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Siendo honesto, creo que sería más fácil hacer una reflexión sobre la serie a partir de un libro tan bien escrito como el que hoy nos ocupa. No obstante, como este es un blog de literatura y no de televisión, he preferido hacer una reflexión sobre la novela a partir de la serie.
Siempre es difícil escribir una reseña de un libro de alguien que, además de escritor, es miembro de la Real Academia Española. Ciertamente, para alguien que como yo es ingeniero, y que posiblemente maneja mejor los números que las letras, constituye todo un reto. Y para afrontar tan difícil reto, nada mejor que comenzar apoyándome en lo que decían otros, concretamente Milán Kundera. Decía el novelista en su excelente ensayo "El arte de la novela" lo siguiente: “La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral". Y eso es lo hace Sidi, descubre una parte hasta hoy desconocida del Cid, lo desmitifica, lo descabalga de la montura de héroe nacional y lo convierte en un simple y llano mercenario. Eso sí, no en uno corriente, sino en uno intrépido, justo y, lo que es más sorprendente, con valores.Porque Ruy Díaz (también llamado el Cid Campeador o Sidi Qambitur), es el oficial que a todos nos gustaría tener cerca en el cruento campo de batalla. Un valeroso soldado capaz de ponerse al frente de las huestes y combatir en primera línea contra los peligrosos enemigos, de empuñar la espada con destreza para defender el honor y la palabra dada. Eso sí, ese mismo hombre osado y audaz es capaz de condenar a morir ahorcado a uno de los suyos, vecino de Vivar para más inri, por el hecho de creer que ese subordinado ha actuado como un asesino y no como un soldado (destacar que antes de morir en la horca, a ese desgraciado le tajan también las manos).Ese ha sido el gran descubrimiento que me ha permitido hacer este relato de frontera (así lo describió el autor en un artículo de un conocido periódico). Saber que había un Sidi más allá del héroe nacional, del cruzado de la Reconquista que inspiró incluso un archiconocido cantar de gesta; eso es lo que convierte a la novela en "moral", según palabras de Kundera.Y hablando de palabras, hay algo que también me ha gustado de la obra de Reverte: el uso de determinados vocablos que describen con sumo nivel de precisión aquello que se quiere decir (algo que cualquier novelista que se precie sabe que es tremendamente difícil). Hablamos de palabras tan hermosas como virote, rubiasco, gonela o desventrado. Esos términos ayudan a construir el escenario de la novela, a situar al lector en una época dónde muchos hombres hacían de la guerra su oficio, pero solo unos pocos eran los elegidos para pasar a la historia por su valor y carisma. Hombres como Sidi, al que tan bien ha retratado Reverte en esta fantástica novela.FacebookPinterestWhatsApp