Desastres ecológicos, accidentes industriales en las
instalaciones refinerías, puertos, transporte,
mala gerencia, proyectos no terminados, financieramente en bancarrota,
con un Banco Central prestándole dinero para que PDVSA rinda sus ingresos al
fisco, al gobierno, PDVSA fue convertida en un by pass monetario para
entregarle su flujo de caja al gobierno. ¿Quien quisiera comprar algo así amigo
lector ?. ¿Lo haría Ud. ?. Nacionalistas de todo pelaje, el negocio petrolero
venezolano va rumbo a la bancarrota, petróleo hay como arroz, no se preocupen,
el problema sea como producirlo, en ello se nos va la vida.
Cuando
cuesta la descapitalización de PDVSA ?. El próximo gobierno democrático, tendrá
que ordenar una auditoria, mientras tanto sus responsables directos, tendrán
que impedírseles abandonar el país, tienen que entregar cuentas y balances por
el estado de la corporación petrolera.
PDVSA es una especie de gallina que pone huevos de oro, y al paso de la
presente campaña electoral, el gasto público, que se consume el flujo de caja
de PDVSA es muy probable que ya no queden huevos y la gallina termine en una
comelona revolucionaria.
El
Rey se come la gallina..…los huevos de oro se los come la nomenclatura
Pero
que ocurrió con aquella empresa, otrora una poderosa transnacional, hoy es un bazar callejero que vende víveres
de todo tipo, viviendas, una variada vitualla revolucionaria, financia los
cronies locales y foráneos del gobierno, vende petróleo barato, cambiándolo a
Cuba, por ejemplo, por servicios que
cubanos prestan en represión, control y
poder político sobre instituciones venezolanas, que es lo que cubanos saben
hacer. Además esa empresa se endeuda al 12% en los mercados internacionales,
para prestar al 2.5% a clientes preferidos de acuerdos petroleros fundados
sobre marcas ideológicas y lealtad política; así, paga en especies pasivos
adquiridos por el gobierno y el Estado, como los acuerdos con China,
cancelando en especie, en petróleo,
pasivos de instituciones financieras del Estado que los triangulan al fisco, su
dueño. Aquel celebre discurso de Fidel Castro en 1970 donde alego que la
revolución continental no podía hacerse sin el petróleo venezolano, hecho
realidad. El nuevo gobierno que encabece H Capriles, tendrá que acabar con esta
horrible realidad.
Veamos
algunos indicadores básicos, entre 1990 y 2000, la contribución fiscal de PDVSA
promedio el 12,3% del PIB, con precios del petróleo alrededor de los 20 dólares
por barril. En cambio entre 2001 y 2011, con un precio del petróleo de 67
dólares por barril, la contribución fiscal, en términos presupuestarios alcanza
un 11.7 % en términos del PIB. Que ha ocurrido entonces, que la tercera parte
de la gasolina que consumimos es importada por la misma PDVSA cuando ayer
exportábamos la mitad de nuestro petróleo en combustibles y otros derivados. A
donde ha ido a dar ese enorme diferencial de 50 dólares por barril promedio
anual durante 10 años? Como al renta es ahora toda del fisco, incluido el flujo
de caja de la “empresa” hay que buscarla
en carreteras, obras de infraestructura, escuelas, servicio de salud,
incremento de la seguridad personal, etc.; sin embargo, al revisar los
indicadores escolares, de salud publica, de infraestructura, violencia social y
criminalidad, delincuencia, tampoco vemos que esta gastada allí, donde esta
entonces ese gasto fiscal ? A ello desde luego hay que agregar el proceso de
descapitalización de la economía privada venezolana, dado que el gasto publico
fue utilizado como palanca para destruir capital privado vía CADIVI, leyes
invasoras de lo privado, cierre de empresas, expropiaciones y robos. En
conjunto y en palabras de Dante, con el crucifijo en la mano, el camino al
infierno esta lleno de cruces de buenas intenciones, pero también de malas
intenciones.
Donde
esta el windfall petrolero? Aparte de los cachivaches de guerra del Presidente
que los acaricia como tesoros de una guerra que no ganó, como si hizo
Wellington con Napoleón que se llevo como botín de guerra hasta el último
cartucho francés. Habrá necesidad de unas muy inteligentes auditorias para
cuando el actual candidato presidencial H. Capriles tome el poder después del
triunfo en Octubre, mientras tanto los culpables de tanto despilfarro tendrán
que quedarse en el país hasta que las cuentas estén clarificadas, y hasta que
cada dólar del petróleo gastado sea conciliado en una factura. Es un deber
patrio y un ejemplo para nuestros nietos y descendientes en las generaciones
que vienen que la nación estuvo gobernada también por avergonzados lideres
políticos.