"Amada, perseguida y nunca olvidada". Es el
título que la propia Leni Riefenstahl le hubiese puesto a la película que hablase
sobre su vida.
Cuando Hitler llegó al
poder el 30 de enero de 1933, tras la dimisión forzada del hasta entonces presidente
Paul von Hindenburg, la importancia de la propaganda para el NSDAP (Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán), fundado por Anton Drexler el 24 de febrero
de 1920, era una de las tareas capitales. Para ello, el 14 de marzo de 1933, Hitler
nombró a Joseph Goebbels ministro para la Ilustración Pública y Propaganda, quien
creó ‘‘el mito del Führer’’. Desde el nombramiento de Goebbels, el NSDAP hizo
un gran esfuerzo para establecer unas reglas básicas a la hora de ensalzar el
triunfo del Partido Nazi y al propio Hitler, además de un control intelectual
en la vida de los alemanes.
En ese momento entra en
escena Leni Riefenstahl. Directora de cine, bailarina, actriz, submarinista,
fotógrafa, entre otras cosas, ella es una de las mujeres que más controversia
ha provocado a lo largo del pasado siglo XX. Y todo fue porque hizo la mayor
obra de propaganda de la historia: ‘‘El triunfo de la voluntad’’ o ‘‘Triumph
des Willens’’, en alemán. Su vida profesional y personal estuvo empañada por
hacer esta película en favor del Partido Nazi, aspecto arbitrario si tenemos en
cuenta que se estrenó en 1935, es decir, cuatro años antes del inicio de la
Segunda Guerra Mundial y la consecuencia del verdadero ataque a la Alemania
nazi, el Holocausto. De hecho, ella siempre se mantuvo lejos de simpatizar con
las ideas del Partido Nazi como bien explicaba en su biografía:
‘‘Hice
‘‘El triunfo de la voluntad’’ en 1935, mucho antes de la guerra, y recibí todos
los premios imaginables. A ningún periódico se le ocurrió decir que era una
película de propaganda nazi. Tras la guerra, empezaron a decir que sí lo era.
Eso ocurrió porque perdimos la guerra y porque se hicieron muchas cosas
horribles en nombre del pueblo alemán. Había que buscar un chivo expiatorio, y
me escogieron a mí porque había hecho la mejor película de la época.’’
Leni
Riefenstahl dirigió el ‘‘El
triunfo de la voluntad’’ durante el congreso de Partido Nazi celebrado en
1934 en Núremberg. Lejos de tener las tintas de un documental, la cinta es una
obra realizada con escuadra y cartabón como cualquier otra obra de ficción
donde todo está detallado al milímetro. Tanto la narrativa, la composición y el
montaje establecen, sin duda alguna, que Leni Riefenstahl es una creadora llena
de técnica que rompió los estándares clásicos de los documentales de la época. La
directora alemana, que conocía bien a Hitler, supo captar el mensaje que él
quería implantar en la sociedad. Ella llegó a decir del nacido en Braunau am
Inn:
‘‘Tuve
una visión casi apocalíptica que nunca pude olvidar. Parecía que la superficie
del planeta estuviese frente a mí, como un hemisferio que de repente se agrieta
por la mitad y escupe un chorro de agua enorme y tan poderoso que toca el cielo
y hace temblar la tierra.
Esa visión apocalíptica
es lo que Leni Riefenstahl plasmó en ‘‘El triunfo de la voluntad’’. Desde ese
inicio de la cinta en la que el propio Hitler vuela por encima de las nubes
como si de un mesías se tratara y que aterriza en la tierra para a salvar a una
Alemania devastada por la Primera Guerra Mundial y la crisis económica, hasta las
banderas y las luces de aquel Campo de Zeppelinfield, que Albert Speer, ‘‘El arquitecto
del diablo’’, decoró, sumado a las más de cincuenta cámaras que estaban a las
órdenes de la directora, hicieron que todos aquellos hombres alemanes
renacieran como un ave fénix bajo las palabras enigmáticas que su líder
austriaco pronunció.
La técnica de rodaje de ‘‘El
triunfo de la voluntad’’ era innovadora en este género como fueron los planos
contrapicados para ensalzar la figura de Hitler, los movimientos de cámara para
dar dinamismo y la geometría del espacio para ensalzar el poder y el orden. Fue
tal el alcance de esta película que Leni Riefenstahl consiguió
varios premios y reconocimientos en el festival de París y en el de Venecia en
1935. Con el tiempo ha sido considerada la mayor obra de propaganda de la
historia y ha llegado a sentar las bases del documental propagandístico. De
aquella forma quedaba claro que Leni Riefenstahl fue la cineasta del momento.
Sin embargo, tras
conocerse el Genocidio Nazi, después de la Segunda Guerra Mundial, ella fue encarcelada
cuatro años y puesta en libertad 1952 por los propios aliados al haber
demostrado que no fue colaboradora a la causa. Dirigir aquella película junto con ‘‘Olympia’’, estrenada en 1936, significó una lacra
que debería llevar a cuestas. Después del final de la Segunda Guerra Mundial,
no se le llegó a reconocer ningún otro trabajo que realizó. ‘‘El triunfo de la voluntad’’ fue su mayor logro, pero,
también, un lastre que debió cargar toda su vida hasta el 8 de septiembre de
2003, día que fallecería con la edad de 101 años.
‘‘No
saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños’’.
Cicerón.
Jurista, político,
filósofo, escritor y orador romano.