La Felicidad Paradójica

 

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Investigaciones recientes enuncian que un aumento en lo que concierne a los niveles de vida no supone más que una leve satisfacción suplementaria de felicidad. La paradoja es un excelente estímulo para la reflexión y para el desarrollo de las capacidades analíticas, para la comprensión de ideas abstractas, así como para el desarrollo de destrezas intelectuales.

 Por este motivo, encontramos paradojas en distintas disciplinas de conocimiento, como las matemáticas, la filosofía, la psicología, la física, etc, cuya función es otorgarle nuevas dimensiones de sentido a aquello que describe y que supone el uso de expresiones, ideas, conceptos o frases en los cuales subyace, en apariencia, una contradicción, como tal, la paradoja suele dar la impresión de oponerse a la verdad o de contradecir el sentido común, no obstante, la paradoja no encierra una contradicción lógica, tan solo la aparenta, sin embargo, encarna un cierto sentido y una coherencia como por ejemplo: “No hay mal que por bien no venga”, “Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Mateo 16, 25.”

La sociedad de hiperconsumo arranca a fines de los años setenta y no han faltado críticas a su andadura. La previsión más probable es que se amplíe a escala planetaria en una época que no dispone de ningún sistema de recambio creíble, Sólo estamos en el comienzo de la sociedad de hiperconsumo y por el momento no hay nada que permita detener, ni siquiera desacelerar la huida hacia delante de la comercialización de la experiencia y los estilos de vida. La sociedad de hiperconsumo habrá vivido su vida, cediendo el paso a otras prioridades, a un nuevo imaginario de la vida en sociedad y del vivir bien. Sin embargo, antes o después se superará y será un momento que inventará formas nuevas de producir, de intercambiar, pero también de evaluar el consumo y de pensar en la felicidad.

La nueva sociedad que nace funciona con hiperconsumo, no con “desconsumo” en el período del hiperconsumo, las motivaciones privadas prevalecen en gran medida sobre los objetivos de la distinción, queremos objetos “para vivir” más que objetos para exhibir, se comprar menos esto o aquello para enseñarlo, para alardear de posición social, que pensando en satisfacciones emocionales y corporales, sensoriales y estéticas, comunicativas y sanitarias, lúdicas y entretenedoras, yo demuestro, al menos parcialmente, que existo, como individuo único, por lo que compro, por los objetos que pueblan mi universo personal y familiar, por los signos que combino “a mi manera”. Estamos en una época en que las tradiciones, la religión y la política producen menos identidad central, el consumo adquiere una nueva y creciente función ontológica, naturalmente, las satisfacciones sociales diferenciadoras siguen estando ahí, pero ya no son sino una entre muchas motivaciones posibles en un conjunto dominado por la búsqueda de la felicidad privada. El consumo “para sí” ha reemplazado al consumo “para el otro”.

El consumismo se transformó en la filosofía oficial de nuestra sociedad. La vida de consumo nos exige “ser alguien más”, más novedoso y por tanto deseable en cuanto producto ya que en esta forma de vida todos somos productos en una temporalidad que encierra la irritante tendencia a convertirse en pasado, he aquí la paradoja del hiperconsumo que, como fenómeno social y dinámico, se ha emancipado del mercado y ha permeado todas las demás esferas del ser y el hacer humano, debemos estimular la creatividad y así liberar a las sociedades futuras del mundo de las compras. No obstante, como telón de fondo a esta faceta amigable de hiperconsumismo, existen una serie de contradicciones insalvables, hechos sociales que tropiezan con el imaginario de sociedades plenas y felices. La paradoja aparece en las nuevas formas de exclusión, en las frustraciones provocadas por la publicidad, en la pérdida de la identidad central de individuos y sociedades. 

La característica de la civilización consumista es que el deseo de la gente por la felicidad y la búsqueda de la vida ocupan un lugar central, donde el pensamiento es “mejor para ti y tu propia gente”; por esta razón, es que el consumidor se sacia de los consumos que puede adquirir para satisfacer su estilo y calidad de vida, del mismo modo, se analizan los aspectos que hacen que la sociedad se adentre en la felicidad paradójica, siendo los consumos, los que se toman como sinónimos de felicidad ya que buscan generar una satisfacción real. A este fenómeno se le denomina hiperconsumo, la cual es una de las características de nuestra sociedad pues al presentarse nos ocasiona una desorganización psicológica, ya que nos guiamos por necesidades inferiores como el gusto por lo fácil y lo ligero, el gusto por lo evasivo y lo lúdico, que son consustanciales al deseo humano con la creencia de que eso trata la verdadera felicidad.

UNETE



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