En política, cuando alguien pretende formular una crítica se te excluye como si fueras enemigo. Cuando se ejerce la autocrítica, ésta debe ser suave, discreta, que no trascienda, sino te conviertes en un auto flagelante. La realidad es que el poder no sincera las derrotas, pero sí debemos hacerlo los afectados por ellas. En este minuto, como ciudadano que, sin participar de cálculos cupulares, seguí expectante cada etapa y traspiés del proceso constituyente, debo expresar mi percepción en la derrota, toda vez que seguí y difundí como periodismo independiente, la propuesta constitucional, valorándola como un paso histórico que se frustra por causas complejas, que se debe transparentar, porque ha habido responsables políticos que no asumen sus yerros, ponen cara sorprendida, levantan manitas de conejo y culpan a Fuenteovejuna del desastre.