Hemos vivido una dictadura dogmática que ha impuesto una falacia de comercio libre, en circunstancias que las dos terceras partes del comercio mundial ocurre entre empresas relacionadas; las políticas públicas de fiscalización están menguadas intencionadamente; los criterios de carácter sanitario o ambiental han sido transgredidos en forma recurrente. Para pensar en un debate que organice un comercio exterior chileno diferente, es preciso incorporar al conocimiento y a la formación de los técnicos y profesionales, un lenguaje diferente, que dé cuenta de realidades alternativas de comercio que han sido vetadas por los intereses dominantes.