México
siempre ha de sorprender por los colores que lo definen, por las alturas de sus
montañas y las llanuras que lo cubren, por las cimas y las simas que lo definen
y, por supuesto, por la diversidad étnica que lo habita.
He
tenido en lo personal, la inmensa fortuna de conocer la mayoría de los estados
de mi país, he viajado de norte a sur y de oriente a poniente. Desde mi tres
veces Heroica Matamoros, en Tamaulipas
hasta ese prodigio moderno que es Ciudad Obregón, en Sonora. Desde
Tijuana y Ciudad Juárez, al norte, hasta Villahermosa y Ciudad del Carmen, en
la parte baja. Por supuesto, la ruta del Padre de la Patria fue de lo primero
que conocí y que he seguido visitando. La cuna de la independencia y la ciudad
que tiene el alma de provinciana y huele a limpia rosa temprana también las he
visitado.
Por
supuesto, he disfrutado sus playas, sus joyas arquitectónicas y la belleza de
sus calles, plazas, edificios y accidentes naturales: bahías, cerros, sierras,
radas, puertos y todo lo que existe en nuestro país.
De
ese todo maravilloso, llevo siempre de manera muy presente la hermosa capital
del estado grande, Chihuahua, que me recibió con los brazos abiertos y me
regaló excelentes amigos. La ciudad que supo de mis desvelos para preparar la
tesis que muchas veces le he compartido y que fue mi confidente en momentos muy
difíciles, cuando había que tomar decisiones de las que marcan vidas. Siempre
fue sabia consejera y al tiempo, la vida ha demostrado que el actuar fue
correcto.
Hoy,
yo que conozco y viajé muchas veces por el interior del estado: que a Juárez,
la ciudad que se habla de tú con cualquier otra a la hora de hablar de
negocios; que a traer quesos a Villa Ahumada, exquisitos como pocos; que fui a
Creel a buscar la nieve y que anduve en la zona de los Tarahumaras, viendo
escenas de manzanos que parecían sacadas de escenario de película americana
pero que son la realidad de los agricultores de Chihuahua, hoy me quedo mudo de
asombro de conocer lo que está sucediendo.
No
alcanzo a concebir cómo se permitió que los servicios médicos, asistenciales y
todo tipo de brigadas de gente buena, de gobierno y de ONG’s, dejaran de hacer
su trabajo y cedieran el espacio a quienes sólo buscan lastimar a la sociedad.
No
puedo creer que el gobierno haya sido tan timorato y haya abandonado sus
funciones al grado de no ordenar, a quien corresponda, se proporcione la
vigilancia necesaria para que pudiera atenderse a esos que hoy buscan mejor,
morir por su propia mano que buscar seguir la vida.
¡Qué
poco valor de quien debe mandar en Chihuahua! Y no me digan que son del partido
liberal o del conservador: son funcionarios públicos electos y con eso es
suficiente. Y deben mandar a nivel federal, estatal y municipal.
El
poder se ejerce, no se comparte. El poder es para servir, no para servirse. El
poder impone, no se pide permiso. El poder es coercitivo: yo mando tú obedeces.
Por eso, quien ejerce el poder debe estar capacitado y si no…