. En ese
momento la elección parecía acertada. Era un político joven, con oratoria
fluida y sin necesidad de guión previo. Suponía además la renovación
generacional del partido en un momento en el que las principales formaciones,
PSOE, Ciudadanos y Podemos, tenían líderes jóvenes. Pero Casado llegaba a lo
más alto de su partido con preocupantes padrinazgos, tuvo el apoyo electoral de
Cospedal y la “mano ideológica en el hombro de Aznar”. Rajoy, a pesar de que en
algún momento intentó cortarle la hierba debajo de los pies, prefería a Soraya
Sáenz de Santamaría con el fin de evitar que Aznar siguiera controlando el
partido en la sombra (ver aquí) Pero
más allá de esta lucha entre bastidores la realidad es que a partir de ese
momento, Pablo Casado se convirtió en presidente del PP y en líder de la oposición al gobierno de Pedro Sánchez.
Desde
el principio Pablo Casado podría haber ejercido una oposición moderada y con
visión de Estado, pero el camino elegido fue otro. Casado se movió en las
fronteras ideológicas de la extrema derecha de Vox. Pretendía sin duda
recuperar los votos del PP que se habían ido al partido de Abascal, pero no lo
consiguió, porque entre el original y la copia la gente prefiere siempre el
original. Probó en algún momento a moderar su discurso, incluso cambio de look
y se dejó barba, pero tampoco le dio resultado porque no era creíble. Su papel
como líder de la oposición, a pesar de, o precisamente por, usar la pandemia
del Covid-19 y sus muertos como argumento para atacar al PSOE ha estado
bastante cuestionado. En la Moción de Censura de Abascal representó en el
Congreso una brillante escena discursiva en la que dejó para la historia
reciente del parlamentarismo español aquella frase de “hasta aquí hemos llegado”,
con la que declaró de forma rotunda su ruptura política con Vox y su líder. El
resultado de ese momento político fue que, aunque Abascal perdió la moción de
censura salió fortalecido políticamente de este envite contra Pedro Sánchez.
En la actualidad,
y montado en la ola contra los indultos del Gobierno a los políticos catalanes
condenados en el juicio del procés, Casado pide con insistencia el
adelanto de las elecciones. Piensa que es su momento, según las encuestas los
“vientos electorales” soplan a su favor. Además, el PP confía en seguir
fagocitando a Ciudadanos. La formación naranja ya no está en el parlamento
madrileño y los sondeos reflejan su caída en intención de voto.
Con
ocasión de la reciente remodelación del gobierno Casado ha insistido en la
necesidad de que Sánchez salga de la Moncloa, “haga un favor a España,
convoque elecciones y déjenos en paz”. Además, su valoración del nuevo
gobierno ha dejado una frase que sin duda formará parte de la colección de
“perlas” que ha vertido el líder popular en los medios de comunicación: “Es un Gobierno verde y digital, sí. Es
verde porque están muy verdes y es digital porque todos están nombrados a
dedo”. Que gran
error ha cometido Pedro Sánchez, debería haber consultado a Casado su opinión
antes de decidir quién formaría parte del nuevo gabinete.
Dos apuntes más para terminar de trazar el
perfil del presidente del PP. Casado ha protagonizado dos momentos que reflejan
una preocupante deriva en relación con su fe democrática. El pasado 30 de junio
Pedro Sánchez acudió al Congreso de los Diputados para explicar los indultos y
la última cumbre europea. En su intervención desde la tribuna Pablo Casado hizo
sin inmutarse una sorprendente reinterpretación del estallido de la Guerra
Civil: “fue un enfrentamiento entre
quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia”. La siguiente escena la protagonizó Casado en Ávila
el pasado 19 de julio en el acto “Concordia, Constitución y patriotismo”. En el
evento participaba el exministro de UCD, Ignacio Camuñas, quien ante la mirada
complaciente de Pablo Casado dijo: "Si hay un
responsable directo de la Guerra Civil es el Gobierno de la República"…
"Y un golpe de Estado no es lo que ocurrió en 1936". Parece ser que este posicionamiento de Pablo Casado, tanto por
su intervención en el Congreso de los Diputados como por el reseñado acto de Ávila,
le ha dado rédito electoral al PP, o al menos así lo reflejan algunas
encuestas.
Pero más allá del actual “termómetro electoral” hay que tener en
cuenta que hasta 2023, salvo un imprevisto adelanto electoral, no se celebraran
las próximas elecciones generales. No tenemos bola de cristal para saber como
será la situación política y económica de nuestro país cuando los españoles
sean llamados de nuevo a las urnas, pero si es posible hacer dos importantes previsiones.
La primera es que la pandemia del Covid-19 habrá acabado o estará convertida en
un virus de simular incidencia al de la gripe prevenido o cubierto con la
correspondiente vacuna. Al mismo tiempo todas las previsiones apuntan a una
recuperación económica de España, gracias a los fondos europeos que han empezado
a llegar y al retorno de la actividad productiva prepandémica.
Otro
dato más a valorar, este relativo a la vida interna del Partido Popular, es que
a pesar de la fidelidad y el apoyo que recibe Pablo Casado, hay dos líderes de
la formación conservadora que tiene por méritos propios condiciones para ser posibles
candidatos a la Presidencia del Gobierno, cuando se convoquen las próximas elecciones
generales. Me refiero al presidente gallego Alberto Núñez Feijóo y a la
presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Feijóo estuvo en la lista de candidatos
para sustituir a Rajoy cuando perdió la moción de censura que llevó a Pedro
Sánchez a la presidencia del gobierno. Su liderazgo en el PP gallego es incuestionable,
y ha ganado en cuatro ocasiones con mayoría absoluta las elecciones al
Parlamento gallego. En cuanto a Isabel Díaz Ayuso, su abrumador triunfo en las
últimas elecciones de la Comunidad de Madrid, y su enfrentamiento directo a
Pedro Sánchez con motivo de la pandemia, la han hecho aparecer de facto como
líder de la oposición ensombreciendo el papel de Pablo Casado.
Así pues,
la “cuadra” del PP tiene tres candidatos, si se me permite el símil, dos caballos
y una yegua, preparados para competir cuando llegue el momento, en el “Gran Premio”
de las elecciones generales de 2023. Salvo imprevistos Pablo Casado será el
situado en los cajones de salida de esta gran carrera. A fecha de hoy sus
posibilidades de ganar son muchas, pero hasta que no se celebre esta competición
nada está decidido. Lo que resulta evidente, por pura lógica política, es que
si fracasa esta será su última oportunidad. Atentos.@rsanchezsa