La comunicación está sobrevalorada, uno de los mayores errores de la humanidad que se fue de control hace tiempo y que ahora ya es imposible de corregir.
El problema de la mayoría de la gente es que es capaz de hablar, así de claro. Un ser humano siempre que habla dice cosas banales que no sirven para nada, muy pocos casos se habla pensando.
Uno de los principales problemas es que la gente frustrada al hablar comparte su negatividad y la contagia. Si el mundo tuviera la capacidad de estar más callado, todo el planeta iría mejor.
¿Por qué hablar, en serio, por qué hablar? Si jamás tenemos nada que decir, en realidad lo que tenemos que hacer es aprender por nuestra cuenta y cuando tengamos algo vital que comentar, lo hacemos, solo cuando sea realmente necesario.
¿Qué disfrutáis de las conversaciones? No, disfrutáis que os hagan caso, que os escuchen y con ello alimentáis el ego. No os gusta hablar o escuchar, no, os gusta que sepáis que existís. Eso es bonito en cierto modo, pero prefiero egos interesantes y con peso que gente que se siente insegura.
Además, si todo el mundo estuviese callado, apreciaríamos la hermosura de los sonidos de nuestro entorno, porque incluso en ciudades se pueden hallar bandas sonoras interesantes.
El tiempo es oro, ¿no? Entonces, ¿de qué sirven todas esas horas de conversaciones y el dejarse caer muerto en lugares? Estamos aquí para aprovechar el tiempo y dejar huella, para ser recordado. Por mi parte no quiero ser recordado por eternas frases vacías o por haber herido sentimientos con mis palabras (suceso que ocurre constantemente y que se podría evitar si se hablara menos).
Admiro esos momentos en que todo el mundo está callado, la autentica perfección, sin nadie expulsando ego, sin nadie hablando sobre banalidades que no alimentan el alma y dejando que suene la sinfonía del momento. Nos perdemos entre palabras y olvidamos incluso que existimos.
Por favor, dejad de hablar y comenzar a hacer interesante la vida.