. Hay cosas que no se
pueden decir, pero es que ni siquiera deberían pensarse. Esta izquierda de
nuestros pecados que para más INRI nos gobierna lo hace ignorando los
principios más elementales de la ética y así nos luce el pelo.
Seguramente gentes que pertenezcan, ideológicamente
hablando, a ese nebuloso concepto de la progresía política, considerarán que
exagero, cuando lo suyo sería que tras escuchar a Pedro Sánchez decir con una
tranquilidad de espíritu pavorosa, que "hemos llorado a todos los
muertos" - lo que es falso de toda falsedad - y añadir que "hemos
vacunado a todo el mundo sin preguntar a quién votan” - que reflexionaran cómo
es posible que gentes supuestamente de bien, como ellos, hayan votado a
semejante individuo.
El brutal disparate lo soltaba nuestro inefable (1) Pedro
Sánchez en una entrevista televisiva de las que le gustan, ya saben en plan
masaje relajante, aunque en esta tuviera algún rifirrafe con el periodista que
por lo visto no era lo bastante dúctil a los deseos del socialista. No en una
declaración de las que han dado en llamar “off the record” o a través de un
micrófono inadvertidamente abierto, insisto, lo dijo en una entrevista en TVE y
si alguien cree que Sánchez no prepara al milímetro las entrevistas, a pesar de
estar absolutamente blindadas, es que es un ingenuo de manual. Lo dijo simple y
llanamente porque creyó que le convenía decirlo y sanseacabó; probablemente lo
que quisiera subrayar es que lo de las vacunas no pudo hacerlo porque el voto
es secreto, pero que tengamos cuidado porque tiene herramientas en su mano para
castigar a los desafectos y que no le va a temblar el pulso si llegara el
momento.
Lo subrayo porque supongo que habrá mucha gente empeñada en
justificar lo injustificable con el cuento ese de “tampoco hay que darle mucha
importancia, son cosas que se dicen” y no es cierto. Resulta muy grave que
Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, suelte semejante pensamiento, pero
muchísimo más grave es el hecho de que lo diga con absoluta tranquilidad, en la
televisión pública, porque estime que la frase le beneficia o al menos no le
perjudica. Así que aquello de ¡Pero a quién hemos puesto en La Moncloa! habrá
que cambiarlo preguntándonos qué clase de gente vota a un individuo de semejante
calaña.
No nos negaron la vacuna a los desafectos (queda más fino
que fascistas) porque a lo peor consideraron que todavía no había llegado el
momento para impedir la vacunación por motivos electorales o ideológicos, pero
sí ha habido cuestiones muy graves relacionadas con las vacunas y su
distribución, realizada en clave partidista desde el primer momento por el gobierno.
La vacuna no se le habrá negado a ningún desafecto, pero a
nadie se le escapa que en el mes de enero del presente año, Salvador Illa, por
aquel entonces Ministro de Sanidad y candidato a la Generalitat por el PSC,
aprovechó que el Ter no pasa por Sabadell para mandar a Cataluña el doble de
vacunas que a Madrid, por aquello de quien parte y reparte se lleva la mejor
parte. No castigaron a los individuos, pero sí lo hicieron con los territorios
donde no habían cosechado buenos resultados electorales.
Ítem más, in illo témpore, Illa el Magnánimo mandó a Andorra
una buena partida de vacunas que España había comprado porque en ese país vivían
muchísimos catalanes que iban a votar en las elecciones a la Generalitat. Así
que no pueden presumir de equidad en el reparto de las vacunas y eso lo sabe
todo el mundo y el que no lo sepa será porque no le interesa saber del asunto.
Que en un país como el nuestro, la nación más antigua de
Europa, el presidente del gobierno se atreva a colocarse una medalla por la
generosidad que demostró al no negarle la vacuna a los facciosos votantes de
VOX o del PP, resulta absolutamente inaceptable. Porque eso es lo que hizo,
presumió cínicamente de haber llorado a todos los muertos y vacunar a los vivos
aunque no le hubieran votado. Por lo visto Pedro Sánchez intenta que olvidemos
lo que hizo el gobierno social comunista con los muertos durante lo más duro de
la pandemia. Nadie puede aceptar las cifras de Sánchez sobre los fallecidos,
porque son los notarios, los empresarios de pompas fúnebres y las propias
estadísticas oficiales las que le desmienten. A tal efecto bien se cuidó el
gobierno social comunista de prohibir las autopsias para que los familiares de
los fallecidos no le pudieran presentar una querella, al menos con el
certificado de defunción en la mano.
Hemos puesto al frente de nuestros destinos a un mequetrefe,
que utiliza un paradigma ético deplorable, que sufre una incapacidad manifiesta
para empatizar con el dolor ajeno, cercana a la psicopatía, con una profunda
adicción a la mentira y todavía hay quien se pregunta ¿Qué puede salir mal?
Yo se lo digo: En España todo; a no ser que Europa nos eche
una mano y le impida malgastar los fondos europeos de recuperación poniéndolos
al servicio de sus intereses electorales y los de sus cómplices.
Hasta aquí hemos llegado, confío que en una próxima ocasión
coincidamos por aquí. Cuídense mucho y no solo del Covid 19. Un abrazo amigos
míos.
(1) Para las víctimas de la LOGSE: 1. adj. Que no se
puede explicar con palabras.
Como probablemente sepan alguno de ustedes, acaban de
publicarme una novela negra que se titula "Al madero no le gusta la ropa
vieja", cuyo escenario es Fuerteventura y su capital, Puerto del Rosario.
Sus protagonistas, dos guardiaciviles que investigarán un homicidio. Por si
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