Reseña "La isla de las mujeres del mar" Lisa See

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Reseña realizada por Begoña Curiel.

Una isla donde las mujeres pescan buceando sin oxígeno, sostienen la economía familiar y sufragan el coste de la educación de sus varones. No es ficción sino una isla de Corea del Sur llamada Jeju donde sus buceadoras, las haenyeo, y su modo de vida tienen el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

  Este trasfondo real confiere a la novela un valor añadido de tal calibre que duplica el placer de la lectura a la trama que relata la amistad de dos de estas mujeres y da a conocer los terribles acontecimientos históricos sufridos en la isla.

  La voz de Kim Young-sook narra el especial vínculo con su amiga Han Mi-ja desde que de niñas, se preparan como haenyeo, un oficio muy particular en esa maravillosa isla de la que se ha quedado prendada mi imaginación. Formar parte de este colectivo de mujeres es un orgullo, motivo de admiración en una tierra donde los hombres se encargan de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos. De hecho, ellas se jactan de su fuerza frente a la debilidad de sus varones para enfrentarse a los envites de la vida.

  Pero ojo, porque este matriarcado es complejo como todo lo que sucede en esta novela que irá desgranando valores, tradiciones y creencias de una cultura para la que no está preparada nuestra mente occidental. Este libro ha sido como cruzar una puerta a lo desconocido en un mundo apasionante y hermoso pero también terriblemente duro.

  Impacta su forma de trabajar, dan igual las estaciones, se preparan desde la infancia con sacrificio aunque con una impresionante devoción y respeto al mar, porque sus capturas son sostenibles con el medio marino. Respetan escrupulosamente las temporadas para garantizar el mantenimiento y regeneración de las especies. Vamos, ecología de la de verdad.

  Según avanza su preparación pueden sumergirse a mayor profundidad y por supuesto, y eso es lo alucinante, sin equipo, en apnea para capturar el pescado y marisco que sostendrá sus casas. A día de hoy conocen el neopreno pero en la época de la novela su uniforme consistía en simples prendas de algodón que poco servían contra la hipotermia. Y es que no sólo trabajan en aguas de la isla surcoreana sino que algunas son contratadas como temporeras en lugares de mares gélidos.

  Salen en grupo, la jefa de la cooperativa se encarga de la seguridad de todas. Se reúnen en los bulteok, una especie de vestuario junto al fuego donde se recuperan del esfuerzo y secan sus cuerpos. Son fascinantes los momentos de complicidad en charlas donde no faltan los cotilleos, vivencias, risas y secretos que edifican un auténtico ejercicio de sororidad.

  Como el resto Young-sook y Mi-ja participan de esta auténtica exposición de sabiduría popular cargada de leyendas e intensa fe en dioses que guía el palpitar diario de la población, con expresiones que se podrían igualar a nuestro refranero español.

  Me ha dejado deslumbrada el relato de la profunda amistad de las protagonistas y la importancia del perdón en las relaciones cuando terminan las supuestamente irrompibles, porque sabemos antes de empezar –así lo refleja la sinopsis– que la suya no aguantará las terribles circunstancias que les deparará la vida.

  Y es que, La isla de las mujeres del mar, es la historia de Corea en el siglo XX en este paraíso recóndito a través de las dos mujeres: el dominio japonés de la isla que lucha por mantener su identidad, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, la inacción de EEUU que también mata; y toda la cadena de movimientos entre bandos que separa y mezcla las familias sembrando el horror y el odio que dejará heridas imposibles de curar.

  Algunos de esos momentos convulsos son catalogados de “Incidentes” con su correspondiente número, un eufemismo que oculta auténticas masacres y de las que se exige silencio a la población con amenazas y represalias. Esta novela es brutal y en mi opinión necesaria en su labor divulgativa. Leer y aprender a la vez, no tiene precio.

  Algunas escenas son espeluznantes, terriblemente dolorosas y sin embargo la autora evita detalles que las harían aún más insoportables. ¿Puede que porque no sea necesario o así lo decide para separarse a nivel emocional de la dureza de lo narrado? Mi impresión coincide más con lo segundo.

  Sea cual sea el motivo lo he agradecido. La información que ofrece ya es motivo suficiente para leer esta novela aunque no sea la escritura por lo que la recomendaría: un tanto sosa y sin brillo, como si no aprovechara –no quiero decir, descuidara– recursos literarios que podría haber utilizado con facilidad en su beneficio.

  Hay muchas maneras de enganchar al lector. La isla de las mujeres del mar te deja pegada a la lectura por su contenido. Ofrece a “los curiosos por el mundo” una manera de recorrerlo aprendiendo. Aprender y leer a la vez, ¡qué maravilla!

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UNETE



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