Presentar libros, es como
presentar a un amigo, o en este caso a un grupo de amigos. Cuando pasa eso,
cuando le presentamos un amigo a alguien, después queremos que nos digan cosas
buenas de ellos. Yo quisiera que después me encontrara con uno de ustedes y me
dijera: gracias por presentarme a ese amigo, genial lo que me contó. Eso es
presentar un libro, o como hoy, presentar a toda una camarilla de amigotes.
Los libros, los libros.
Borges decía que “de los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más
asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo. Sólo el
libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. Libros, caminos y días
dan sabiduría, reza un proverbio Árabe. Harold Bloom dice que estar a solas con
un buen libro es ser capaz de comprenderse más a sí mismo. Y si es así, cabe
preguntarse por qué en Chile se lee tan poco. En el estudio de la Fundación La
Fuente “Chile y los libros, 2010, podemos leer que más del 50% de los chilenos
no lee libros.
Pierre Jacomet, sabía todo
esto sobre los libros y se, sin ninguna duda, que sabía algo más. Sabía mucho
de estos amigos, me presentó varios en largas conversaciones. Me presentó a uno
que yo solo conocía de nombre, lo había visto en alguna parte. Me presentó
Raymond Queneau, y su libro Ejercicios de
Estilos, Editorial Cátedra. Libro, en que por donde se lea, encontraremos
ingenio, y una lección sencilla, se puede contar una historia, de 100 formas
distintas. Queneau, ensaya, 100 formas de una misma historia, ensaya a lo mejor
todas las formas de contar lo mismo, ensaya, la vida. Lo que nos lleva por otra
parte, en este Congreso de Ciencias Sociales, a todas las formas que tenemos de
leer una realidad. Queneau, se especializaba en estos juegos, junto a Italo
Calvino y George Perec, crearon el Taller de Escritura Potencial el Oulipo,
Taller que se caracterizó, en llevar al paroxismo, el lenguaje y sus variantes,
la realidad y sus lecturas. Pero el proyecto Oulipo iba más allá, pues, fue la
respuesta a un contexto, a un momento particular, fue la ruptura con una doble serie de ilusiones: las
del surrealismo y las sartrianas. La declaración de principios se convirtió en
un emblema: "Llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de
estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les
parezca", se lee en la página 38 del libro La littérature potentielle,
de la editorial Gallimard. En otras palabras, se plantea nuevas formas de leer la
realidad.
Borges decía que ordenar
bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica. Y Jacomet
lo hizo, en su libro Un viaje por mi biblioteca, de la Editorial Catalonia, en
este libro Pierre Jacomet nos muestra a sus amigos y, ensaya la crítica al ordenar
sus lecturas. Este libro no devela sólo las aficiones del autor, sino, que
podemos encontrar una pequeña guía de lectura, pues, encontramos desde el
Bhagavad Gita, al Popol Vuh, también los rusos, autores de la Edad Media,
libros y autores Contemporáneos y por supuesto, los clásicos. Encontramos en
definitiva, su biblioteca.
Los clásicos, son esos libros de los cuales se suele oír
decir: “Estoy releyendo...” y nunca “Estoy leyendo...”. O, “Un clásico es un libro que nunca termina de decir
lo que tiene que decir”. Dice Italo Calvino, en su ensayo Por qué Leer
a los clásicos. Es tal la fascinación de este autor, que escribe 14 razones
para leer estos libros. Al igual que Jacomet, nos comparten su mundo, sus
obsesiones. Cada uno construye una taxonomía de libros y de autores.
Y no puedo dejar de recomendar, a propósito de
taxonomías, el libro Las Palabras y las Cosas de Michel Foucault, Editorial
Siglo XXI, cuando se sorprende del listado que Borges hace en el texto “El
idioma analítico de John Wilkins” y que nos dice:
“Este libro nació de un texto de Borges. De la
risa que sacude, al leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro: al que
tiene nuestra edad y nuestra geografía—, trastornando todas las superficies
ordenadas y todos los planos que ajustan la abundancia de seres, provocando una
larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria de lo Mismo y lo
Otro. Este texto cita "cierta enciclopedia china" donde está escrito
que "los animales se dividen en a] pertenecientes al Emperador, b]
embalsamados, c] amaestrados, d] lechones, e] sirenas, f] fabulosos,
g] perros sueltos, h] incluidos en esta clasificación, i] que se
agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados con un pincel finísimo
de pelo de camello, l] etcétera, m] que acaban de romper el jarrón, n]
que de lejos parecen moscas".* En el asombro de esta taxonomía, lo que se
ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico
de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto”.
Literatura y
Ciencias Sociales. Observar la realidad a través de esta. Foucault lo hace aquí y
a lo largo de su obra. Pero, la pregunta que abre y nos arroja es “la imposibilidad de pensar esto”. La imposibilidad de pensar la realidad o, los límites de pensar lo
social.
Imposibilidad que
nos obliga a construir categorías y taxonomías.
El año 2009, la
Universidad Diego Portales a través de su editorial, publica el libro “El arte
de clasificar a los chilenos”, donde Alfredo Joignant y Pedro Güell son los coordinadores.
Es evidente que no todos los chilenos somos iguales, nos dicen los autores en
la introducción, pero es mucho menos evidente la respuesta a las preguntas
¿Cuántos tipos de chilenos hay?, ¿qué rasgos definen la identidad de cada grupo
y cuáles los diferencian del resto?
Las clasificaciones
sociales no vienen dada por la naturaleza, son una construcción social. Ellas
son generadas por actores e instituciones con intereses específicos, sean estas
iglesias, Estados, agentes del mercado, partidos, ciencias o localidades
geográficas. Aún las aparentes clasificaciones “objetivas” que surgen de la
cuantificación estadística de algunas características de la población, de la
distribución del ingreso o de las caracterizaciones de las opiniones o estilos
de consumo, dependen de criterios arbitrarios que permiten la selección de
ciertas variables y no de otras. Las clasificaciones no se descubren, sino que
se proponen.
Pero aunque las
clasificaciones crean realidades, no son iguales a la realidad.
Éstas son algunas preguntas planteadas por este libro, todas ellas
abordadas desde la economía, la sociología y la ciencia política. Este es un trabajo
que escudriña el fino arte clasificatorio, cuyo resultado es una compleja
representación de grupos extraordinariamente diversos, nos dice este libro.
Clasificar, ordenar a los chilenos, es posible hacerlo, o nos pasará lo
mismo que a Foucault con la lista de Borges, nos pondrá frente a la
imposibilidad de pensar eso.
Claudio Magris, dice en la contraportada de su libro Danubio, que “El libro es un recorrido
laberíntico, en la búsqueda del sentido de la vida y de la historia; el viaje,
antiguo y a la vez abierto a la más fugitiva realidad de nuestros días, se
convierte en una metáfora de la existencia y una aventura en la crisis
contemporánea, una odisea de la identidad”.
De la identidad, una odisea. El encuentro que tenemos
con el libro es una experiencia total, una experiencia de vida.
El FCE publicó un libro que se titula Breve historia del alma, de Luca Vanzago.
¿Qué es el alma? ¿Dónde se encuentra? ¿De dónde viene? Interroga el autor. El
hombre ha intentado responder a estas interrogantes desde mucho tiempo antes
que la filosofía reflexionara acerca de ellos. La continua renovación de estas
cuestiones a lo largo de los siglos bajo formas muy diversas propone una y otra
vez el problema acerca del sentido de la vida y la existencia. El concepto de
alma ha sido abordado desde distintas posiciones filosóficas, muchas de ellas
opuestas, se lee en la contratapa. En este libro Luca Vanzago busca puntos de
contacto entre dichas posiciones con el objeto de lograr una perspectiva que
permita reconstruir el significado general de un término que posee múltiples
sentidos. Hablar de alma significa hablar de un problema que no encuentra su
verdad y auténtica respuesta y solución, de una forma definitiva, sino, por el
contrario, en la continua reapertura de la indagación, en la no agotada e
inagotable sed de saber qué es el alma, como interrogante, duda o tormento que
cada uno siente al preguntarse quién es y por qué es.
Fernando Pessoa escribe en el Libro del desasosiego, edición EMECE, “¿Conoce alguien las
fronteras de su alma como para decir, yo soy yo?
Odisea de la identidad como dice Magris. Vuelvo a esas
palabras una y otra vez.
Un
espejo es un fenómeno físico que
causa la reproducción de una imagen en una superficie pulida por la reflexión
de la luz. Durante la alta Edad Media, apenas se hizo uso del espejo. Ya, en el
siglo XIII, aparecen los primeros espejos de vidrio y cristal de roca sobre una
lámina metálica, aunque su uso estuvo poco extendido a nivel popular, al ser
considerado poco sobrio y un elemento de vanidad en plena época escolástica.
Los
espejo, objetos que reflejan, objetos que nos reflejar.
Borges
escribe en el poema Los espejos:
Yo que sentí el
horror de los espejos
no sólo ante el
cristal impenetrable
donde acaba y
empieza, inhabitable,
un imposible espacio
de reflejos
Estadio del espejo es el nombre que Lacan
da al fenómeno que se produce entre los 6 y los 18 meses de edad, cuando el
“cachorro” humano reacciona con alborozo al contemplar su imagen en el espejo.
Hasta ese punto, el cuerpo no es percibido más que como una serie de
sensaciones fragmentadas. Al ver su imagen ante el espejo el niño adquiere la
noción de completud de su cuerpo. La imagen que da curso a la adquisición de la
noción de completud puede ser una imagen captada en un espejo o bien, la imagen
de otro niño. La completud aparente abre la posibilidad de un nuevo dominio del
cuerpo.
Al identificarse con un "otro"
no es entonces de extrañar que cuando el otro llore el niño llore también, y
cuando el otro posea algún objeto, el niño también lo quiera. El Yo se
construye, entonces, a partir de una imagen externa, lo cual implica que la
identidad nos es dada desde afuera.
Odisea de la identidad como dice Magris.
En el libro Las Memorias de Adriano, editorial Seix Barral, Marguerite
Yourcenar construye un personaje, le da identidad al emperador Adriano. La
autora nos impresiona con este libro, que no solo está excelentemente
documentado, sino, que da vida a un personaje que reflexiona, piensa, sufre y
vive en una época que no es la nuestra. En formato de carta, Adriano le escribe
a Marco, y se despliega todo un mundo, todo el mundo romano, pero, pero estamos
hablando del año 117 d.c., cuando es nombrado Emperador, el sucesor de Trajano.
Con este libro, nos podemos preguntar
sobre la identidad, de cómo se va construyendo, con el paso de los años, pero
sobre todo, en nuestra niñez. Adriano recuerda y reflexiona. En un ritmo
tranquilo, este libro se lee como un texto de historia.
Gabriel Salazar, escribe en su libro Ser niño “huacho” en la historia de Chile
(siglo XIX), editorial LOM, que “La historia no es un secretillo de
adultos, sino una realidad movediza y envolvente que baña a los adultos lo
mismo que a los niños; aunque, tal vez, de distinta manera. Se derrama sobre
todos los cercos protectores. Cruza todas las cordilleras verbales. Se filtra a
través de todas las burbujas que rebotan en los vidrios”.
La identidad, se aprende y se aprehende
desde que nacemos y que está más cercana a la historia, propia, de nuestras
familias, en nuestras casas y en nuestro entorno, en el país, en el territorio.
La editorial LOM publicó hace unos años, un libro titulado
¿Chilenos todos? La construcción social
de la nación (1810-1840) de los académicos Julio Pinto Vallejos y Verónica
Valdivia. En este libro los autores reflexionan sobre lo que nos constituye
como nación, o lo que es lo mismo, sobre lo que nos cohesiona como sociedad. La
pregunta se hace particularmente en lo que respecta a los sectores más
desposeídos y marginalizados, entre los cuales, paradójicamente, los
sentimientos nacionales suelen darse con mucha fuerza. Este libro explora en
los orígenes de esta sorprendente relación, desde la formación de la Primera
Junta de Gobierno hasta el término del primer decenio “portaliano”. Identifica
allí los mecanismos a través de los cuales la aristocracia que dirigió la
construcción social de la nación procuró incluir o excluir a las y los sujetos
populares.
El escritor argentino Leopoldo Marechal dice que “La
historia no es una ciencia; es el arte de mostrar una cara limpia y esconder un
culo siniestro.
Nuestra identidad, nuestra historia.
Jorge Larraín escribe en su libro Identidad chilena de la editorial LOM, que “la identidad no es una
esencia innata dada sino un proceso social de construcción”.
Nuestra identidad está ligada a la historia y cuando
hablamos de historia hablamos de memoria. En el libro “La emergencia indígena
en América Latina” de José Bengoa, editorial FCE, el autor escribe que “La
Historia Republicana, sobre todo en América Latina, han sido y son un intento
de relatar la voluntad de unidad del Estado. Es por ellos que los niños en las
Escuelas suelen ser bombardeados con fechas de batallas, nombres de próceres,
en fin, la historia centralizada, lo más posible, del Estado. Muchas veces ese
Estado que aparece ya construido desde una cierta eternidad mítica, es y ha
sido un complejo proceso en construcción, no siempre exitoso, tanto ideológico
político como técnico profesional”.
Es tan brutal la enseñanza de la Historia, que la
etapa anterior a la llegada de los españoles, se le denomina pre historia. “Las
culturas y pueblos indígenas quedan normalmente confinadas a un confuso
período, en algunos casos heroico, anterior a la Conquista o al choque fecundo
que produce el mestizaje” dice José Bengoa.
“La violencia simbólica es una violencia que se ejerce
con la complicidad tácita de quienes la padecen y también, a menudo, de quienes
la practican en la medida en que unos y otros no son conscientes de padecerla o
practicarla” dice Pierre Bourdieu.
“El ideario central en el proceso de formación de
naciones en Latinoamérica”, dice Bárbara Silva en su libro Identidad y nación entre dos siglos de la editorial LOM, “proviene,
precisamente, del mundo moderno, de las naciones desarrolladas del Atlántico
norte. Sin embargo, esto no justifica que por muchos años, e incluso hasta la
actualidad, haya primado el afán de imitar por sobre el de apropiar”.
Identidad, Nación, Memoria. Claramente se unen, se
juntan, convergen.
Benjamin, dice que “el cronista que hace la relación
de los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, responde
con ello a la verdad de que nada de los que tuvo lugar alguna vez debe darse
por perdido para la historia”.
Creo que nos falta mucho aún, para construir una
identidad nacional, completa, con los grandes y con los pequeños
acontecimientos. Con todos los actores, antes y después de los españoles.
A lo mejor nos perdemos en digresiones. A lo mejor
buscamos lo complejo de la realidad y no hemos entendido, como dice Bourdieu que “nada hay más arduo que reflejar la
banalidad de la realidad”. Son esos detalles, nimiedades banales, donde se vive
el sustrato de los que somos.
Y como dice Anatole France, “el porvenir es un lugar
cómodo para colocar los sueño”. Estamos aquí, en este enorme auditorio hablando
de libros, frente al mar.
Volvamos a la literatura, Borges dice que “uno, no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”. Por lo
mismo, quiero recomendar libros.
El año pasado Ricardo Piglia publicó el
libro Blanco Nocturno con la
editorial Anagrama. Este libro se puede definir como una novela total. Un libro que maneja el género
policial en forma notable; donde se conjugan los conflictos reales, en un mundo
ficcionado; los conflictos campo-ciudad; los prejuicios. Esta novela se inicia
como una novela de personajes, como señaló Piglia en una entrevista en Página
12, pero que termina como una novela sobre el campo. Llama la atención que el
personaje, que creemos el principal, de pronto, salga de escena y otro tome su
lugar. El dinamismo que eso trae, permite la profundad en la historia, imaginar
completamente la vida de aquel pueblo. ¿Quién es el personaje principal? Croce,
Luca Belladona, Renzi, Tony Durán. Piglia, al igual que Onetti o García
Márquez, construye un espacio donde todo es posible, con leyes y códigos
propios. En momentos nos recuerda a Santa María de Onetti: la fábrica, el
abandono y el sueño de la redención; un extranjero, las noticias y las lejanías
de la civilización. Todo un mundo.
La
llegada de Tony Durán al pueblo, no es el inicio de la historia, sino, que
encaja en otra historia que comenzó con el primer Belladona, el fundador del
pueblo. Tony
Durán,
es parte del engranaje central, el chivo expiatorio, y su asesinato es la pieza
que faltaba para que la maquinaria siga funcionando. El comisario Croce y sus
métodos, casi sobrenaturales aportan el ingrediente de realismo mágico. Las
hermanas Belladona, con su belleza, su arrogancia, su ímpetu, el misterio
propio del género, no hay una mujer, existen dos iguales, dos hermanas gemelas
que son el aceite, el lubricante de la máquina. Toda una maraña de sucesos y
circunstancias que van envolviendo la lectura, complejizando el desenlace. Sin
duda, una novela total.
Y
como dice Jaime Balmes, “en la lectura debe cuidarse de
dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien”.
El escritor Mauricio Electorat me recomendó
que leyera a Jean Echenoz, y lo busqué y leí Correr, uno de sus últimos libros y que publicó la editorial
Anagrama. El
personaje de esta novela, corre para huir de la dictadura, pero, a la vez, para
el régimen es un símbolo, un ejemplo y un rehén, todo junto. Echenoz devela los
sistemas autoritarios, tanto el nazismo como el régimen comunista y su pesada sombra
en Checoslovaquia, y lo hace a través de la figura de un personaje real, pero
ficcionado en este libro, el personaje es el atleta Zátopek. Quién corre, corre
a lo largo de las 140 páginas que componen este libro. Corre más rápido que la
historia de su país y del mundo. Porque, correr es lo que le daba la vida, pero
al mismo tiempo se la robaba, recalca Echenoz. Con un tono directo, sin
distracciones en la prosa, el autor invita al lector a leer la Historia, a
través de las carreras de un personaje tan real como la ficción. En momentos,
seco en las frases que calan hondo. En otros, deslumbra en cada intersticio, en
cada descanso que permiten las competencias. Y finalmente, lacera su lectura, por
la frialdad que sugiere el correr bajo el stalinismo y el terror de la
estructura ante lo desconocido, ante el correr por correr; ante la inocencia
misma del niño que corre porque está aburrido. Correr es la metáfora perfecta para la denuncia, es el grito de
alerta del autor, porque, esto ocurrió. Echenoz, no se detiene en los
personajes secundarios, solo los enuncia, la historia le pertenecen totalmente
a Zátopek, él, es quien guía al lector. Y esto es llamativo, cuando se buscan apoyos
al querer contar una historia, Echenoz, omite a los extras, a todos, porque el
personaje corre, y solo.
Jean
Echenoz es francés y es un autor poco conocido en nuestro país, a pesar de
tener publicadas diez novelas y haber recibió varios premios. Correr es su última novela, que la
disfruten.
Al
releer estos comentarios, recuerdo la tesis de Hemingway sobre el cuento, en su
famosa teoría del iceberg, dice: “lo más importante nunca se cuenta”. Y efectivamente,
con estos dos libros nos encontramos con que los autores nos cuentan algo que
no está dicho. Nos muestran la Historia, la vida y sus circunstancias, nos
relatan nuestra propia vida.
Literatura
y ciencias sociales, nuevamente volvemos al punto de partida de esta
conferencia.
Podemos leer la realidad a través de la ficción,
porque, finalmente todo es un juego de caretas, de ocultamientos. Leemos lo que
no está dicho. Y a diario, vemos solo, lo que se nos muestra, fragmentado,
parcializado, por todo tipo de filtros: medios de comunicación, el apuro de la
modernidad, el cansancio, la rutina. Todo o mucho, nos impiden mirar y
comprender; leer y entender. Vivimos la paradoja absoluta de la modernidad,
somos funámbulos del tiempo, de repetición en repetición. Sufrimos la
instantaneidad del las comunicaciones.
Conocí a alguien que murió aplastado por la cultura.
Abrumado de tanto estímulo. No supo, nunca supo, que paso por arriba de su
vida.
Hoy nos encontramos frente a fenómenos como Facebook,
Twitter, Internet. Es como si por años, por muchos años, nos hubiésemos
ocultado y ahora, justo ahora, pudiéramos salir y mostrarnos, salir y decir.
Pero lo más interesante de este fenómeno, es que es transversal, desde el
estudiante, el profesional, el empresario, el político, la dueña de casa. Todos
están en la Red.
Facebook cuenta con 500 millones de usuarios y Twitter
tiene más de 100 millones de usuarios. En Chile, Facebook más de 5 millones de
usuarios.
La realidad, ese espacio poblado de subjetividades.
Pero “y si algún día se llegara a comprobar que
nosotros, los eternos penitentes del futuro, hemos vivido en el mejor de los
tiempos posibles”, es día ya sería tarde.
Esta frase la dijo el escritor búlgaro Elías Canetti,
Premio Nobel 1981, que escribió un libro titulado La lengua absuelta, publicado por Alianza Editorial. Es la
autobiografía de los años de infancia del autor, relatada en un lenguaje
sencillo. Con una prosa directa, nos relata la experiencia de un niño en el
internado, donde no oculta nada, aparentemente. Juzguen ustedes mismos.
“Mi recuerdo más remoto está bañado de rojo. Salgo por
una puerta en brazos de una muchacha y a la izquierda desciende una escalera
igualmente roja. Frente a nosotros, a la misma altura, se abre una puerta y aparece
un hombre sonriente que viene amigablemente hacia mí. Se aproxima mucho, se
detiene y me dice: ¡Enséñame la lengua! Yo saco la lengua, él palpa en su
bolsillo, extrae una navaja, la abre y acercando el cuchillo junto a mi lengua
dice: Ahora le cortaremos la lengua. No me atrevo a retirar la lengua, él se
acerca cada vez más hasta rozarla con la hoja. En el último momento retira la
navaja y dice: Hoy todavía no, mañana. Cierra la navaja y la guarda en su
bolsillo.
Cada mañana cruzamos la puerta y salimos al corredor
rojo, se abre la puerta y aparece el hombre sonriente. Sé qué es lo que va a decir y espero su orden para
mostrar la lengua. Sé que me la cortará y cada vez tengo más miedo. Así
comienza el día, y la historia se repite muchas veces”.
En este pequeño fragmento que he transcrito, podemos
observar la crudeza del relato de una historia singular, que gira en torno a lo
más elemental, la lengua, el habla. El autor grafica, en esta novela, el abuso,
la mordaza, la censura. Canetti subvierte la metáfora, la explosiona en una
imagen brutal, donde el lector queda atrapado en una lengua, que es finalmente,
la lengua de todos. Una imagen brutal nos llega a través de la lectura, nos
hace pensar, reflexionar.
Por otra parte, el efecto metonímico del título nos
superpone en el efecto alcanzado en el relato mismo, porque sabes, de ante
mano, que no es cortada, Canetti, procura minimizar el impacto del relato. Y
por último, no deja de ser llamativo, que sea un libro autobiográfico. La Lengua Absuelta se convierte así, en
una novela debeladora de los secretos del propio autor.
Podemos observar la realidad a través de la
literatura.
Pierre Bourdieu en su texto Las Reglas del Arte analiza la autonomía del campo literario, pero
a la vez, como este se instala y constituye en la educación francesa, a través
de uno de los mejores libros de Gustave Flaubert, La Educación Sentimental. Y al igual que Canetti, debela una
realidad.
Y si nosotros pudiéramos analizar, nuestra propia
realidad a través de nuestros escritores y libros, por ejemplo: Nicomedes
Guzmán, Manuel Rojas, José Donoso, entre muchos otros. Por una parte, veríamos,
en cada uno de ellos, a una clase social, luego, lo que se constituye como
clase al interior de estas y luego la violencia ejercida por estas y en contra
de estas.
Por otra parte tenemos el libro Martín Rivas de Alberto Blest Gana, acá vemos claramente los
inicios del campo literario chileno, de cómo se constituye, con sus actores y
conflictos. Blest Gana escribe este libro en 1862. Este dato nos permite una
mirada amplia, en cuanto al análisis que podemos hacer.
Pero no debemos olvidar, que el escritor lo que hace,
es contar historias, no hace otra cosa, y serán los lectores los que harán las
observaciones, las lecturas, las interpretaciones correspondientes.
Magris dice que “escribir significa transformar la
vida en pasado, o sea, envejecer. Escribir, en la mayoría de los casos,
significa entrar a formar parte de una familia de topos que viven en unas
galerías interiores trabajando día y noche”. Y la verdad es que es cierto.
Oscar Wilde escribió sobre la escritura: “Me pasé toda
la mañana corrigiendo las pruebas de unos poemas, y quité una coma. Por la
tarde, volví a ponerla”.
“Escribir es intentar saber qué escribiríamos si
escribiéramos” dice Marguerite Duras.
Literatura y Ciencias Sociales. Creo que para entender
la realidad, todo vale. Lo importante es, intentar comprenderla.
Y nuevamente, los libros los libros. Esos
impertinentes que nos dicen las cosas que no queremos que nadie las diga. Esos
irrespetuosos que gritan cuando todos están callados.