Somos evaluados constantemente a lo largo de
nuestras vidas: para ingresar a la escuela, aprobar una materia, subir un nivel
educativo, obtener un título profesional, conseguir empleo y conservarlo,
lograr un crédito, conquistar una pareja, etc. El mismo Presidente de la
República evaluó públicamente, hace muy poco, a una humilde profesora que pedía
una cobija para sus hijos (2).
Los Ciudadanos Mexicanos también tenemos el irrenunciable
derecho de evaluar.
Una elección como la del próximo 1 de Julio en
México es, antes que nada, la evaluación del gran gobernante en turno y del
Partido Político que lo postulo: que fue lo prometió y cuáles fueron los resultados
que dio, buenos y malos.
Evaluar a los gobernantes mediante nuestro voto es
realizar un verdadero acto de justicia, tanto política como moral, y al hacerlo
estamos educando con el ejemplo a nuestros hijos sobre cómo vivir la Democracia
y sus valores.
El día de los comicios es la gran oportunidad que
tenemos los ciudadanos Mexicanos para mostrar que somos justos y sabemos
reconocer a quien haya demostrado servir bien a nuestra Nación (3), pero
también para demostrar que no somos masoquistas, ni cobardes, ni cretinos, sino
hombres y mujeres de buena fe, de palabra, con honor y conciencia; que poseemos
la capacidad de confiar y honrar nuestra nacionalidad y nuestra ciudadanía,
pero que también valoramos nuestra Democracia: sabemos evaluar y tenemos el
valor de hacerlo, podemos votar con dignidad.
Nos envilecería repetir hasta el cansancio a
nuestros hijos que vivimos en una Democracia si no la practicamos y hacemos
valer con determinación nuestros Derechos; no podremos mirarles de frente a los
ojos y decirles que esperamos de ellos lo mejor, si toleramos cobardemente a
quienes estén hipotecando su futuro y no
podemos merecer el nombre de Hombres y Mujeres Libres si no somos capaces de
demostrar que tenemos dignidad para evaluar y elegir.
En mi opinión, la evaluación de los gobernantes en
turno es muy sencilla de hacer, en uno de los platos de la balanza se colocan todas
las promesas y en el otro los buenos resultados:
todos los más trascendentes que haya dado el gobernante.
Cuando el peso de los buenos resultados colocados en
la balanza es mayor, sin dudar debemos ratificar al Partido Político que
postulo a ese buen Gobernante; estamos moral y políticamente obligados a
premiar su integridad y su eficacia, es de toda justicia darle la oportunidad al
nuevo candidato, sea hombre o mujer, que postule para seguir sirviendo al
Pueblo del que orgullosamente somos parte, lo merece.
Si el peso de ambos platillos de la balanza resulta
igual y se encuentran en equilibrio, quizás se justifique darle a ese Partido Político
otra oportunidad, considerando para ello todas las cualidades de aquellos
candidatos, hombres o mujeres, a quienes postula para el nuevo período.
Pero cuando el peso del primer platillo, el de las
promesas incumplidas es superior al de los buenos resultados, sin vacilar, es
tiempo de cambiar, porque muy probablemente hemos sido víctimas de uno, o una
serie de engaños, que no estamos moralmente obligados a tolerar, y aquí ya no
cabe detenernos a cavilar si el nuevo candidato de ese Partido que estamos evaluando,
hombre o mujer es, o parece ser, el rey o la reina de la simpatía.
• A cobrar los “costos políticos”
Algunos gobernantes suelen mostrarse muy valientes
en la hora de tomar decisiones lesivas a nuestros intereses, a muchos de ellos les
escuchamos decir sin titubear y a veces hasta con altanería “yo asumo los
costos políticos”, quizás confiando en que el tiempo, la bondad ancestral de
nuestro Pueblo y la falta de memoria dejen tales compromisos en el olvido.
Esa promesa de “asumir los costos políticos” está
muy bien cuando existen sinceras intenciones de cumplirla, hay que reconocerlo,
es un merito enorme del Gobernante, del Estadista que comprende muy bien que el
alcance y las posibles consecuencias de la decisión, o las decisiones, que está
tomando son lesivas a los intereses vitales de las mayorías y que eso
probablemente le traerá el rechazo o el repudio del Pueblo, tanto para él como
para el Partido que lo postulo.
Pero esa promesa de “asumir los costos políticos” se
convierte en un acto vil cuando se hace “de dientes para afuera”, con la
perversa intención de incumplirla a cualquier precio. Es una cobardía cometida con premeditación y alevosía en
contra del Pueblo inerme que día tras día, semana tras semana, mes tras mes,
sufre impotente las consecuencias de esas decisiones lesivas a sus intereses,
tomadas a sangre fría, por esos embusteros gobernantes que ofrecieron
públicamente “asumir los costos políticos”.
Los “costos políticos” son una verdadera deuda que
adquieren los gobernantes, que tiene acreedores y fecha de vencimiento.
En una Democracia los ciudadanos son los acreedores que tienen el sagrado derecho
de cobrar con sus votos el día de los comicios esos “costos políticos” asumidos
por los gobernantes cuando tomaron las decisiones lesivas a los intereses del
Pueblo, para votar y botarlos de los cargos: a ellos y a los Partidos Políticos
que los postularon.
Para los ciudadanos Mexicanos el “tiempo de cobrar”
los “costos políticos” ofrecidos tiene una fecha muy próxima: precisamente el 1
de julio, ese es el día para reclamar el pago de las promesas incumplidas, de los
agravios sufridos en la impotencia frente al poder arbitrario y para hacer que
los gobernantes que ofrecieron valientemente “asumir esos costos políticos” los
paguen.
• Una oportunidad cada seis años
Una elección como esta, que en el caso del
Presidente y los Senadores se da solo cada seis años, es la única oportunidad que poseemos los
gobernados en nuestra limitada Democracia para ratificar o cambiar a quienes
ocupan el poder político en los más altos niveles.
A eso se ha reducido en los hechos nuestra
Democracia, a una oportunidad única cada seis años para evaluar y votar los más
altos cargos Políticos. No podemos olvidarlo, porque después de eso, interpretando
y aplicando la “representatividad” a su medida, los malos gobernantes suelen ignorar
que juraron “guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen” y se
dedican a modificarlas a su antojo para representarse solo a sí mismos y a unos
pocos que a su vez les interesan. A los demás solo nos queda suplicar, la
mayoría de las veces inútilmente ante la arrogancia de esos “servidores públicos”
(4) o vernos en la necesidad de a ir ante los Tribunales para hacer valer nuestros Derechos.
Por esta razón no podernos darnos el lujo de cavilar
al hacer esta evaluación, de lo que hagamos con ella dependen en gran medida los buenos resultados que podamos disfrutar o
las amargas consecuencias que debamos sufrir durante largos seis años, es, por
decirlo parafraseando un dicho en boga: “la Madre de las Evaluaciones”.
Tampoco podemos perder de vista que a quienes
evaluamos son precisa e inequívocamente a las personas que se encuentran actualmente
en el ejercicio del Poder Político y al Partido Político que les postulo. En
las próximas elecciones federales, por la trascendencia y responsabilidad que
reviste, fundamentalmente al Presidente de la República en turno.
Todas las buenas acciones y programas de gobierno
del Presidente de la República deberán ser valorados serenamente y contrastados
con los resultados fallidos de su administración, incluyendo por supuesto a los
de los miembros de su Gabinete, porque si él los nombro y los sostuvo, de él
son los meritos o los deméritos, el debe responder por eso, es lo justo.
• En México, “los pendejos” no son mayoría
Conspiran en contra del enfoque preciso que debemos
dar a esta “Madre de las Evaluaciones” algunas patológicas mentes mercenarias (5),
obsesionadas en desviar nuestra atención hacia otros temas tentadores, emotivos,
grotescos y subversivos, pero irrelevantes o francamente insulsos y hasta
ofensivos porque intentan exacerbar nuestras emociones o anular nuestras neuronas para
poder manipularnos como si fuésemos infantes o retrasados mentales.
En contra lo que suponen esas mentes desquiciadas y
lo que solía decir en broma Facundo Cabral (6), la mayoría de los mexicanos es
muy inteligente y de buena fe; sabe que es el futuro de sus familias y el de su
Nación: su seguridad, empleo, poder adquisitivo, educación, salud, transporte,
combustibles suficientes y baratos, etc. lo que está en juego al elegir a quien
será nuestro próximo Presidente, y ha demostrado a lo largo de la Historia
Patria que sabe defender sus más sagrados Derechos de ser preciso hasta con su
propia vida.
• A quienes no estamos evaluando ahora
No estaremos evaluando en estas votaciones del 1 de
julio al PRI por sus errores pasados, ya se le evaluó en 2000 y ya pago el altísimo
costo de perder las elecciones presidenciales; no podemos caer en el garlito de
quienes pretenden hacerle culpable a perpetuidad, eso resulta absurdo y
perverso.
No vamos a evaluar las acciones de gobierno del PRD
y de la izquierda en las elecciones presidenciales porque aun no ha tenido la
oportunidad de gobernar nuestro País; cabe decir que si lo hace y bien en la Ciudad
de México; fallo en Michoacán y ya lo pago perdiendo la gubernatura a manos del
PRI.
Tampoco se trata en esta elección de evaluar artificiosas
y oportunistas cuestiones sexistas de feminismo o de machismo, ni eligiendo
reinas de la simpatía o reyes feos como si fuera un Carnaval.
• Votar con orgullo y dignidad
Para aplicar esta Madre de las Evaluaciones y votar
con dignidad no se precisa recurrir a sofisticados cálculos ni encuestas que
nos digan lo que debemos sentir o creer, basta con mirar al fondo de nosotros
mismos y responder con serenidad si nos sentimos más seguros, si hay más
tranquilidad y orden en nuestro País, si tenemos mayores y mejores oportunidades
de laborar y producir, si con nuestro trabajo podemos llevar suficientes
alimentos a la mesa de nuestros hogares, si nuestros hijos pueden recibir buena
educación, si las madres trabajadoras cuentan con guarderías seguras, si
pagamos más o menos impuestos, si tenemos buenos servicios médicos y
medicamentos accesibles, si podemos aspirar a una pensión digna en nuestra
vejez, si poseyendo una gran riqueza petrolera disponemos de gasolinas y gas
buenos y baratos, y …. en fin, si vivimos mejor, o por lo menos igual, que
antes del actual Gobierno Federal o, por el contrario, ya estamos hartos.
(3)
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Artículo 2o. La Nación
Mexicana es única e indivisible.
(4)
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, Artículo 108: Artículo 108. Para los efectos de las
responsabilidades a que alude este Título se reputarán como servidores públicos
a los representantes de elección popular…
El Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo
podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común.