. Por un lado, somos materia,
es decir, nuestro cuerpo físico, somos lógica, razonamiento, aprendizaje y
pensamientos, somos la mente, somos emoción y estímulo, somos sentimientos y
por último y no por eso menos importante, somos intuición, consciencia, somos
espíritu.
Cuerpo, mente, corazón y espíritu,
son las partes que conforman de manera integral al ser humano. Cada una de esas
partes debe de ser atendida, trabajada y educada de manera que uno de los fines más importantes del
ser humano sea evolucionar hacia una mejor versión de si mismo. Cada una de
estas partes ayudan a otras entre sí a complementarse y crecer entre ellas
mismas.
Uno de los más grandes
impedimentos del ser humano en la actualidad, para lograr esa transformación o
esa evolución hacia su mejor versión ha sido el perdón, o más bien la falta del
mismo.
El perdón es una herramienta
poderosa capaz de transformar grandes emociones que impiden al ser humano avanzar
hacia su realización personal, emociones como la ira, la traición, la injusticia
y la desilusión. Emociones que se quedan gravadas en nuestra memoria y pronto
comienzan a enviar información a nuestro sistema sobre como deberían de ser las
cosas, haciendo que esta información genere en nosotros un cambio de actitud,
de sentir, de vivir y de ser.
Pareciera que son estos
sentimientos descritos con anterioridad los que nos impiden avanzar, pero en
realidad, sentir injusticia, ira, desilusión o traición, es parte del
procesamiento natural del ser humano para definirse a sí mismo, ya que las
emociones tienen como propósito ayudarnos a sobrevivir, dirigir nuestra
conducta y guiar nuestro desarrollo de aprendizaje.
Por tanto, no podemos negarnos a
sentir este tipo de emociones, es inevitable. Es entonces donde debemos
aprender que estas emociones pueden ser transformadas a través de algo más
grande que ellas mismas, que es el perdón.
El perdón escrito por mí o por quien
sea, suena como una broma de mal gusto para el lector, porque el perdón no es
algo que pudiera escribirse o platicarse en una tarde entre amigos. El perdón
va más allá de ello, es una herramienta tan grande y poderosa que no basta
hablar de perdón por si mismo, sino hablarlo sobre una definición más exacta,
el perdón holístico.
Nos han enseñado a pedir perdón
desde niños con las palabras, sin que esto sugiera la más
mínima intención de realmente perdonar. Hoy en día nos aluden que el perdón
es soltar, dejar ir, como si olvidar fuese un rasgo propio del ser humano que
habita en el resentimiento. La falta de perdón nos habla de una barrera más
grande sobre la cual, el ser humano no ha sido capaz de atravesar en si mismo
porque el dolor que siente parece más grande de lo que ha sido capaz de enfrentar.
Una persona con tanto dolor es
una persona que va por la vida con la creencia de que la vida debería de ser de cierta
forma, y no lo fue al final. El crearse una realidad propia y no enfrentar la
vida tal y como es, pareciera una manera inocente de victimizar a quien lo
padece, pero siendo objetivos, quien no está dispuesto a enfrentar la vida tal
y como es y se aferra a su idea del deber ser, es una persona que se permite vivir
fuertemente bajo el orgullo y la arrogancia.
El perdón, no es un acto fácil,
perdonar es un proceso, es romper con la visión que se tiene de la vida y con
lo que nos hace sostener esa visión, es destruir un pedazo de nosotros para
aceptar que la vida no es como queremos que sea, sino como es, y es hasta
entonces que podemos hablar de soltar, de dejar ir, de no aferrarnos a lo que
queríamos que fuera y ser capaces de vivir la vida realmente en una total aceptación.
El perdón holístico involucra un
proceso que requiere de todas nuestras herramientas humanas para llevarse a
cabo, sin embargo, una vez que eres capaz de perdonar con todo lo que eres, la
siguiente vez te será más sencillo y así sucesivamente hasta que perdonar se
vuelva un acto de amor propio más que un acto de guerra al punto de llevarte a
la extinción.