El fin del trabajo y la tercera revolución industrial, según Rifkin

 

.com/2011/12/07/la-tercera-revolucion-industrial/" style="font-size: 10pt;">una entrada sobre su último libro publicado en España, La Tercera Revolución Industrial(2011, Paidós).

El fin del trabajo fue publicado en España en 1996, por la editorial Espasa y en 2010 en versión de bolsillo por Ediciones Paidós, sello editorial vinculado a la anterior. La tesis principal que Rifkin expone en este libro es que nos encontramos en un periodo de la historia humana caracterizado por el declive de las formas de empleo y de trabajo que han caracterizado la era industrial.

Como consecuencia del desarrollo tecnológico, Rifkin aporta numerosos ejemplos y estadísticas para demostrar que el desempleo avanza de forma inexorable, sin que los gobiernos y las sociedades estén acertando a crear alternativas viables.

La mecanización de la agricultura, de la industria y del sector servicios va eliminando puestos de trabajo en favor de tecnologías que responden de manera más flexible a las realidades del mercado, contribuyendo a su vez a que esos mercados sean cada vez más cambiantes.

Para el autor, se trata de un fenómeno que amenaza con crear un enorme abismo entre una élite que controlará y gestionará la economía global de alta tecnología y una inmensa mayoría de personas desempleadas o infraempleadas, inmersas en la pobreza y con escaso poder para influir en la marcha de sus vidas.

Esta dualización social no afectará dramáticamente sólo a los países subdesarrollados, sino también a los países desarrollados, en los que el desempleo y el infraempleo se combinarán con una reducción de la protección pública, creando escenarios de alto riesgo para la cohesión social.

Frente a esto, Rifkin propone que se abra un gran debate sobre los efectos de la automatización y defiende una combinación de medidas entre las que destaca:

- el reparto del trabajo -trabajar menos para trabajar todos-;

- la redistribución de la riqueza creada como consecuencia de los aumentos de productividad que generan las nuevas tecnologías; y

- el desarrollo del tercer sector o sector de la economía social, en la que el voluntariado y otras formas de participación de los ciudadanos contribuyan al fortalecimiento de las comunidades y a la recuperación de diversas formas de intercambio y satisfacción de necesidades no basadas en el mercado.

En El fin del trabajo Rifkin tiene una visión más pesimista de la Tercera Revolución Industrial (TRI) que la que ofrece en el libro que lleva ese mismo título y que, como decía, ha sido publicado en castellano recientemente por Paidós.

En el primero la TRI nos coloca ante un futuro en el que las máquinas sustituyen a los seres humanos alimentando una grave dinámica de exclusión social; en el segundo, una TRI, basada en la convergencia entre las energías renovables e Internet, aparece como alternativa y esperanza de futuro ante los graves problemas de sostenibilidad energética, social y medioambiental que amenazan a la Humanidad.

Según Rifkin, una TRI en esta línea, representada en la idea-fuerza que supone la posibilidad de generar minicentrales eléctricas de forma distribuida e interconectada,  podría generar millones de nuevos puestos de trabajo para sustituir las obsoletas infraestructuras de la segunda revolución industrial. Este enfoque no aparecía en El fin del trabajo, lo cual se puede entender fácilmente ya que fue publicado diecisiete años antes, cuando todavía Internet no se había desplegado con toda la influencia que hoy tiene en nuestras sociedades.

Sin embargo, me ha llamado la atención que libro publicado recientemente, La Tercera Revolución Industrial (2011, Paidós) no aparezca con la misma fuerza la defensa que hizo a mediados de los 90 en El fin del trabajo, en favor de la disminución de la jornada laboral, la redistribución del trabajo y el desarrollo del voluntariado y la economía social.

Desde hace años Jeremy Rifkin viaja por todo el mundo asesorando a gobiernos, empresarios e instituciones de todo tipo y, pienso que es posible que las resistencias que ha encontrado a las propuestas que hizo en El fin del trabajo -sobre todo por parte de los empresarios- le hayan hecho desistir y orientarse hacia propuestas más atractivas para el mundo empresarial, basadas en la oportunidad de negocio que existen en la inversión en las nuevas tecnologías, energéticas y comunicativas, de la TRI.

Pero, en mi opinión, las propuestas de Rifkin en El fin del trabajo(1994) y en La Tercera Revolución Industrial (2011) pueden y deben articularse dentro de una propuesta global, en la que tiene sentido crear oportunidades de negocio y nuevos puestos de trabajo basados en el nuevo paradigma económico y, al mismo tiempo, reducir el tiempo de trabajo, repartir el empleo y la riqueza y fomentar la economía social.

(+ información en www.javiermalagon.com)

UNETE



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