“No permitiré
que mi boca diga nada que mi cabeza no pueda tolerar”. Louis Armstrong
Hablar de asertividad en comunicación es
referirnos a la capacidad humana de expresar y defender las ideas, opiniones,
derechos y sentimientos sin agredir a la otra persona, sin sentirse
culpable o incómodo. La asertividad es una característica de las relaciones
humanas para poder comunicarnos sin necesidad de caer en provocaciones,
ni perder la amistad por pensar y opinar diferente y sobre todo, conservando la
autoestima. La asertividad es la fiel de la balanza entre la pasividad y la
agresión.
La primera –ser pasivos- es permitir
que se violen nuestros derechos, que se pisotee nuestra opinión, que
nuestras ideas no valgan, que se minimicen nuestros sentimiento. Es adoptar una
posición de sumisión que puede obedecer a diferentes causas, como la falta de seguridad,
miedo a la confrontación y al conflicto, la necesidad de pertenencia a un
grupo o apatía e indiferencia. O bien, simplemente, por llevar la fiesta
en paz, que al final de cuentas, ni hay fiesta ni hay paz, pues nos sentimos
muy enojados interiormente por permitir estas actitudes.
El otro extremo es la agresividad. Esas
personas que se jactan de ser muy sinceras y de no quedarse con nada. En
aras de su “franqueza” reclaman, ofenden, humillan, importunan, se
desahogan, gritan, regañan y dicen lo primero que se les viene a la mente, a
veces en un estado de ánimo que no les permite pensar con claridad.
Al respecto, el especialista en
comunicación, Ferrán Ramón-Cortés señala: “A veces utilizamos la
sinceridad como excusa para quitarnos un peso de encima, sin tener en cuenta
que nuestras palabras pueden herir. Es una excusa para decir lo que queremos
sin pensar en el otro. Dar nuestra opinión requiere empatía y valorar el efecto
de nuestras palabras”.
Agrega: “ La sinceridad no es decir todo
lo que uno piensa. Es no decir jamás lo contrario de lo que uno piensa”.
Luego aconseja: “ Reflexiona si, tras su sinceridad, lo que estás
haciendo es justificar tu necesidad de desahogo; ten en cuenta que nadie
va a valorar tu sinceridad si la usas para hacer daño”.
Encontrar el justo medio, es decir, la
asertividad, no es tarea fácil. Nos encontramos en un extremo o en otro
haciendo que la balanza se incline para un solo lado con sus respectivas
consecuencias. También es posible que oscilemos como péndulos de un lado
a otro: Nunca expresamos nuestro sentir, ni las propias opiniones, ni
defendemos nuestros ideales y el día que lo hacemos es porque explotan como una
olla express. En lo personal, lucho mucho todavía por lograr ese
equilibrio que, estoy segura ( porque así lo he visto en mis pequeños avances),
redunda en mi paz mental y son un buen ejemplo para mis jóvenes hijos y
alumnos.