En la época más “avanzada” de la humanidad en muchos
sentidos, el hombre podermoderno ha aventajado en muchos temas y tópicos, -por
citar un ejemplo-, al hombre de las cavernas de aproximadamente 20,000 años.
Atravesando épocas como el oscurantismo medieval hasta el Renacimiento Europeo;
transitando por la época de las luces, la teoría del átomo y la Teoría de la
Relatividad; por sólo mencionar algunos. A los contemporáneos nos toca vivir en
un tiempo que de a poco ha logrado ir dejando de lado la cosmovisión puramente
religiosa y ha abrazado el conocimiento científico, y ¿por qué no?, la
orientalización de occidente, en términos de prácticas filósoficas o religiosas
que proponen una conversación interna y conocimiento intuitivo; que ha
permitido conocer la naturaleza, el mundo y el universo desde otras perspectivas.
En cuanto a las teorías del conocimiento, hemos logrado
entender la psique humana desde perspectivas conductistas y memorísticas, hasta
el establecimiento de competencias, metacognición y entendimiento de los
procesos mentales que se desprenden de la teoría computacional, que nos ha
comparado con ordenadores que se encargan de acumular y procesar información, -y
es precisamente ahí donde creo que hemos errado como especie-. La denominada
época de la información, no es más que eso, información
en bruto y múltiples fuentes de acceso a la misma. Pero ¿Qué quiere decir
una sociedad informada? ¿O una sociedad de la información?
Sin lugar a dudas no pretendo ser criticón, sino poder
llegar a un abordaje crítico de múltiples temas, como el innegable potencial que tienen nuestras herramientas y fuentes de
información actuales, para hacernos seres conscientes y reflexivos sobre procesos
vitales de nuestro entorno, nuestro planeta y el mundo en general. El
calentamiento global, la devastación forestal, el uso indiscriminado de
plásticos de un solo uso, la discriminación, la pobreza, la economía tan
dispar, las guerras, los límites geográficos; son claros ejemplos de que no
existe una sociedad informada, aún
cuando la información es tan fácil de obtener; nos hemos convertido en
meros coleccionistas de datos inertes e
inútiles. Porque lo más relevante de este tipo de sociedad sería, el uso
provechoso como especie, no como solamente como nación de toda esa información
para tratar de manera más amable a nuestro planeta y a nuestro prójimo o par.
Desde luego que lo que planteo no es un tema nuevo, desde
hace varias décadas los teóricos y expertos del conocimiento han descrito que nuestra generación posee grandes cúmulos de
información, pero que no se hace nada con ella; es decir, no hay comprensión de
los objetos de conocimiento, Simplemente se almacenan datos. Siendo muy
juiciosos debemos recordar que de nada sirve conocer a través del órgano
sensorial una cosa, si no profundizamos en sus componentes, uso, impacto, etc.
Es decir, solo relativizamos los objetos
de conocimiento (Cualquier cosa) pero no ahondamos en los factores ya
citados. De qué sirve saber o conocer el ciclo del agua, si no lo preservamos y
es innegable que las próximas generaciones tendrán una crisis por el vital
líquido. No sé si me explico; desde luego que hay una élite científica que sin
lugar a dudas puede ser excluida del juicio que hago, pero ¿qué hay del común
denominador? De la gente de a pie, de las personas como tu y yo que simplemente
somos parte de este mundo y actualmente nos desvivimos por sobrevivir con los
recursos que tenemos.
Pienso y quizás es sólo eso, un pensamiento… Si fuéramos una
sociedad informada o la sociedad del conocimiento, nuestro comportamiento sería
totalmente distinto. Y ¿Realmente lo
somos?; o en contraposición únicamente se ha logrado encontrar formas de tener
acceso a la información, pero como sociedad hemos olvidado Qué se hace con ella.
Haciendo uso del proceso reflexivo me pregunto: ¿Existe
comprensión lectora en nuestros jóvenes o estudiantes hoy por hoy -No dígamos
ya, en adultos formados-? ¿El análisis y reflexión sobre los objetos de
conocimiento es la norma imperante? ¿Qué porcentaje de la población está
firmemente convencida que la reflexión o análisis -más que la opinión-, nos
puede llevar a fortalecer nuestro conocimiento sobre los objetos cognoscibles?
¿En qué medida los dogmas religiosos nos han impuesto un código de conducta
moral a diseño para quienes los plantean? Esos cuestionamientos y quizás una
larga lista más, confirman que accesar a la información sólo es democrático en
teoría, pero no garantiza que la sociedad esté informada o conozca a
profundidad el variopinto mosaico de temas que nos rodean.
Aclaración (Spoiler
Alert): Quizás las preguntas anteriormente planteadas pueden hacer
inmediatamente voltear a quien lea esto, hacia quien escribe esto; y preguntarse
con qué autoridad o con qué crédito se atreve esta persona a hacer dichas
afirmaciones. Vale la pena aclarar que me expreso desde la experiencia e
intelecto personal, más que profesional; no quiero decir con lo siguiente que
no estoy formado como profesionista, pero creo que más allá de tener una
profesión o una formación particular, es innegable que como persona curiosa,
observadora e informada; este tipo de cuestionamientos me asechan día a día al
momento de reflexionar y a su vez, llevar al diálogo éste tipo de temas, como
imperantes. En contraposición a temas intrascendentales que únicamente nos entretienen,
pero no nos informan. ‑ Es tan sencillo como observar las tendencias en redes
sociales o la información proporcionada por los noticieros; nos informan, nos
entretienen, y es precisamente eso, la voraz avidez de la sociedad por
entretenerse más que realmente conocer, nos está haciendo más manipulables o
moldeables a los intereses de aquel que produce o promueve dicho contenido.