Su catastrófica gestión durante la pandemia y su distorsionada
personalidad no son las más indicadas para gobernar en una comunidad.
¡Se marcha Illa, qué maravilla! Ha sido nuestro ministro
durante la peor etapa sanitaria y social que ha sufrido España en las últimas décadas.
Con algo más de 70.000 muertos aún se atreve a decir que lo ha hecho lo mejor
que ha podido. Además de atrevidísimo es tan mentiroso como su jefe. Ha
demostrado una falta de eficacia y criterio a beneficio de inventario. No
estaría de más que Sánchez, además de librarse de este estafermo, se librara
también de los mediocres ministros de Unidas Podemos que ya son el hazmerreír
general.
No hay duda que el ministro de Sanidad ha colaborado en el
destrozo de España y, en algunos momentos, su ridículo ha sido mayúsculo o casi
tan grande como el que hizo TVE al censurar la bandera de España en el
Ayuntamiento de Madrid el día de Nochevieja. Se ha demostrado que se ha dejado
llevar por las sandeces calculadas de Iván Redondo, las mentiras y ocurrencias
de Pedro ‘Plagio’ Sánchez y los inventos censores y nada profesionales del jefe
de prensa de Moncloa. Nadie puede negar que Salvador ha sido el tonto útil de
este Gobierno, aunque turnándose con la irresponsabilidad y nulo criterio de
Fernando Simón.
Su marcha, para presentarse como candidato a la Generalidad
por parte del PSC, me suena a querer asegurarse una entente con ERC. Tal coalición
conlleva una intención confesada: formar gobierno en Cataluña y asegurarse el
PSOE los apoyos necesarios en el Gobierno de la nación. La pregunta inmediata
es qué apoyos va a tener Salvador Illa en Cataluña; su catastrófica gestión
durante la pandemia y su distorsionada personalidad no son las más indicadas
para gobernar en una comunidad asalvajada por el desnortado independentismo
golpista, salvo que se quiera acabar de destrozar la comunidad catalana del
mismo modo que está desbaratando España la conjunción socialcomunista.
Posiblemente me equivoque, pero veo a Salvador como un
cadáver político con muy poco margen para reconstruir su imagen. Tristemente,
el recuerdo de este Gobierno lo asociará la historia con la pandemia, unida a
una nefasta gestión y a decenas de miles de muertos, así como a las permanentes
disputas con el sector más analfabeto de los ministros de Unidas Podemos. Una
vez que esté en la oposición, difícilmente podrán levantar la voz o pedir
dimisiones porque en este año de desgobierno han actuado contra el sentido
común, despreciando a la ciudadanía y actuando al revés de como prometieron.
Hablamos de políticos de medio mandil. Y Salvador Illa está entre ellos, no lo duden.
Una vida laboral consumida exclusivamente en cargos del PSC
no le da garantías de nada, más bien al contrario. Yo me echaría a temblar en
el lugar de los catalanes. Acabarán pensando que toda la porquería política la sacan
de la España constitucional para amontonarla en la Cataluña golpista, con el
consiguiente desencanto de los catalanes constitucionalistas. Y no se equivocan.
Friedrich Wilhelm decía que “Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño”.
¿Quién no ve engaño en este paso calculado del mentiroso mayor del reino, Pedro
Sánchez?
No sé si Salvador estará lleno de buenos deseos, pero su
labor no ha podido ser peor. Tal vez la última ‘gatada’ que acompañe a Salvador
Illa sea su incapacidad para frenar el desequilibrio en el reparto de las
vacunas; una oscilación que va paralela a los apoyos a los antisociales Presupuestos
Generales del Estado y que no concuerda con los criterios establecidos por la
Unión Europea. Tras las primeras denuncias de instituciones, organismo y
ciudadanos a la presidencia de la UE, el Gobierno español ha vuelto a recibir
un nuevo aviso que, sin duda, retrasará los apoyos económicos para la
reconstrucción. Unos apoyos que ya perdieron 36.000M de euros de aquellos
140.000M comprometidos inicialmente. No se han puesto en marcha los PGE y ya
están trastocados, desequilibrados y desfasados.
Insisto en que las intenciones de Salvador han podido ser
buenas, pero los resultados dejan mucho que desear. Un político como Salvador
Illa no lo quiero en un Gobierno y si es en el español, menos. ¡Allá Cataluña
si incurre en la torpeza de elegirlo y hacerlo presidente! Su preparación
política deja mucho que desear, así como nula es su iniciativa y nefasto su
criterio para formar equipos: si alguien lo duda no tiene más que preguntar a
Díaz Ayuso que lleva aleccionándolo desde marzo. El aún ministro de Sanidad
siempre ha acabado flexionando la rodilla ante las medidas de la presidenta
madrileña, muy a pesar del talibán, Iván Redondo, y del mentiroso teledirigido,
Pedro Sánchez.
Si el estilo, la actitud, la honradez y los resultados son los
criterios para evaluar a un Gobierno, el actual lo suspende todo con “Muy
Deficiente”. La ordinariez es la carta de presentación del Gobierno de España;
la estupidez es el resultado de sus actuaciones y la represión propagandística
es el balance final de un miedo al que no es ajeno el equipo de Pedro Sánchez.
Lo comprobará y pagará tan pronto como deje el Palacio de la Moncloa. Al
tiempo.
La UE y Úrsula Von der
Leyen juran en arameo cada vez que el PSOE y ‘Unidas Pandemias’ acuden al
sectarismo, al fraude, al destrozo del escudo social, al intervencionismo en el
Poder Judicial y a la promesa de unos dineros que España no tendrá. Pero, ya se
sabe, los medios de comunicación vendidos, lo silencian, pero no lo discuten.
La falta de honradez no sólo existe en el Gobierno y en sus
personajes. ¿Otra Prueba? Acabamos de enterarnos que en Madrid se ha paralizado
un plan de test de antígenos en la red de farmacias madrileña, a pesar de la
información profesional plenamente avalada para su inmediata aplicación. Otra
vez sale a la luz la torpe confrontación de Salvador Illa y del Gobierno con la
demostrada eficacia de Díaz Ayuso.
El ministro Illa se va y se lava las manos tras su evaluación
ciudadana de “Muy deficiente”. Carolina Darias en el ministerio de Sanidad podría
ser otro estafermo más y un calculado atentado contra la seguridad ciudadana.
No hay vuelta de hoja. Y así será hasta que rompan PSOE y UP unos meses antes
de las próximas elecciones, salvo adelanto de acontecimientos.