Las estafas piramidales a pesar de su existencia
desde hace alrededor de cien años, siguen estando presente en las noticias, aprovechando en la actualidad las ventajas que la tecnología ofrece,
y para lo cual encuentran un público incauto que es seducido en estas redes de persuasión.
A raíz de una
serie de eventos que han acontecido en el país trasandino y que han sido
revelados como estafas piramidales por parte de una esmerado ciudadano que se
ha dado a la tarea, a manera de justiciero social, visibilizar estos esquemas
de defraudación, es que resulta de interés hacer un breve recorrido ante una situación
que no es nueva, y que a pesar de que datan de principios de 1900, después de
más de cien años se siguen replicando, a través de nuevos formatos, y siempre
encontrando víctimas.
También denominada
esquema Ponzi, rueda de la amistad, cadena financiera, entre otros, una estafa
piramidal se puede conceptualizar como un esquema de operación fraudulenta en
el que los participantes recomiendan y captan a más usuarios con el objeto de
que los nuevos participantes produzcan beneficios a los participantes
originales o previos.
Así, entre las
tipologías más comunes que se presentan se pueden identificar: a ) pirámide abierta,
en la que los participantes iniciales suelen conocer el esquema del negocio; b)
pirámide cerrada, en la que una persona o institución es el dueño y gestor de
la operación; y c) ventas multinivel, en la que los usuarios de un producto
tangible, de dudoso valor, reciben beneficios por captar nuevos clientes, no
habiendo obligación de vender.
Conforme a la
Australian Competition & Consumer Commision, el género más afecto es el
masculino con un 51,3%. En tanto los cinco formatos de despliegue más comunes
son las redes sociales con un 33,3%, personal con un 15,4%, la Internet con un
15,4%, el email con un 12,8% y el teléfono con un 12,8%. En tanto, los rangos
etarios más vulnerables son el de 18-24 años y el de 25 a 34 años.
Cabe destacar
que este tipo de operaciones suelen descansar en una serie de técnicas de
persuasión, entre las cuales se pueden destacar: a) el fantasma de la riqueza,
esto es, instalar la idea de obtener altas ganancias; b) la fuente de
credibilidad, citando el trabajar con
una empresa admirable o poseer capacidades o experiencias exclusivas que
permiten alcanzar las metas comprometidas; c) el consenso social, aludiendo que muchas personas participan, entre
ellos algunos conocidos ; y d) la escasez, resaltando la idea de que sólo falta
usted y que la oportunidad no se puede dejar pasar.
Algunos de los
síntomas que normalmente se mencionan para detectar una estafa piramidal son:
a) oferta de una rentabilidad segura; b) un llamado a aprovechar tus conexiones
para reclutar más clientes; c) incorpora una instancia que contempla un pago
previo por trabajar; d) incluye “truco del millón de dólares”, esto es, acciones
que buscan deslumbrar a las potenciales víctimas.
Por otra parte,
es importante ante la duda considerar indagar en instituciones tales como la
Comisión para el Mercado Financiero, la cual incluye en su sitio web una
sección de Alertas a inversionistas, asegurados y clientes bancarios, la que
además de proporcionar alertar sobre situaciones en el mercado local y las
instituciones que son reguladas en el país, también considera las que surgen de
reguladores extranjeros, así como otra información de interés. De la misma
forma, el Servicio Nacional del Consumidor en su sitio web incluye una sección
denominada Alerta Ciudadana, la que si bien no se encuentra actualizada, pues
data de junio de 2020, pretende reflejar de manera periódica las estafas o
fraudes más comunes a partir de denuncias de los consumidores, destacando las
estafas de phishing (suplantaciones), esquemas piramidales y ventas falsas.
Por último, como
dicen “mejor prevenir que curar”, y por tanto algunos consejos adicionales a tener en
cuenta para no ser víctima de este esquema de aprovechamiento son: a)
informarse; b) investigar; c) consultar; d) dudar de la promesa de rendimientos
elevados; e) cuestionar ofrecimiento de negocios no solicitados; f) desconfiar
de transacciones que no se explican de manera sencilla; g) sospechar de la no
existencia de un ente fiscalizador; y h) precaución si existe presión para realice
una inversión.