La conformación de la riqueza a nivel mundial ha dado un giro fundamental en los últimos años, ya que de una economía basada en los sectores productivos primarios se pasó a una economía del conocimiento, en donde la generación de la riqueza se concentra en el sector terciario: los servicios. Y detrás de la capacidad de ofrecer servicios, el elemento fundamental es el conocimiento: el saber hacer, planificar y producir un bien innovador y competitivo. Esto lo saben bien en países como Finlandia, Singapur o Noruega, en donde han erradicado la pobreza y han mejorado notablemente la calidad de vida de su gente, sobre la base de invertir en el conocimiento.