El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
define por CONTUMACIA la “Tenacidad y dureza en mantener un
error”. Define MISERIA en el apartado 3 como “3. f. Avaricia, mezquindad y demasiada parsimonia”. Por parsimonia entiende
“Lentitud y sosiego en el modo de hablar o de obrar; flema, frialdad de ánimo”.
Quizás si conviene aplicar estos conceptos a la crítica situación de la educación
pública chilena. Veamos.
La ceguera estudiantil, provocada por
un grupo de estudiantes radicalizados en sus conceptualizaciones, daña al
movimiento estudiantil y a las mismas universidades públicas por las cuales
dicen luchar, más que engrandecer la legitimidad del movimiento. Aquí aparece esa
mezquindad propia del fanatismo que nubla los sentidos y que embrutece el
entendimiento. Hay que saber intuir la hora de la cosecha y proceder de acuerdo
a ello, como por lo demás la mayor parte de los estudiantes ha demostrado
comprender al mostrar su interés en volver a clases.
Por otra parte, después de ¡6 meses!
de paros y tomas, el gobierno de Chile ha persistido en no innovar en materia
de educación pública, manteniendo sin mayores cambios la política del “mercado
de la educación”, a pesar de los juicios en su contra vertidos por especialistas en la materia que
velan por un Chile más culto y menos ignorante: ¡hay que hacer una verdadera
Reforma Educacional ya!; pero no se escucha, o no se quiere escuchar por
contumacia y miseria espiritual.
La contumacia de aquellos que creen saberlo
todo por el sólo hecho de haber realizado un doctorado en universidades Top
World; las componendas con los poderes políticos y económicos que han permitido
la emergencia de un mercado educacional inenarrable e inimaginable en otra
parte del mundo que no sea Chile; la miseria del entendimiento en su máxima
expresión evidenciado en la nula voluntad al diálogo, en ambas partes del
conflicto; y la frialdad de ánimo para persistir en el error hasta la muerte, también
en ambas partes, constituyen claves fundamentales en el análisis de la
dimensión ética del conflicto educacional chileno. Porque a esta altura queda
claro que el problema no es económico sino ético y político.
Ya nadie puede desconocer las
atrocidades que han ocurrido en la educación superior, sus “negocios” ilegales
a vista y paciencia de todos, la segregación y estratificación poblacional
evidentes tras la ejecución de sus proyectos “educacionales”, etc, después de
la gran cantidad de libros, informes y análisis realizados sobre el tema. Una
sola cosa es evidente para cualquier ciudadano medianamente informado: NO HAY VOLUNTAD
POLITICA NI ECONOMICA PARA CAMBIAR EL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO CHILENO.
Y persistirán ambas partes en sus juicios; mantendrán su
estrechez de corazón hasta la muerte si fuese necesario; CONTUMACIA Y MISERIA
ESPIRITUAL hasta las últimas consecuencias. ¡A eso nos condujo el actual sistema
educativo!