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Dinosaurio sin pies ni cabeza

 

 

. La pandemia arrojó distintas afectaciones que no coincidían con el modelo de formación académica que desearía la UNAM, sin embargo, la institución mandó a sus alumnos al ruedo como trabajadores explotados. La construcción de licenciados no se trata de un cambio generacional constante sin importar los estudiantes dañados. Lo peor de todo es que el pretexto sensato que mostró la casa de estudios fue el siguiente: “Si no puedes no habrá sanciones ni problemas”.

Se agradece completamente a los profesores que entendieron la crisis actual, es lo más esperado de los científicos con rangos altos en estudios. No obstante, la universidad se proclama a sí misma en comunicados como una desarrolladora de conocimientos con base en los recursos tecnológicos de los que dispone. Ojalá el mundo supiera que la institución prosiguió su novela de ciencia ficción en medio de alumnos que perdían seres cercanos y no contaban con la más mínima gota de espíritu para que la raza siguiera adelante. 

Eso sin contar a aquellos que se encuentran realmente incomunicados con el mundo digital, pero que siguen la narrativa de meritocracia o sacrificio que ofrece la UNAM. Realmente no me encuentro decepcionado, a fin de cuentas, es una institución más dentro de un país en vías de desarrollo. Si bien es cierto que tiene sus enormes aciertos históricos, su desempeño administrativo aun tiene lagunas enormes.

Los profesores han permanecido en la primera línea de batalla contra la apatía, informalidad, impersonalidad, inexperiencia, etc. Esto también dejar ver la necesidad de mejores esfuerzos por parte de las autoridades para seleccionar a los docentes con mayor capacidad formativa, tecnológica y empática. No niego que haya educadores que empujan contra toda adversidad su valor de enseñanza, pero si no son apoyados no hay manera de que sigan formando grandes académicos.

La computadora más avanzada con la mejor banda ancha de internet no se acerca ni por un momento a la interacción física y social de siempre. Eso debía tenerlo claro la UNAM, pero aun así decidió continuar con su propio engaño a costa de los conocimientos que necesitan las carreras más prácticas. Incluso, debió haber considerado el daño mínimo a la salud mental de sus estudiantes en estas crisis. 

Esto es un meteorito mortal para el dinosaurio que representa la universidad en materia administrativa. Si bien es cierto que no todo es obscuridad y desesperación, se debe dejar claro que no ha sido la estructura educativa teórica la que ha sacado la casta universitaria sino los propios alumnos y maestros con fe y motivaciones variadas que le dan sentido a sus vidas.

UNETE



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