Bajo una lluvia de perdigones y gases lacrimógenos, la generación del Bicentenario,
plantaron cara a saqueadores políticos desde hace 200 años. Jóvenes dotados de
una ciudadanía y cultura crítica, han logrado despertar la conciencia nacional,
usurpado por una descarada élite política, infestado de rufianes con grados
académicos, en un país con tres presidentes en una semana, Perú.
Mientras China y 14 países acuerdan el mayor tratado comercial de la
historia para progresar, nosotros aún libramos la misma batalla desde la
independencia, contra inteligentes políticos confabulados con perspicaces empresarios
abocados a explotar materias primas y servicios. Ahora en escenarios virtuales
y ciudades rápidamente descentralizadas, están jaqueados por una alfombra de
jóvenes pensantes.
Amparados en la constitución más neoliberal de Sudamérica de 1993 que
promueve el abuso de poder y corrupción, batimos la hazaña histórica, digno de
estudios sociológicos, 7 ex presidentes en la picota. Esta élite política, ha
convertido al país en su feudo medioeval, incitando a la juventud peruana, ejercer
la pedagogía de la protesta a nivel nacional, para no repetir la historia.
La causa inmediata de esta masiva protesta, fue el “asalto del estado”, con
la vacancia por incapacidad moral del ex presidente Vizcarra, promovido por un
total de 130 congresistas. 68 de ellos, con varios procesos judiciales, desde
hurto agravado hasta homicidios. Muchos de ellos, operadores de universidades
privadas que no lograron licenciarse debido a su mala calidad, pugnan traerse
abajo a la Reforma universitaria.
Parafraseando a Michael Sandel, la pedagogía de la protesta, es el ejercicio
colectivo, fruto del pensamiento crítico y solidario en situaciones injustas, a
cargo de personas conscientes, colmados de una educación ciudadana desde sus propias
convicciones humanas que, seguramente, en Perú recién empieza.
Además, la protesta pacífica, es un derecho fundamental y universal, estipulado
en los Derechos humanos, al que los gobiernos deben brindarle toda su
protección. Estas protestas sociales, muestra las falencias del gobierno, para corregir
sus errores en bien de la colectividad, que lamentablemente, aún no logran
comprender los gobernantes, prefiriendo emboscarlos y asesinarlos.
Desafortunadamente, esta protesta pacífica y multitudinaria contra el
gobierno y sus aliados, los dueños de universidades no licenciadas, tuvo un
trágico saldo. La policía asesinó a Inti Sotelo y Bryan Pintado. Más de cien
heridos y algunos desaparecidos. Además, la renuncia del grotesco “presidente
Merino y todos sus ministros”.
Este germen de protesta en la región, iniciaron la juventud chilena, desde
octubre del año pasado. Llegaron a movilizarse más de un millón doscientas mil
personas en un día. Han logrado la Asamblea constituyente, para redactar la
nueva Constitución, con el objetivo de construir un país más equitativo y
desarrollado.
En este sendero, en nombre de los dos mártires, quienes soñaban con un país
más equitativo, y siendo consecuente los jóvenes, la protesta masiva continuará
hasta convocar la constituyente, para redactar una nueva Constitución que nos
convierta en un país desarrollado, con oportunidades para toda la ciudadanía.
Asimismo, en este proceso de extirpación de la corrupción política,
necesitamos diseñar un filtro ético, para las personas quienes desean ejercer
la política partidaria. Siendo el primer requisito, no poseer ninguna denuncia
en curso o hayan sido sentenciados por algún delito.
El sistema político peruano marcado por componendas y corrupción según
Alberto Vergara, debemos reemplazarlo por un ecosistema político sostenible, a
través de un pacto social de estado, basado en la ética y la solidaridad entre
el gobierno y la sociedad organizada.
Finalmente, estamos ante una inédita coyuntura que el destino puso en manos
de la juventud, la titánica faena de extirpar la corrupción de la clase
política. Así que, gentilmente invitamos a desaparecer de la escena política, a
las personas infectadas de este virus, porque recién empieza, una movilización
de insospechadas dimensiones en el territorio peruano y quizás, repercuta todo
Latinoamérica.
Fuentes:
-
Alberto
Vergara. Recuperado de: https://www.nytimes.com/es/2020/11/12/espanol/opinion/peru-vizcarra-vacancia.html