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El diablo posee
el arte de la mimetización como hipócrita inspiración que engaña permanentemente
a los de la misma condición demoníaca. Sólo el engaño impide ver
a los asesinos y sus aliados la zafia condición de la ceguera que se exacerba con
la ignorancia moral de inexistentes valores individuales y colectivos. Son nada
pero no carecen de cuerpos y con ellos de gatillos que disparan muerte y mentes
obtusas que pergeñan crimen.
Luego se disfrazan de dignidad, de valor, de
causa y derecho, ocultando tras la mascarada una putrefacta condición social de
quienes son manifiestamente insociales; de ahí que parcelen sus egoísmos, la
nauseabunda codicia de intereses fingidamente patrios y clamen por la
independencia, porque sin ella son sólo mediocres elementos de un conjunto
donde no son nadie, son nada, por vacuidad exponencial e incapacidad personal.
En manada son valientes, proporcionalmente
cobardes en la individualidad de sus seres criminales.
Es paradójico que las lágrimas de los valientes, el legítimo
dolor de los que son merecedores de la admiración, se intenten mezclar con la
nauseabunda teatralidad lagrimal de cobardes con bastardos intereses y oscuros
secretos. Los comparsas periodísticos acompañan en unísono llanto con Calleja y Francino presos de incontenible emoción, en esta coral infecta de la arana marrullera que ha caracterizado el engaño permanente desde el 11-M.
Ver lágrimas de
Rubalcaba, de López o de Elorza por la fantasmada del cese de la violencia
etarra, provoca una nausea irreprimible, una asqueante convicción de una
tufarada hipócrita que expele el socialismo zapatero y una reafirmación del
putrefacto carácter de estos indeseables que mucho han de temer que se les
descubran las insignificancias morales que esconden con el crimen y el engaño
masificado.
Rubalcaba permanece disfrazado de animal racional y político
siendo sólo un sospechoso de todo sin escrúpulos, una nauseabunda perpetración
de codicias sin precio o en todo caso precios que pueden estar saldados con la
muerte de los ajenos en busca de componendas propias donde la supervivencia no
está ya asegurada.
Rubalcaba no engaña más que a los míseros que pretenderían
no ver, así se les evidenciase la posible realidad criminal del candidato. Sus lágrimas
son un insulto a la inteligencia pero, ante todo, son ácido corrosivo que deja al
descubierto su falaz persistencia en la mentira, con una constante provocación hacia lo decoroso y veraz que existe
en un país del que nunca fue digno.
Los lagrimales de Rubalcaba apestan y todo él es un tufo
de abyección cada vez más advertido
desde las cloacas en que se ha convertido la guarida monclovita estos años
zapateristas… Aquel rimero en que se ha convertido Moncloa ya alberga cadáveres
políticos, pero no se darán por vencidos
con un pie en la tumba… quedan más sorpresas pre -post electorales.
Las manipulaciones envalentonaban a Rubalcaba desde la
oscura directriz de sus impunidades, pero el tiempo le descubre como artífice
de delicuescentes modos, intentando pasar por hacedor de paz el que es sólo un
vulgar estafador con iguales modos criminales que los socios terroristas.
Contrasta la entereza de las verdaderas Víctimas de los
asesinos, las únicas víctimas, con esa vergüenza indiscreta de las emociones
vertidas por farsantes con enseña política; sinvergüenzas inmundos que usan los
muertos con la misma facilidad que engañan a los inadvertidos pasando por
honorables y sensibles próceres ocultando, cada vez menos, los peldaños
sanguinolentos en que han mojado los zapatos para luego hallar las huellas
debajo de las poltronas que van a dejar pronto.
En los despachos hay mucha sangre disfrazada de paz, de
consensos en pacificaciones que son los pagos de esos acuerdos que se esconden
bajo llave etarra. Por eso debería estar llorando Rubalcaba, de miedo.
En tanto las indignadas Víctimas se secan los
ojos para ver con nitidez el oscuro futuro que espera a esta ralea de
engañadores que no dudaron en abrir la caja de Pandora , para conseguir propósitos
por los que muchos han llorado lágrimas inocentes de sangre… las tristemente verdaderas.
El 29 de Octubre estaremos en la Concentración de las Víctimas
del terrorismo para dignificarnos frente a la falacia permanente de un
Rubalcaba que ya se perfila como uno de los seres más falsos, ruines y
criminales, crecido a la sombra de un zapaterismo que habrá de ser juzgado por
la Historia. Tarde o temprano la verdadera Justicia obra sus verdades más allá de la voluntad oscurantista. Todos los canallas acaban cayendo.