. El telón de fondo es el decorado de la
"sociedad de la información", donde todo lo que sucede –incluso lo
que estamos pensando– tiene que transitar por la autopista de la información y
las nuevas tecnologías.
Tanto
la economía, la educación y la vida social son “virtuales”. Tal como lo he
sostenido en artículos anteriores, el desarrollo, aplicación y uso de las
nuevas tecnologías está engendrando nuevas formas de esclavitud digital, que
son parte del engranaje económico y generan nuevos modos de producción y
mecanismos de adaptación social cada vez más refinados y sofisticados.
En
el auge de la internet, muchos creen tener cierto poder desde su “smartphone”,
que a la vez es la punta de lanza para ser sometido. Nada más eficaz para el
sistema de trabajo que su autorreproducción en la psiquis y la mente de quienes
lo sustentan con su fuerza de trabajo y “el sudor de sus frentes”, es decir,
con la energía de sus propias vidas.
Actualmente,
en el Perú se habla con más fuerza del “teletrabajo”, “trabajo virtual”, “trabajo
remoto” y “trabajo on-line”. Si bien es cierto que la internet facilita la
comunicación y permite que muchos puedan “trabajar desde casa”, hay otra cara
de la moneda. Pero también es evidente que ahora la tecnología es factor
decisivo para la perpetuación de un sistema basado en el sometimiento objetivo
y la manipulación mental, pero con una fuerte carga de control mental. Esto ya
se veía venir con la configuración de la “cultura de masas”, abonada por la
radio, el cine y la televisión. La sociedad digital en todas sus formas.
En
este sentido, los trabajadores-consumidores modernos, bajo los dictámenes del
mercado laboral y del consumismo digital, son conducidos en la totalidad de sus
vidas por una especie de “control remoto” y lejos de reconocer y romper su
determinación ajena, constituyen sin duda y “ocultos a plena vista”, la nueva
esclavitud del siglo XXI.
EXPRESO,
07.09.2020