Aquella mañana había quedado con mi mejor amigo para celebrar el segundo aniversario del final de la pandemia. Salí de casa tranquilo y relajado con una paz que solo interrumpía el ruido del tráfico urbano. Llegué al lugar de la cita y tras 10 minutos de espera me acerqué a la cabina telefónica más próxima para llamar a mi amigo. Metí las monedas y giré la rueda para marcar su teléfono. Nadie contestó y después de un tiempo razonable de espera salí de la cabina y volví al sitio donde había quedado con mi amigo, poco después llegó. Entramos en un bar y recordamos el tiempo en el que tuvimos que protegernos de los contagios de un peligroso virus que denominaron COVID-19 usando mascarillas e incluso confinados en las casas. Recordando esa etapa que nos tocó vivir valoramos con satisfacción el éxito de la ciencia y de la medicina al descubrir en poco tiempo, primero las vacunas y poco después una eficaz medicina que sirvió para frenar la extensión de la enfermedad y curar a los que inevitablemente se habían contagiado.