Sin duda estamos viviendo uno de los años más anormales en tanto tiempo, hay
grupos enteros que por primera vez enfrentan una situación como la actual, que
ha evidenciado graves repercusiones y frustrado el progreso de proyectos de
vida de muchas personas, especialmente de jóvenes pertenecientes a una
generación de la cual se espera mucho como lo son las personas nacidas en los
años 90´s, pero que han encontrado un gran obstáculo llamado año bisiesto 2020.Desempleo, despidos, fracasos, enfermedades, muertes, limitaciones,
ansiedad, depresión, tristeza, desespero, suicidios, conflictos, crisis,
frustraciones, hambre, dudas, deudas, encierro, cuarentena, confinamiento y
desafortunadamente entre otras cosas son las palabras de este penoso 2020, año
que inicialmente era definido por los motivadores y coachings como “el año de
la visión perfecta” el que traería muy buenas cosas por estar el universo
alineado y otras tantas tonterías más.
Conforme a lo anterior podemos notar la gravedad de la vivencia que se está
presentando, sin dudas nos lleva a afirmar que nadie la pasa bien y que incluso
una sola persona o familia pueden estar experimentando todas y cada una de las
palabras ante citadas. Ahora imagínese ese panorama en un macroentorno, piense
en la población de Colombia, la cual el D.A.N.E. estima en 50.3 millones de
habitantes y con todo eso estúpidamente la vicepresidenta sale diciendo que en
el país hay demasiados psicólogos, como si la salud mental de semejante tamaño
de población no importara.
Con un panorama tan crítico, antes que nada, uno de los primeros ámbitos de
la persona en verse estropeado o ceder s la fe, cuando las cosas no salen como
queremos inmediatamente nos quejamos, discutimos con todo el mundo y llegamos a
pensar que hemos sido abandonados e inmediatamente llegan sentimientos de
tristeza y todos sus derivados, llegando incluso a los más radicales.
¿Qué hacer? ¿Adónde ir? ¿Dónde encontrar fuerzas? Sin dudas una vida
espiritual lo suficientemente fuerte y nutrida ayudaran a enfrentar este tiempo
atípico, pero esto también va cediendo a medida que deja de ejercitar, luego
los fuertes se irán debilitando y ni que decir de esas personas que n siquiera
atendían su campo espiritual.
¡Vayamos a las iglesias! Están cerradas o limitadas y muchos sacerdotes por
seguridad no están prestos del todo, ¡bueno vivamos encuentros y Eucaristías
virtuales! Muchos jóvenes que conozco dicen estar aburridos de tales
plataformas porque están todo el día pegados a ellas asistiendo a clases y
vivir la iglesia de este modo no les llama la atención, ¡vamos a sus casas! Por
seguridad no es recomendable, además muchas personas ante estos tiempos tan
complejos se sienten abandonadas por Dios y no van a aceptar que de buenas a
primeras les vayas a hablar de Él´
El panorama es complicado, la fe de las personas y por consiguiente de la
iglesia está en un crítico punto de quiebre, entonces ¿Qué hacer? ¿A dónde ir?
¿Dónde encontrar fuerzas?