La libertad de expresión, reducida al mínimo común

Hace un mes más o menos, releyendo la obra de Los Hermanos Karamazov, me encontré de nuevo con unas palabras que había subrayado a lápiz:

 

. La tropa de la libertad, el pensamiento en marcha, así lo llama Sánchez Dragó, tras la muerte de Antonio Escohotado. No, la libertad de expresión no está muerta, aunque así lo quieran los del pensamiento único, ese que campa a sus anchas de la mano del globalismo, con sus huestes hitlerianas. El burdo asomo de racionalidad que había en la sociedad se está volatilizando en ese primate que balbucea, gesticula, hace aspavientos y se golpea el pecho como reclamo mediático contra el conservadurismo ideológico. ¡Ha nacido una estrella!, una ciudadanía retroevolutiva, sensible y buenista, que como ovejas van directas al matadero.

Dicen las malas lenguas que...

"Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación e independientemente de las fronteras; ya sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o por cualquier otro medio de su elección".

Este texto viene recogido en virtud del artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos PIDCP. En la Contitución española viene recogido en el artículo 20. Ya que todo el mundo puede tener acceso a ella, puede leerlo sin inconveniente.

Aunque si bien es cierto que la libertad de expresión recoge ciertas puntualizaciones en las que puede verse restringida, no es menos cierto que se están visualizando y verbalizando en todos los medios de comunicación, censuras y violaciones flagrantes de estas acotaciones a la hora de escribir o expresar ciertas posiciones, sean estas, ideas políticas, ideológicas, o religiosas, sin importar el país occidental en el que estemos viviendo. Está metamorfosis que estamos sufriendo se encuentra abocada al caos más primigenio y genuino de los dioses griegos, como podríamos vislumbrar en la Teogonía de Hesíodo. Aunque es posible que los dioses que se nos acercan no serán tan benévolos.

Aunque bien es cierto, que durante los últimos tiempos la ciudadanía ha hecho de la libertad de expresión una amalgama de propuestas triviales, superficiales, materialistas y descafeinadas. No es algo baladí que la censura viene marcada por entes macroestructurales, refiriéndome a las megacorporaciones, que son las que dominan los mercados y la política actual. También los entes mediáticos a disposición de estas entidades, que son las que están gobernando la geopolítica actual, y las que definen el texto y contexto de la información que recibimos. Por tanto, es sintomático que a casi 40 años de la fecha que dio origen al título del memorable libro de George Orwell "1984" se estén produciendo en el mundo revueltas que claman por la libertad de pensamiento y expresión, mientras hay poderes que tratan de acallarlas. Este tipo de situaciones no hacen sino mantener vigente la obra-denuncia de Orwell. El individuo contra el sistema. Quien tiene el poder controla la verdad. La manipulación de esta para controlar el Estado y por ende los recursos financieros, militares y productivos de la sociedad, implementando de ser necesario el terror para que exista una dependencia de los gobernados hacia los gobernantes. Algo así es lo que está pasando actualmente con la guerra Ucranio-Rusa. Ya que todo aquel que disienta un poco de la línea oficialista, sin que nada tenga que ver con ser prorruso, inmediatamente es desacreditado tanto por los medios de comunicación globalistas, la política globalista liberal, sea esta de derechas o de izquierda y también por parte de un populacho completamente enquistado en la comodidad bajo una especie de hipnosis colectiva.

El filósofo de moda Byung Chul-Han dice en una entrevista al diario La Nación:

Ya no necesitan doblegarte. Te convencieron para que te sometieras voluntariamente”Hoy en día es uno de los filósofos más innovadores y leídos de nuestro tiempo, escarbando en la ética, fenomenología, la estética, la filosofía social, la religión o la teoría de los medios. En la misma entrevista sobre la digitalización hace una observación muy inteligente:

La digitalización nos lleva a un nuevo concepto de Homo: el Homo udens, atrapado por el juego más que por el trabajo. Las redes sociales y los videojuegos vienen incorporando prácticas que se suponen lúdicas e inocentes, pero que refuerzan la adicción de los usuarios. Una condición que se exacerba en los niños. Ya nos rodean monedas sin respaldo, la datasexualidad, experiencias de comunidades totalmente en línea e internet de las cosas. Todo supone una alerta de vigilancia continua que reúne información permanente de nosotros, pero que ahora no se guarece solo en ello. También nos predice qué deseamos. La alarma del modelo es su pretendida libertad. Elegimos que el smartphone o el smartwatch nos indique cuán bien dormimos o cuántos pasos damos, pero en verdad nos somete al dictado de la cantidad correcta. La resistencia nace de la opresión. La digitalización esconde su esencia represora detrás de un rostro seductor. La dominación se transforma en exitosa al disfrazarse de libertad. Nos somete a mostrarnos tal cual somos, mientras nos homogeneiza. Estamos arribando al infierno de ser todos iguales.

Todo este contexto ayuda a la represión, la censura y opresión por parte de aquellos que están decodificando toda la sociedad desde la base educativa, creando una sociedad ignorante, dispuesta a aceptarlo todo mientras a ellos les vaya bien. Toda su opinión será la oficialista, separando a los disidentes como en Farenheitt 451 de los que están cegados por el entretenimiento. Vivimos en una democracia necrosada, cuyo ciclo está desembocando en su propio fin. Basta nada más salir a la calle para ver todo tipo de liberalidad mal intencionada, desprovista de capa y espada. Tal vez necesitamos una nueva aristoi, que en griego significa ‘los mejores’. No es cuestión de sangre azul, sino de neuronas y buen gusto. O sea: ilustración, en mi caso de ilustración teologal, del conocimiento de Dios en una tradición judeo-cristiana que debe de proseguir hacia adelante, no existe otro medio para la reforma social venidera. Sin Dios, la humanidad muere.

Como dice Byung Chul-Han:

El neoliberalismo es un sistema muy eficiente, incluso inteligente, para explotar la libertad. Se explota todo aquello que pertenece a prácticas y formas de libertad, como la emoción, el juego y la comunicación. No es eficiente explotar a alguien contra su voluntad. En la explotación ajena, el producto final es nimio. Solo la explotación de la libertad genera el mayor rendimiento.

Arthur Charlan / 11-04-2022

UNETE



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