El crédito hipotecario para la vivienda
debe ser una de las operaciones de crédito más apreciadas por las personas, y
ello deriva del significado, alcance y sentido que posee y proporciona. Por ello, conocer y disponer de una
herramienta que permita en este momento de aflicción mantener la obligación al
día debe resultar de interés.
El año 2020 estuvo marcado a fuego por el
impacto del coronavirus, afectando las economías, sus empresas, así como
también a las personas, tanto dependientes como independientes, aunque al
parecer las ultimas se han visto más complicadas.
En tal sentido, para el segmento personas la
disminución de ingresos ya sea total o parcial, ha sido un dolor de cabeza,
especialmente si dentro de las obligaciones de carácter fijo se encuentra el
pago de créditos, y entre éstos el pago del crédito hipotecario, ya que de
encontrarse presente, antes de la pandemia puede haber llegado a representar un
25% de los ingresos líquidos, y que producto de la pandemia, no sería extraño
que llegue a representar una fracción superior si los ingresos han experimentado
alguna merma.
Cabe señalar que el crédito hipotecario,
dentro del segmento personas, probablemente constituye uno de los créditos emblemáticos
en el sistema financiero, pues está vinculado con un bien que normalmente se
encuentra en la parte superior en la escala de prioridades de obtención y
tenencia, la vivienda. Por ello, suele resultar de gran interés obtenerlo y de
alta preocupación cumplir con sus pagos. La presencia de la pandemia en tal
sentido no ha colaborado con ello.
Por lo anterior, se hace atractiva la reciente
disposición informada por algunos medios de comunicación respecto de la
habilitación de proyecto de ley que posibilita la postergación de dichos
créditos, así como la creación de garantía estatal para cautelar el pago de
cuotas atrasadas. Ahora bien, no se trata de algo único, sino que se suma a
otras iniciativas que se han dispuesto para reprogramar obligaciones, y que de
acuerdo a cifras de la Comisión para el Mercado Financiero, un 28% de los
clientes ha reprogramado sus créditos.
Entre los aspectos relevantes que se
pueden compartir en torno a esta postergación se tiene:
1° Las entidades contempladas en este
proceso están bancos, cooperativas, administradoras de mutuos hipotecarios y
compañías de seguros; 2° Entre los requisitos para acogerse a esta herramienta
de financiamiento se tiene: a) Disminución de ingresos en a lo menos 25%
mensual; b) El crédito hipotecario beneficiado es el vinculado con adquisición
de primera vivienda; c) El avalúo de la vivienda a valor comercial, al momento
de la adquisición, no debe ser mayor a 10.000 UF; y d) El crédito no debe tener
una mora de más de 30 días; 3° Se plantea como incentivo a las entidades financieras
para que puedan otorgar este crédito el respaldo de una garantía Fogape (Fondo
de Garantías para Pequeños y Medianos Empresarios); 4° La postergación debe
ejecutarse dentro del plazo de cuatro meses desde la primera adjudicación de la
primera licitación de las garantías Fogape; 5° La transacción está libre de
impuestos; 6° La tasa de interés debe ser similar a la tasa del crédito
hipotecario cuyas cuotas se van a postergar; 7° Respecto a las modalidades de
pago de lo que se difiere se contemplan dos alternativas de distribución: a) En
periodo igual o menor al plazo del crédito; y b) En periodo posterior al plazo
del crédito.
Respecto de este último punto, es
relevante contemplar que cuando postergamos una obligación, ello no es gratis,
pues hay un costo, el cual se encuentra expresado en una tasa de interés, pero
se materializa en un compromiso de flujos de efectivo.
De este modo, cabe esperar que este costo
monetario y flujos de efectivos seguramente será mayor cuando definimos
hacernos cargos al final del crédito, a que si lo hacemos de manera más
temprana. Sin embargo, lo que confabula con este último planteamiento es el
riesgo de asumir una carga monetaria mensual que nos provoque estar asfixiados
financieramente nuevamente, de no mejorarse o dilatarse la recuperación monetaria
en el futuro. Creo que la prudencia nos debe guiar, dando prioridad a tener en
el presente una calidad o bienestar de vida, dentro de las posibilidades, apropiado,
dada la incertidumbre aún existente.
Las ayudas para poder sostener las
obligaciones al día, sin duda, en una época en que los ingresos de algunos
hogares se han visto mermados, constituyen un importante apoyo, sin embargo, toda
decisión financiera requiere tomarlas con sabiduría y cuidado. Y esta instancia
no es distinta.