LA FELICIDAD PARADÓJICA O HIPERCONSUMIOSMO
LA FELICIDAD PARADÓJICA O HIPERCONSUMIOSMO
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La felicidad no es un producto como nos quiere hacer creer la lógica de las mercancías y el consumo, sino más bien es un acontecimiento excepcional que fija nuestra existencia dando articulación de sentido a nuestras vidas.Gilles Lipovetsky sostiene que, a partir de la década de los ochenta, el mundo ‘desarrollado’ ha ingresado a una nueva etapa de la modernidad. Se trata, según él, del tercer ciclo dentro de la historia general de la civilización de masas.Desde la perspectiva de Lipovetsky, este segundo ciclo culminó hacia finales de los años setenta y dio paso, en el escenario de las sociedades desarrolladas, al tercer acto de las economías de consumo. Entramos así a la época del ‘hiperconsumo’, en la que el consumo deja de ser, en buena medida, un mecanismo de distinción, de superioridad social o de clase, y pasa a tener como correlato un ideal social profundamente hedonista. Las industrias del ocio se orientan a satisfacer la dimensión participativa y afectiva de los individuos, multiplicando las ocasiones de vivir experiencias directas de lo inesperado y lo extraordinario, capaces de generar emoción, proyección, afectos, sensaciones. En palabras de Lipovetsky, “la civilización del objeto ha sido reemplazada por una economía de la experiencia, vale decir, de la diversión y el espectáculo, del juego, el turismo y la distracción. Lo que triunfa en este proceso es el juvenilismo: la consagración social de la juventud como ideal de existencia para todos. El resultado es una cultura en la que el individuo hace uso de su libertad para dejar de pensar, olvidarse de sí mismo y “desembarazarse de la carga de su historia La sociedad del hiperconsumo busca un consumo más sensorial, emocional la publicidad intensifica el presente en el acto de consumir para evitar, así, la rutina de la vida; es el consumo como atenuante a la vida difícil de la mayoría. El consumo es un consuelo de nuestras frustraciones, soledades y fracasos efectivamente, el consumo nos hace sentir mejor.La noción de hiperconsumo es empleada por varios sociólogos y filósofos para aludir a un consumismo desmedido, implica que los seres humanos consuman más de lo que necesitan, satisfaciendo no solo sus necesidades elementales, sino también deseos vinculados al ocio y el placer.Luego de la llegada de la posmodernidad, a finales de 1989, la mentalidad del hiperconsumo hizo su aparición. A diferencia de décadas anteriores, en que solían comprarse los productos para cubrir necesidades fisiológicas y de seguridad, hoy día, se compra por el simple hecho de comprar, para auto realizarse y sentirse bien, estamos viviendo en la era de la ley del mercado, donde la cultura y la industria comercial son inseparables.Hasta hace poco tiempo se afirmaba que la sociedad del hiperconsumo era la fase superior del capitalismo. Dicha sociedad no sólo se caracterizaría por nuevas formas de consumir sino también por nuevos modos de organizar las actividades económicas, nuevas maneras de producir y de vender, de comunicar y de distribuir. En suma, se apostaba por un innovador sistema de oferta.En la actualidad lo que define a la sociedad son las segmentaciones de mercado; la diferenciación de los productos y de los servicios; las políticas y certificaciones de calidad; las acciones promocionales y de lanzamiento de productos; la preeminencia del marketingEstas notas favorecen un nuevo modelo de consumo y claro está, en fases de desaceleración, de recesión y de crisis, dichos planteamientos entran en conflicto con las posibilidades de los ciudadanos que, por lógica, se deben ajustar los cinturones y restringir sus pautas de consumo.Estamos ante una sociedad en la que la oferta es sobreabundante y variada, desestandarizada y en donde se enfatiza el redescubrimiento del cliente. Y, evidentemente, aquel mercado dirigido por la oferta se ha trasmutado a un mercado dominado por la demanda.La globalización ha facilitado la diversificación de la oferta merced a la apertura de nuevos espacios económicos, por el crecimiento del comercio, por la concentración de los mercados, por las fusiones y adquisiciones de empresas, etcétera. Ello estimuló el florecimiento de grandes corporaciones y de fértiles marcas mundiales que movilizan ingentes presupuestos de comunicación. De ahí que la sociedad de hiperconsumo se podría caracterizar por el triunfo de la variedad, por la unificación de los mercados y de las gamas de productos, por un marketing global con productos y por eslóganes organizados de manera internacional. Frente a los desafíos del hiperconsumo, es urgente integrar cada vez más los requisitos en la vida económica para, seguidamente, ofrecer puntos de referencia a las nuevas generaciones, ideales distintos al consumo, especialmente a través de la cultura y el arte. Tenemos que hacer retroceder las pasiones consumistas con otras pasiones más ricas y diversas. La felicidad paradójica es hablar sobre la sociedad de hiperconsumo, con este neologismo Lipovetsky se refiere a los fenómenos que engloban la etapa actual del capitalismo. Se plantea que ya hemos superado aquella etapa de consumidores pasivos sometidos a la seducción del mercado. En el siglo XXI mediante el individuo se apropia de la información, paulatinamente desarrolla nuevos hábitos de consumo. El hiperconsumista ha personalizado su consumo, reflexiona activamente frente al producto, elige con conciencia ecológica, social, económica, política, este consumismo profesional es generado por las condiciones económicas de las sociedades democráticas avanzadas.El consumismo se transformó en la filosofía oficial de nuestra sociedad. La vida de consumo nos exige “ser alguien más” (más novedoso y por tanto deseable en cuanto producto) ya que en esta forma de vida todos somos productos en una temporalidad que encierra la irritante tendencia a convertirse en pasado.