Entrevista al escritor Manuel Guedán

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Nacido en Madrid en 1985.

Doctorado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Madrid.

Editor y profesor de literatura, cine y escritura creativa.

Actualmente trabaja como editor en Lengua de trapo y profesor de literatura y escritura creativa en la escuela Hotel Kafka.

Es columnista en El Periódico de España.

Entrevista realizada por Begoña Curiel para ELD.

–Tuve la suerte de asistir a la presentación en Algeciras de su novela Los sueños asequibles de Josefina Jarama y por tanto de conocer muchos detalles pero lo suyo es que los desvele a los futuros lectores. Lo primero que llama la atención: su llamativo título. ¿Por qué?

La mayoría de títulos ahora son cortos. Me apetecía recuperar la tradición de títulos largos del Siglo de Oro u otros más recientes como La vida perra de Juanita Narboni. También me gustaba lo de contraponer un adjetivo económico al sustantivo “sueños”, creo que revela algo que normalmente no vemos de palabra tan engañosa.

–ELD publicada la semana pasada la reseña de Los sueños asequibles de Josefina Jarama. ¿Le ha dado mucho trabajo su protagonista? Porque sencillita no es...

¡Uy, sí! Sobre todo al principio. Josefina es una mujer de clase obrera nacida en los años 60, es decir, está bastante alejada de mí, que soy varón de clase media nacido en los 80. Así que di bastantes vueltas hasta que encontré su voz: su manera de hablar, su manera de hablar el mundo. La primera parte me costó mucho trabajo por eso. Luego ya todo fue más rodado.

–Josefina es un personaje muy, muy particular. ¿Ha sido la manera de mover los hilos para contarnos con “cuántos tipos de jefes” nos podemos topar en la vida laboral o es que ella es una currita especial?

La vida de Josefina nos ofrece un catálogo de jefes, que a su vez es un catálogo de oficios y un pedacito de la historia económica y social de la España reciente. Ella es particular, sin duda, una extraña mezcla de trepa y nobleza. Pero al mismo tiempo en las presentaciones varias mujeres se acercaban a decirme que en las fábricas en las que habían trabajado habían conocido a muchas “josefinas”.

–¿Se le han quedado en el borrador “otros tipos de jefe” que le hubiera gustado incluir o quería incluir sólo los que finalmente figuran en su novela?

Conscientemente dejé fuera a los emprendedores, los creadores de start ups que se tienen por gente hecha a sí misma cuando por lo general vienen con buena parte del capital, ya sea económico o social, heredado. Pero ese tema está tan presente en la actualidad que corría el riesgo de decantarme hacia la sátira pura. Y eso quería evitarlo. La novela debía ser profunda en su retrato de los personajes.

–Aunque la historia tenga miga el humor pesa (toneladas) en las páginas. Menos mal porque hay tramos que con la peculiar Josefina, a veces dan ganas de tirarse de los pelos. ¿Quería desdramatizar o pasárselo bien escribiendo? Igual las dos cosas, porque incompatibles no son.

Efectivamente, ambas son ciertas. Siento un respeto reverencial por las formas de la comedia. Mi reto, como autor, es demostrar que la comedia va contra la solemnidad, pero no contra la profundidad ni la complejidad.

–Un editor y profesor de literatura que escribe. ¿Cómo se concilia el nivel de exigencia que requieren tales tareas cuando uno se pone a escribir?

¿Es una carga o un currículum que facilita las cosas?

Ser editor me ha permitido conocer a gente del medio: otros editores, agentes, escritores… Son cosas que pueden ayudar a publicar, aunque por supuesto no te lo garantiza. Lo fundamental es que tu obra convenza.

Y la labor como profesor y como crítico en algún momento puede asfixiar lo que escribes pero, con el tiempo, uno va aprendiendo a que eso no pase. Por ejemplo, hay que resisitir la tentación del culteranismo: acumular referencias solo para probar que uno ha leído y que tiene una cierta visión panorámica de la literatura. Eso tiene que estar, pero sin que se note.

–Está claro que su vida está rodeada de letras por todas partes. ¿Se vería trabajando en un sector, por así decirlo, que no fuera el suyo?

Por supuesto que sí. Hasta ahora he conseguido trabajar siempre en torno a la literatura, pero eso es muy frágil, se puede acabar en cualquier momento y soy muy consciente de ello. En la crisis de 2010 estuve cerca de tener que dedicarme a otra cosa. Eso puede volver a pasar.

–A los que no podemos pasar un día sin libro nos parece, eso, que hay demasiados para tan pocos lectores en este país. Y a veces, que una parte no cumplen los mínimos para ser publicados. No sé si comparte esta opinión y si esta sería diferente si su respuesta es como editor, escritor, profesor de literatura o lector. Porque me pregunto: ¿puede aparcar su mente de editor cuando lee en sus momentos de ocio?

Afortunadamente sí puedo aparcarla. Soy lector antes que editor. Lo que me cuesta es aparcar la mirada de escritor; el que, antes que seguir la historia va viendo los recursos del novelista para contarla.

Y es verdad que se publican demasiados libros para el público lector que hay en nuestro país. Eso tiene algunas ventajas, pero también muchos inconvenientes. Las editoriales tendrían que reflexionar al respecto, pero el sistema de distribución actual lo complica. En ese sentido, al menos a corto plazo, no soy muy optimista.

–Escritores de renombre comentan de su novela entre otras cosas lo siguiente: «novela muy madura», «sátira divertida y feroz», «inteligencia narrativa», «esto no se lo pueden perder». Supongo que es para desparramarse de satisfacción pero esto, ¿le pone a un escritor en un brete?, porque imagino que la siguiente tendrá que ser como mínimo igual de buena.

Desde luego es muy halagador que tantos escritores que uno admira hayan encontrado esas virtudes en Josefina. Tengo algo de vértigo con la siguiente, pero también me digo que si es mala, simplemente poca gente la leerá y caerá en el olvido. Visto así, tampoco es muy grave. A fin de cuentas, son solo novelas.

–Ya que he mencionado “la siguiente”, cómo no tengo que preguntar. ¿Está en ella o con alguna idea revoloteando por ahí?

Sí, llevo ya varios meses trabajando ella. Si Los sueños asequibles puede decirse que es un remake del Lazarillo. La próxima será un remake de Cae la noche tropical, mi novela favorita de Manuel Puig, un autor que no me canso de recomendar y que ahora Seix Barral acaba de reeditar.

–En su presentación hablaba del trabajo de documentación antes de la escritura. Comentan muchos autores que a veces duele dejar atrás cosas interesantes que se van descubriendo. ¿Le ha ocurrido en esta y anteriores ocasiones?

En esta novela me ha pasado en particular, justamente porque el proceso de documentación para cada oficio de Josefina fue muy rico. Pero, claro, una cosa es lo que resulta interesante como investigación, como crónica de una época o como ensayo y otra muy diferente como novela. Es importante no enamorarse demasiado de los materiales que uno trabaja, porque eso puede perjudicar el resultado final.

–¿Es de esos autores que se sientan a escribir cuando el plan ya está cerrado? ¿O de los que se le rebelan los personajes y hasta llegan a modificarle la historia?

Con la experiencia, voy pasando del primer grupo al segundo. Necesito una cierta guía de lo que va a pasar pero cada vez le dejo más espacio a los personajes.

–¿Qué está leyendo ahora Manuel Guedán en su tiempo libre? El que le quede. ¿Por dónde van sus gustos? ¿Le gusta probar nuevos escritores o va a lo seguro?

Mezclo ambas cosas. Este verano, por ejemplo, he leído Conversación en la Catedral, una de las novelas clásicas de Vargas Llosa que me faltaba por leer, y también varios libros de Pilar Quintana, una autora colombiana que desconocía hasta que el año pasado ganó el premio Alfaguara. Ha sido un descubrimiento estupendo. Y el último autor joven al que he leído, Óscar García Sierra, me ha encantado. No me canso de recomendar su novela Facendera.

–¿Qué sobra en su opinión en el mercado editorial español? ¿Qué falta? Como simple lectora me parece que hay un exceso de determinadas temáticas o géneros o mezcla de estos últimos. Por ejemplo, todo lo relacionado con el thriller, lo policíaco. Con tanta competencia en este terreno es difícil encontrar algo que destaque de forma contundente. Tengo la sensación a veces de que son demasiados los que se ven capacitados para escribir cualquier cosa.

Me cuesta mucho hablar de lo que sobra. No dudo de que haría falta una cierta ecología en el mundo editorial, pero es difícil decir por dónde cortar sin resultar arbitrario o elitista… Aún así, me arriesgo. Para mi gusto sobra autoficción: demasiados libros contando la vida propia. Creo que toca salir del yo.

–Los aficionados a la lectura no somos críticos literarios pero nos gusta hablar y analizar los libros que caen en nuestras manos. ¿Qué opinión le merecen páginas y blogs literarios donde cualquier anónimo puede ponerse a ello?

Esto se relaciona con lo que acabamos de hablar. Uno encuentra críticos tradicionales que piensan que sobra toda esta opinión que ellos consideran no cualificada. Pero en blogs y redes encontramos a mucha gente, algunos lectores cultivadísimos y otros más amateurs, discutiendo y hablando de literatura. Eso me parece maravilloso. Ojalá más espacios donde se hable y se intercambien opiniones sobre libros. La única pega que le veo es que algunos de esos espacios (pero esto también puede pasar en una revista supuestamente profesional) sean mera promoción de libros regalados. Por lo demás, es estupendo.

Publicado el 15 de septiembre de 2022

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