Este año no se acabara el mundo ni
nada que se le parezca.
A lo más podría cambiar UN mundo…
pero el resto no colapsará.
Sí existe incertidumbre por la
crisis en Europa pues la destrucción de valor de las empresas a escala global
el año pasado fue gigantesca pues la baja en capitalización bursátil fue de US$
6,6 billones.
Tal escenario Chile lo encara con
inquietud cierta. De hecho, el Banco Central estableció una banda de sus
expectivas de crecimiento a la baja, entre un 3,75 % y un 4,75%; lo propio ya
hizo esta semana el gobierno con acciones preventivas concretas como inyectar
liquidez, en caso de ser necesario, con recursos provenientes de los excedentes
del cobre.
Asimismo, al
decir de nuestro Eduardo Engel, PhD y profesor
de economía de la Universidad de Yale: “Una reforma tributaria puede ser uno de los grandes
temas del año. ¿Una reforma que aumenta la recaudación de manera significativa,
aun si sectores empresariales se oponen? ¿Acompañada de una modernización de la
gestión del Estado que contribuya a un buen uso de los recursos, aun si esto
significa enfrentar a sindicatos estatales poderosos? Esa sería una gran
reforma, que enfrentaría grupos de poder cercanos y distantes del actual
gobierno”
Este será un año también en que los grupos de interés harán pesar su peso
frente a un gobierno que se ha resistido -hasta el momento- a asumir reformas
estructurales impositivas, políticas, educacionales y energéticas que esas
diversas organizaciones sociales plantean.
Sin embargo, pudiera avanzarse (no se sabe aún con que profundidad), según
lo evidenciado en estos últimos días en La Moneda, en la superación del Sistema
Binominal y de la actual Reforma Tributaria, indispensables para generar
cambios basales en otras problemáticas esenciales para el país, como en la
educación.
El contenido y velocidad en la elaboración, legislación e implementación de
ambas transformaciones –con la perspectiva educacional ya conocida por todos-
se expresará en gran medida en las presidenciales de este otro año, siendo los
comicios edilicios de octubre próximo una primera señal.
Como se aprecia 2012, más allá de
las connotaciones apocalípticas, será un año a lo menos complejo donde se
requerirá de mucha capacidad de escuchar, y de propuesta de calidad, sobre la
base de una credibilidad a toda prueba.
Por su parte, nuestras empresas
debieran asegurar el financiamiento
requerido para el año, y revisar sus planes de inversión ya sea para ajustar,
postergar o rebajar las mismas, sin dejarse llevar por lo que están haciendo
otras compañías, sino que actuar en función de la situación puntual que está
enfrentando su propia empresa.
Indudablemente,
será difícil este año 2012, pero no lo suficiente para que se acabe el mundo.