Y es que, por más agradables y profundos que sean los pensamientos, si se exponen con palabras mal colocadas, ofenderán a los oídos, cuyo juicio es muy exigente.
Y es que, por más agradables y profundos que sean los pensamientos, si se exponen con palabras mal colocadas, ofenderán a los oídos, cuyo juicio es muy exigente.
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Cicerón, El orador1.