Me cuesta entender que haya madrileños capaces de poner cortapisas a todo
lo bueno que puede sucederle a Madrid.
Madrid tiene un buen alcalde, sin duda, y una
espléndida presidenta. Hay que ser muy ignorantes para negar las evidencias. A
los hechos y resultados me remito. Sin embargo, el Gobierno central prefiere
gastar el dinero en 1.200 asesores a dedo que en un hospital público en
previsión de una tercera ola y de futuros contratiempos sanitarios de gran
alcance. Bien por Ayuso y bien por el apoyo de Almeida. Claro que, según los medios vendidos al poder y anclados en la
ultraizquierda filoseparatistas, no es
más que una planificada maniobra propagandística. Es una prueba evidente de que
el odio y la envidia corren por las venas sectarias de tales “culiparlantes”, a
la vez que corroe las entrañas de innombrables vocingleros.
A la vista está cómo los voceros del ineficaz Gobierno
central se arman de cobardía diaria y tergiversan la realidad hasta encontrar
una excusa con la que poder arremeter
contra la ínclita presidenta de la Comunidad madrileña. No sorprende esa mala
fe de la que hacen gala algunos desnortados de la siniestra política con colmillo
retorcido y ruines intenciones: se trata de continuar con su campaña de
difamación permanente a la presidenta más eficiente ante el desastre de la
pandemia.
En vez de criticar la construcción de un nuevo
hospital público, esa izquierda verbenera, batuquera e ineficaz podía acudir a
Almendralejo, por ejemplo, para impedir que se cierre el Hospital de San Juan
de Dios y, a la vez, intentar ayudar al alcalde socialista para que no mande al
paro a todos los trabajadores. ¿Ven la diferencia entre el equipo
técnico-político de Díaz Ayuso y los equipos que conforman los socialistas
atrabiliarios? También entiendo que entre perros no se muerdan o que entre
bomberos no se pisen la manguera. A eso se llama cerrar los ojos a las
evidencias y a las injusticias.
Una cuestión que me sorprendió sobremanera es que los
sanitarios, y los liberados sindicales azuzados por el Gobierno de Sánchez
‘Plagio’, no se manifestaran a las
puertas del Hospital cerrado en Toledo: ni siquiera se abrió por las
autoridades socialistas durante los peores momentos de la pandemia. Pero,
claro, allí está el PSOE al mando que debe de ser para algunos sectarios algo así como “la bendición del país”. Ese
hospital fue reflejo de lo peor de la época megalómana. Marzo, abril, mayo,
junio, julio… ¡Cerrado cuando más necesario era! Mientras tanto, la ciudadanía
de Castilla La Mancha juraba en arameo ante la reiterada incompetencia
socialista.
Confieso que lo mejor de ese hospital toledano, que
lleva 13 años cerrado por ineficacia y dejadez socialista, fue la aportación de
200 camas a Madrid en plena pandemia: ¡Sombrerazo para García-Page que sí supo
estar a las duras, algo a lo que se negaba Pedro Sánchez ‘Plagio’ con tal de
mortificar a Madrid! Pero tranquilos
que, cuando deje de sestear y se lleve el colchón de Moncloa, deberá dar cuentas
en muchos lugares, a muchas personas, de muchos cadáveres y durante mucho
tiempo, o encerrarse en casa. ¿Recuerdan el famoso “arrieros somos y por el
camino nos encontraremos”? Ahí lo dejo.
Si las cadenas de radio y TV vendidas al poder --con “mercenarios” al frente, que no
periodistas-- llevan todos estos días hablando del Hospital Público Enfermera
“Isabel Zendal”, quiere decir que debe ser el no va más como hospital. Por el
lado siniestro parece que no tienen iniciativa para potenciar los servicios que
la sociedad demanda, salvo que piensen como el anterior gobierno andaluz; es
decir, que los “puticlubes” eran un servicio social para los liberados
sindicales y cargos públicos socialistas, incluso pagando con dinero del erario
público. No sé por qué también me recuerda las orgías privadas del que fuera
director general de la Guardia Civil, Luis Roldán. ¡Si ladran es que Ayuso
cabalga!
Estos socialistas y comunistas bolivarianos no son más
sectarios porque no ensayan. Me cuesta entender que haya madrileños capaces de poner cortapisas a todo
lo bueno que puede sucederle a Madrid. Parece como si el sectarismo y el odio
político alumbraran a esta verbenera izquierda que ya no tiene luces y sí amargos contratiempos y desprestigiadas
políticas. Si tanto corroe el odio a estos antisistema de pancartas, tambores y
estandartes, no descartemos que sean los
primeros ingresos hospitalarios: políticos, sindicalistas y vendidos
periodistas enfermos de odio, envidia y vetusta sinrazón.
Es buena señal que a la izquierda le ofenda que haya
personas como Ayuso, capaces de gestionar con éxito excelso una comunidad como
Madrid. Son conscientes de que, mientras ella mira por los madrileños y
construye un hospital público, otros como el Gobierno central construyen colas
de trabajadores en ERTE y parados o destrozan a los destinatarios del mal llamado “escudo social”, además de
fracasar y no llegar ni a la mitad de esas supuestas 850.000 familias.
Es un hecho que los incompetentes no soportan la
competencia de los demás y, menos aún, si esa es innovadora, tecnificada,
eficaz y necesaria. A esta izquierda reaccionaria le molesta que se inaugure un
hospital público contra pandemias en medio de otra que ha hecho un daño brutal
y se ha llevado casi sesenta mil personas, muchos miles de esos por negligencia
del Gobierno ‘bichavito’, con resultado de muerte. Si a ello unimos el machismo
de la izquierda, polvorienta y de algarada, por el hecho de comprobar cómo una
mujer como Ayuso da “sopas con onda” a tanto rácano con ministerio, coche
oficial, coleta y mentira incorporada, entonces sí que el odio y la aversión se
instalan en quienes nunca han hecho nada meritorio para ellos ni para los
demás. Precisamente por eso es por lo que Díaz Ayuso brilla más.
Durante una crisis aguda como la que tenemos
actualmente se ha construido un hospital de pandemia y emergencia. ¡En 100 días!
No tengo dudas respecto a que, si hubiera sido iniciativa del gobierno del
narcisista Sánchez, habría sido la mejor
y mayor obra salvadora de vidas de todos los tiempos y Sánchez ‘Plagio’ no
hubiera dudado en proclamar a los cuatro vientos que se habían salvado millones
y millones de vidas. Pero son incapaces de contar 60.000 muertos, muchos miles
de ellos generados por su irresponsable gestión y la del señorito “marqués”.
Por cierto, una pregunta: ¿Cuántos hospitales se han inaugurado en las
comunidades gobernadas por el PSOE durante la
pandemia?
Insisto: es una vergüenza que el Gobierno central,
atiborrado de mediocres y fracasados, haya enviado a sus voceros oficiales y
subvencionados a protestar por esta inauguración, en vez de asistir como
invitados. Ellos solo protestan, no dan más de sí. Liberados, sindicalistas
protegidos, sectarios sanitarios… Había que hacer bulto. No puede ser que la
derecha construya hospitales, gestione material sanitario urgente y busque
soluciones a problemas urgentes, en tanto que desde el Gobierno se deje
traslucir el grueso de su ineficacia, desidia, incompetencia e inmadurez.
¿De verdad han mandado el Gobierno Sánchez-Iglesias a
sus ‘perros’ sindicalistas para echar porquería en la inauguración de un
hospital público que, llegado un descontrolado momento, podría descongestionar todas las UCI de
España? No soportan que Díaz Ayuso triunfe por su trabajo y por la eficiencia
de sus equipos. Pocas veces he visto a una izquierda tan parecida al perro del
hortelano.