IMPUESTO A LA CARNE de Diamela Eltit. Edit. Seix Barral / 187 pp.
Por Marcelo Beltrand Opazo
El cuerpo y sus relaciones, es
el tema que Diamela Eltit trata en este libro, a través de una historia que
resulta ser una metáfora de un Chile que acaba de cumplir 200 años. Pero
además, nos encontramos con que la autora pone en la discusión las relaciones
madre e hija, junto a un cuestionamiento del ejercicio medico y el poder que
ejercen en los cuerpos.
Dos personajes: la hija y la
madre –fusionadas en momentos–, transitan por pasillos y salas de espera de
hospitales, junto a hordas de médicos, enfermeras y fans de estos mismo, todo
el cuerpo médico sobre estas mujeres. Todo el cuerpo médico en contra del
cuerpo de estas mujeres. IMPUESTO A LA
CARNE actúa como una gran metáfora de un Chile fragmentado, tanto en el
cuerpo social, como en los cuerpos de los sujetos. Así funciona este libro, así
debiera leerse. Donde las escenas se repiten una y otra vez, las escenas de
violencia ejercida por los médicos sobre los cuerpos de los pacientes.
Pero además, podemos ver la
relación de esta madre y su hija, vidas que resultan más comunes de los que la
historia nos muestra. Una relación que a ratos se transforma y se fusionan en
una sola. En esta madre y su hija, están todas las madres y sus hijas que han
poblado, por 200 años, un país donde el discurso oficial nos ha dicho que somos
y hemos sido “familias tradicionales y estables”.
Tenemos que decir que la
propuesta narrativa de Diamela Eltit no es fácil, el lector se enfrenta a una
autora que no escribe para un público masivo, más bien, para uno pocos elegidos
que puedan descifrar los códigos y metáforas que instala. Desde Lumpérica, su primera novela, Eltit ha
ido construyendo un estilo propio que desafía los límites tradicionales de la
narrativa nacional, a través de nuevas formas de contar, que más bien, instalan
temas, subvirtiendo esquemas y cánones. No es una escritora de las más
vendidas, tampoco pretende serlo, es más bien, una escritora de culto.
IMPUESTO A LA CARNE, la última entrega de Diamela Eltit exige al lector concentración y
gran capacidad de interpretar los símbolos y metáforas que conforman esta
novela.