La mala noticia es que, por supuesto, no hay una única
receta ni formato para cualquier empresa.
Por ejemplo, las empresas de servicios financieros son
conocidas por tener procedimientos estrictos y sistemas de control rigurosos,
mientras que el personal de una agencia de diseño, por otro lado, a veces
parece que opera como agentes libres.
Algunas grandes organizaciones se fusionan para lograr
"sinergias", pero otras arman divisiones en empresas separadas y más
ágiles.
La razón de esta variedad es que la estructura de una
organización depende de varios factores y su conformación puede marcar una
diferencia real en la forma en que se desempeña.
Es por eso que algunas empresas logran el éxito a través de
controles y sistemas estrictos, pero otras, que intentan copiar esa estructura,
pueden tener los resultados opuestos.
También es la razón por la que una empresa que se crea no
puede permanecer inalterable y tiene que evolucionar su estructura con el
tiempo, a medida que crece y a medida que cambia su estrategia y su entorno.
Las organizaciones exitosas son aquellas que han descubierto
la mejor manera de integrar y coordinar elementos clave internos y externos, y
comprenden la importancia de revisar y rediseñar sus estructuras de forma
continua.
¿Cómo se determina entonces la mejor estructura para nuestra
empresa en un momento dado?
La estructura de una organización surge de la interacción
entre la estrategia de la organización, las fuerzas ambientales o de entorno
que experimenta, y los recursos con los que cuenta.
Cuando estos factores encajan bien, se combinan para crear
organizaciones que funcionan, mientras que, cuando no encajan, es probable se
experimenten problemas graves.
Sabiendo esto, podemos pensar si la estructura de nuestra
empresa se adapta bien a las condiciones existentes, y de no ser así, debemos
comenzar a pensar en lo que tenemos que hacer para cambiar las cosas.