El año pasado Ricardo Piglia publicó el
libro Blanco Nocturno con la
editorial Anagrama. Este libro se puede definir como una novela total. Un libro que maneja el género
policial en forma notable; donde se conjugan los conflictos reales, en un mundo
ficcionado; los conflictos campo-ciudad; los prejuicios. Esta novela se inicia
como una novela de personajes, como señaló Piglia en una entrevista en Página
12, pero que termina como una novela sobre el campo. Llama la atención que el
personaje, que creemos el principal, de pronto, salga de escena y otro tome su
lugar. El dinamismo que eso trae, permite la profundad en la historia, imaginar
completamente la vida de aquel pueblo. ¿Quién es el personaje principal? Croce,
Luca Belladona, Renzi, Tony Durán. Piglia, al igual que Onetti o García
Márquez, construye un espacio donde todo es posible, con leyes y códigos
propios. En momentos nos recuerda a Santa María de Onetti: la fábrica, el
abandono y el sueño de la redención; un extranjero, las noticias y las lejanías
de la civilización. Todo un mundo.
La
llegada de Tony Durán al pueblo, no es el inicio de la historia, sino, que encaja
en otra historia que comenzó con el primer Belladona, el fundador del pueblo.
Tony
Durán, es parte del engranaje central, el chivo expiatorio, y su
asesinato es la pieza que faltaba para que la maquinaria siga funcionando. El
comisario Croce y sus métodos, casi sobrenaturales aportan el ingrediente de
realismo mágico. Las hermanas Belladona, con su belleza, su arrogancia, su
ímpetu, el misterio propio del género, no hay una mujer, existen dos iguales,
dos hermanas gemelas que son el aceite, el lubricante de la máquina. Toda una
maraña de sucesos y circunstancias que van envolviendo la lectura,
complejizando el desenlace. Sin duda, una novela total.