En la actualidad se entiende que las denominadas «religiones de libro» son en realidad una sola, cuyas dogmáticas deberían ser eliminadas como meros prejuicios heredados e instaurada la creencia en un solo Dios idéntico para cristianos, judíos y musulmanes. Incluso, desde una perspectiva propia de la Reforma protestante, se admitirá que el Estado moderno se mantiene ajeno a la cuestión religiosa y tolera la «libertad de pensamiento» para todas las confesiones. Católicos y protestantes podrán celebrar el mismo día, en plena armonía, unos a Todos los Santos, otros la Noche de Brujas o de Halloween (que festeja precisamente la humillación de los católicos irlandeses a manos de los reformados ingleses del siglo XVII). Incluso se celebrará, desde una perspectiva «laica», que las más íntimas y privadas creencias de cada «ciudadano del mundo», sea católico, protestante, musulmán o budista, reciban el reconocimiento que se merecen y sus festividades sean declaradas oficiales en cada nación, viviendo todos en plena armonía.



