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Si apelamos al discurso de Pollock, de que para ser un gobierno comunista es preciso ante todo convertirse en un gobierno con modelo de capitalismo de Estado, en el cual es el Estado el encargado de tener los medios de producción, de dirigir la economía según un plan preestablecido, además de orientar la producción en función a los requerimientos de la población y no por el afán del lucro, entonces observamos que el gobierno de Castillo no tiene ni un atisbo de lo que se podría llamar un capitalismo de estado para pasar a un gobierno comunista.
En el gobierno comunista como en la antigua Unión Soviética existía una oficina de planificación central que era la encargada de plantear la cantidad de bienes a producir, en función al valor de uso de la mercancía y no en función al valor de cambio de ella.En la oficina de planificación central de la antigua Unión Soviética se planteaba que los medios de producción estarían a cargo del Estado, la fuerza de trabajo participaría de las ganancias mediante la propiedad social, además se podría modificar el plan en función a las eventualidades no previstas, como una crisis económica.En el gobierno de Castillo no existe ninguna oficina de planificación central que oriente la economía , apenas existe la CEPLAN, una oficina que diseña un sistema de planificación estratégica y que planteó el Plan del Bicentenario, del cual, por supuesto, no existe hasta ahora un balance de sus resultados.El fantasma del comunismo en la derecha peruana tiene arraigo desde hace más de un siglo, pues de aquellas fechas datan las primeras huelgas obreras en los gobiernos de Billinghurst, Benavides o de Leguía, todos de derecha. Las huelgas de los obreros de las minas de La Oroya o de Talara pugnaban por el reconocimiento a los derechos más elementales como el de la vivienda, ahora olvidado, incluso por los derechos en la seguridad en la obra.El fantasma del comunismo se presenta a la derecha en estas fechas pues durante todo este período de neoliberalismo, iniciado desde la década de 1990, lo único que se ha hecho es traer por los suelos el derecho de los obreros mediante la modalidad de subcontratación de las grandes empresas a las Pymes, mediante la ley Pymes.Si bien en las empresas grandes lo que rige es la ley general del trabajador, en las Pymes rige la ley Pymes.En la ley general del trabajo se establecía el reconocimiento del obrero a la participación de las ganancias de las empresas, pero esto ha sido menguado por la aparición de la ley de Pymes en la cual el obrero ya no tiene ninguna participación de las utilidades.Además las vacaciones que eran establecidas por la ley general del trabajo a 30 días en la ley de Pymess ha sido reducida a 15 días.Y si no bastara con ello en la Ley general se reconocía al trabajador la compensación por el tiempo de servicios, en la ley Pymes esto ha quedado condicionado por la cantidad de trabajadores de la empresa.La ley Pymes y la modificación de la ley general del trabajo forman parte de la etapa neoliberal peruana en la cual el discurso neoliberal pone como principal actor al inversionista, convierte en mesías al empresario mientras que al obrero lo deja a un costado, como si de su trabajo no se acumulara la plusvalía.Si antes en la antigua Unión Soviética se apelaba a un modelo de capitalismo de estado, en él se hacía un llamado a que el obrero sea también partícipe de las ganancias de la empresa, ahora en el discurso neoliberal el obrero lo único que puede esperar es su salario y ver menguado sus derechos .En este sentido, ¿de qué comunismo habla la derecha peruana? ¿El gobierno de Castillo es un gobierno comunista que tiene un modelo de capitalismo de Estado? ¿O más bien es Castillo la continuación del discurso neoliberal? ¿No ha hecho Castillo hace poco un llamado a los inversionistas? ¿O es que Castillo ha tomado los medios de producción para cambiar al modelo de capitalismo de Estado que finalmente lo orientarán al comunismo?Los hechos muestran que Castillo no se acerca ni por asomo a un modelo de capitalismo de Estado para orientarnos al comunismo. Es más, los derechos obreros aún siguen siendo pisoteados por la derecha peruana quien hace poco, en manos de María del Carmen Alva, emitió un proyecto de Ley para que los trabajadores puedan ser fácilmente retirados de las empresas sin recibir ningún beneficio por el tiempo trabajado.Más bien deberíamos preguntarnos:¿Por qué el obrero no aparece dentro del discurso neoliberal? ¿Por qué aparece el inversionista o empresario como el mesías que orientará a este territorio hacia el desarrollo?