.larazon.com.ar/deportes/Falcioni-referirse-escandalo-Boca-Hable_0_324000156.html">La palabra escándalo afloró. Y allí fueron los medios, correteando despavoridos por Ezeiza, que Riquelme, que Falcioni, que Angelici, que la culpa de todo la tuvo la novia ¿periodista? de Cvitanich, sin filtro y se lo contó a los íntimos, que unos son soldados del técnico, que otros le ceban mate con azúcar y pleitesía al 10, que el presidente y el entrenador se juntan en el Faena, ah pará, por cucaracha me dicen que en el Faena no, pero en algún lugar de la Capital se reúnen, ¿estás seguro que es en Capital?, las fuentes son inciertas pero ¿vuelve Bianchi? ¿Vuelve Russo? ¿Vuelve Antonio Alegre? Perdón por el chiste negro. Ay periodismo deportivo argentino, te perdimos hace rato. Ni lo busquen, dedíquense a algo más productivo, a un Julio López, Luciano Arruga, Marita Verón, mejor, pensé, pongámosle al menos una frase inteligente en una lápida conmemorativa que sea linda, llamativa, que se lleve algunos flashes. Se lo merece, pobre. Se fue y sin despedirlo como se debía.
El magnetismo con el término escándalo requiere una profundización sociológica, gramatical, de alguna índole, no sé, fíjense, llamen a Eliseo Verón, Van Dijk, para descubrir por qué se babean tanto con ese concepto, como si los erotizara, los aguardara con la mejor lencería posible, mirándote desde la cama, los calentara de una manera demencial que los deja sin un mínimo de conciencia crítica. Escándalo, escándalo, habrá que repetirla y quizás algo mágico suceda, una puerta inesperada se abra, un embrujo resurja de la nada misma, en fin, cada uno inténtelo en su casa y después me cuenta. El periodismo deportivo no es la excepción, le pegamos con dedicación y ahínco, lo saben, pero, nobleza obliga, no es el único que levanta estas banderas. Basta con leer los diarios, poner la radio o sentarse en el sillón con el control remoto en la mano para determinar la cantidad de oportunidades que se lo dice. Rafael y su canción, premonitorios. Un crack el gallego, voces como pocas. Todo es un escándalo, todo lo tenemos que hacer vendible para que vos te creas que no podés vivir si no lo ves, si no nos sintonizas, si no nos lees. La nueva de hoy es Boca, mañana el sujeto variará indefectiblemente, el golpe de efecto se debe continuar a cómo dé lugar. Ahora, ¿La reiteración de la palabra escándalo obtiene la misma eficacia? ¿Cuándo suceda un escándalo en serio, qué van a titular los medios? Podría hacer otra nota, sobre los problemas urbanos de tránsito y la expresión “caos”, otro cliché que les encanta. Correrían los mismos conceptos, las mismas líneas de pensamiento. En estos dos casos, escándalo y caos, el fin primordial es articular sentido, estereotipar los distintos hechos de la realidad en estancos bien diferenciados para naturalizarlos. Benditos medios de comunicación, los odiamos pero vivimos y viviremos para comprenderlos.