Sevilla, 1969. Escritor de dilatada carrera profesional por la que ha recibido numerosos galardones.El primero en 2001, el Premio Internacional de Cuentos Max Aub. Aunque acumula una importante obra en formato breve de narrativa es conocido también por sus novelas. El violinista de Mauthausen fue una de las que cosechó más éxitos.La última publicada es La bailarina de San Petersburgo, ganadora de la sexta edición del Premio de Novela Albert Jovell 2020.Entrevista realizada por Begoña Curiel para ELD.–No es su primer premio pero cuando llegan, ¿se afronta mejor el siguiente trabajo o pesa más la idea de superarse a sí mismo?Ni una cosa ni la otra. Indudablemente, un premio supone un reconocimiento, pero recibirlo no hace mejor (ni peor) a una novela. A pesar de haber tenido la suerte de ganar algunos premios, nunca escribo pensando en eso. El resultado de un premio debe de ser ajeno al trabajo de un escritor y en lo único que pienso cuando me pongo a trabajar es en contar bien una historia y hacerlo cada vez mejor.–Se considera “un cuentista que escribe novelas”. Explíquenos.Son algunos de mis lectores más antiguos, quiero decir los pocos que me conocían antes de la publicación de La clave Pinner en 2004, quienes han afirmado alguna vez que soy un cuentista que escribe novelas. No lo sé, sinceramente. Me gustaría ser un buen escritor, sin más, sin etiquetas. Dicho esto, añadiré que siento por la narrativa breve un gran cariño y sigo escribiendo cuentos. Cada género tiene sus códigos y también requiere una forma distinta de abordarlo, pero sobre todo me considero un autor todoterreno que disfruta de la intensidad y precisión del cuento y de la extensión (y extenuación) de la escritura de una novela. También he escrito varias novelas breves. Me gusta mucho este formato porque participa de los dos anteriores.–Ha dicho de su libro de cuentos La letra pequeña que es una metáfora sobre “esa letra que no nos gusta” y de la que vamos aprendiendo con la vida. ¿Comparte la suya, se nutre del entorno o usa más la imaginación para escribirla? ¿O un poco de todo?Llega un momento en la vida en el que, igual que en los contratos, descubres que hay una letra pequeña. Al escribir uno puede mostrar, a veces de una forma más clara y otras de una forma más soterrada, sus fantasmas, manías, miedos, dudas… El resultado quizá de haber descubierto la letra pequeña del contrato que es la vida. Pero un escritor también inventa, unos más y otros menos. Suele ser una mezcla.–Le gustan los personajes con pasado y vida interior. Los fantasmas y miedos del individuo son un yacimiento temático para el escritor... De los que usted ha creado, ¿tiene favorito?Me gustan los personajes con claroscuros. No me gustan los muy malos ni los muy buenos. Prefiero los matices o los tonos grises. No sabría con cuál de mis personajes me quedaría. Quizá al que más le deba sea a Gordon Pinner, el protagonista de mi primera novela, La clave Pinner, al que acabo de recuperar en la que sale a la venta estos días, La bailarina de San Petersburgo. Le diré también que siento una gran debilidad por los personajes secundarios. Muchos lectores me cuentan que a veces sienten que los secundarios son los verdaderos protagonistas de mis novelas.–Y de los que ha conocido en sus lecturas, ¿alguno que hubiera soñado que fuera suyo?Muchos. La lista sería interminable. Sherlock Holmes, Edmundo Dantés…–¿Cuando se pone a escribir ya ha construido al cien por cien a sus personajes o le cambian durante el proceso?Cuando me pongo a escribir una novela suelo tener claro el final y algunos puntos intermedios de la trama. Y en función de eso voy perfilando los personajes. Una vez empezado el primer borrador la trama puede ir por caminos insospechados y, por tanto, necesitar personajes distintos. Planifico bastante las historias que escribo, pero también soy muy flexible y voy incorporando o desechando elementos (incluidos los personajes) en función de cómo avance la novela.–¿Es de los que se enclaustra para escribir o no lo necesita?Prefiero estar tranquilo, en silencio. Ni siquiera pongo música. Pero también he escrito mucho en trenes, estaciones, aeropuertos… A veces no queda más remedio.–¡Y escribe a mano! ¿Siempre?Todo lo que puedo. Me gusta escribir a mano, con pluma. Me gusta el contacto de la pluma en el papel. También escribo directamente en el ordenador sin mayores problemas. Pero prefiero a mano, sí.–Cuando el escritor no consigue el éxito o la respuesta que esperaba de su público, ¿se siente obligado el escritor a reformularse? ¿Cómo es el debate interior del autor en estas circunstancias?Eso depende de cada escritor. En mi caso, quiero vender libros, por supuesto. Cuantos más, mejor. El fin último de escribir ficción es compartirla con los demás. Pero el éxito, si entendemos el éxito como un número determinado de ejemplares vendidos, no depende del escritor. Una vez que el libro sale a la venta hay muy poco que puedas hacer, salvo sonreír para las entrevistas, acudir a donde te llamen para promocionarlo… Pero igual que no pienso en un premio, tampoco pienso en las ventas cuando me siento a escribir. Siempre escribo porque hay historia que me apetece contar. Es así de simple. Si un libro no funciona como deseabas (y siempre quieres lo mejor para tus libros) puedes llegar a plantearte si merece la pena tanta dedicación y esfuerzo, pero la escritura es algo muy personal y cambiar de estilo debe de ser tan difícil (o imposible) como cambiar de personalidad. No puedes engañarte.–Sé que somos pesados los que entrevistamos a escritores pero... tenemos que preguntar por sus libros favoritos. ¿Alterna cuento con novela? ¿Lee otros géneros?Leo todo lo que me interesa: cuento, novela, ensayo, poesía, revistas… Voy saltando de una cosa a otra según me apetece y también leo mucho para documentarme. Estoy saludablemente ocupado, vaya.–Ahora con la pandemia/confinamiento/malos tiempos que llevamos a cuestas, ¿cuál le recomendaría a un adulto que nunca leyó y quiere probar esta maravillosa aventura?Para eso tendría que conocer a la persona. No a todos gustan los mismos libros. Hay quien lee todos los días el periódico pero jamás una novela, o viceversa. Quien disfruta de la poesía y quién no. No tengo una respuesta para esto.–En varias de sus entrevistas afirma que una buena novela debe contar con tres pilares básicos: entretenimiento, calidad literaria y reflexión moral. ¿El último es requisito inexcusable?Quizá quitaría el adjetivo y diría reflexión a secas, o hacer pensar al lector. También sería conveniente mostrar una visión nueva sobre un tema, aportar algo distinto. Esas son las novelas que me gustan más. Por supuesto, con calidad literaria, algo que no es tan habitual como debería. Pero nada esto me vale si la novela no es entretenida, si no emociona.–¿Es más exigente el Andrés Pérez Domínguez escritor que el lector con el esquema de la anterior pregunta?Los dos son muy exigentes. El Andrés Pérez Domínguez lector abandona muchos libros en las primeras páginas si no le gustan. La vida es corta y hay muchos libros buenos que leer. Y, créame, el Andrés Pérez Domínguez escritor se deja la vida procurando que sus novelas muestren algo distinto, deleiten a los lectores más exigentes y al mismo tiempo emocionen y entretengan. Le aseguro que no resulta sencillo.–Todos nos hemos tragado algún que otro bodrio del que nos vendieron caché y calidad del autor. ¿Qué le pasa a usted por el cuerpo como lector y escritor en esta situación?Creo que la respuesta está un poco más arriba: cuando un libro no me gusta, lo dejo. Sin más.–¿Ha sufrido decepciones de autores/obras que esperaba mucho más? ¿Nombres? (Tengo que intentarlo).Sí, claro, es inevitable. Pero no daré nombres. No acostumbro a hablar en público de otros escritores, y casi nunca lo hago en privado. Sobre todo si, como en este caso, se trata de resaltar algo negativo.–No son pocos los que se adjudican el título de escritor simplemente por haber publicado (que no es poco) aunque su obra deje mucho que desear. En su opinión, ¿cuándo una persona puede presentarse como escritor?Allá cada cual con la altura a la que quiera colocar el listón. También hay quien se proclama escritor sin haber publicado. Siempre he sentido un enorme respeto por este oficio, y admiro a muchos escritores con los que, honestamente, me aterraría ser comparado. Todavía hoy procuro evitar decir que soy escritor cuando me presentan a alguien o cuando tengo que rellenar un formulario. A menudo me invento otra profesión. Es cierto que soy escritor, ahí están mis libros, pero no me siento cómodo ejerciendo de escritor y sobre todo cuando los demás esperan que ejerza de escritor. Me da pudor.–Confieso que aún no he leído a Andrés Pérez Domínguez pero ya lo tengo apuntado en mi lista. ¿Cuál me recomendaría para empezar?No conozco sus gustos y no sabría decirle. Pero cuando un escritor empieza a interesarme, suelo empezar por su obra más reciente y, si me gusta, voy buscando lo anterior. Por tanto, empezar por La bailarina de San Petersburgo, recién salida del horno, quizá sea una buena forma de ver qué tal lo hace Pérez Domínguez… Espero que la disfrute.FacebookTwitterPinterestWhatsApp