La
sociedad, desde tiempos prehistóricos, impone exigencias a los individuos en su
lucha diaria por existir. Si la pelea por la sobrevivencia en medio hostil,
frente a las fuerzas de la naturaleza, fue el resorte que impulsó la existencia
humana, en la actualidad los seres humanos siguen batallando con la necesidad
de sobrevivir en un medio cada vez más competitivo. Lograr las necesidades
básicas de alimentación, vivienda, vestido, así como las de educación y
formación, así como la de conseguir "ser alguien" en la vida, se
mantienen.
Sin
embargo en la actualidad, la vida moderna está marcada por el auge de las
nuevas tecnologías, la internet, la velocidad de las comunicaciones y el
fenómeno de la globalización, el impacto de las redes sociales en la vida
cotidiana y ahora con la pandemia de coronavirus que está ocasionando más de un
millón de muertes en el mundo, generando además un estado permanente de estrés,
ansiedad y depresión, así como la adaptación a la "nueva normalidad"
y a las normas de distanciamiento y uso de mascarillas. El impacto negativo en
la economía se aprecia en el desempleo, baja rentabilidad, crisis social,
aumento de la delincuencia.
Estos
factores afectan la psiquis de los individuos. Tal como sucedía en la
prehistoria, los que sobreviven son aquellos que tienen mejores cualidades. Y
no sólo estamos refiriéndonos a la "instrucción", "formación
académica", "títulos profesionales", sino también a un componente
fundamental: el desarrollo de la personalidad, lo que Daniel Goleman llamaba
"inteligencia emocional".
En
la vida cotidiana se observan con frecuencia casos de personas que han tenido
excelentes calificaciones en el colegio, lo que se traducía en notas
aprobatorias en las materias tradicionales y diplomas de excelencia, pero que
luego tuvieron dificultades en su vida personal y familiar. También hay muchos
casos de jóvenes que egresan de las universidades con muy buenas notas, pero
que en su vida personal han fracasado.
Esto
quiere decir que la "instrucción", la educación escolar, técnica o
universitaria requieren también un enfoque integral sobre el ser humano,
priorizando el forjar el carácter, la personalidad y sobre todo los valores
éticos: veracidad, honestidad, puntualidad, respeto, lo cual abonará a formar
personas de bien que aporten al desarrollo social.