Ante tanta reflexión y negativismo sobre el comportamiento de la humanidad en los últimos días, en las que
parece que estuviéramos siendo juzgados,
sobre como la globalización
desato a una escala exageradamente rápida una enfermedad por todo el mundo, o
como el capitalismo ha sacado sus garras y mostrado la pobreza de miles de
personas para subsistir en la crisis del coronavirus; es necesario hacer un
alto y exaltar la ventaja que tenemos de
que el gran virus naciera hoy, en medio
del capitalismo salvaje.
Al devolvernos a siglos anteriores en los que millones de personas murieron
a manos de enfermedades inexplicables hasta hace solo pocos años, como la gripe
española o la peste negra, entenderíamos el gran golpe que supuso para la
humanidad vivir en un mundo donde no se tenía conocimiento ni los equipos para
tratar un sin fin enfermedades.
Hoy, aunque con una propagación más rápida y globalizada, hay que decir que
la aceleración del conocimiento y la carrera por la notoriedad de
universidades, laboratorios y científicos ha hecho que, en menos de seis meses del inicio del apoteósico acontecimiento, estemos hablando de
composiciones genéticas, tratamientos virales, estadista poblacional,
tratamientos médicos y protocolos de comportamiento que han salvado miles de
vidas. tanto alboroto ha hecho que, en 6 meses de crisis, hayan muerto solo 900 mil personas.
Las palabras “solo 900 mil” puede sugerir ironía y acidez, si asocia con la
vida de las personas, pero si tradujéramos esta cifra a lustros anteriores
posiblemente no sería mucho. Por un lado, en esa época hubieran pasado meses
hasta comprender que el aislamiento es una estrategia funcional para disminuir
el contagio, en esa época informar y hacer cumplir tratados que surgen de un
día a otro hubiera sido imposible, en esa época suponer que la vida
continuaría, pero de otra forma, hubiera sido absurdo.
Pero hoy, el mundo se manteniente informado y consciente frente a cada victima,
hoy se proponen estrategias en un día y se cumplen al siguiente, hoy se habla
del teletrabajo, de entretenimiento en casa, se buscan medidas para frenar la
muerte de cientos de personas y aun así el mundo debe continuar estudiando en
casa, para no frenar la adquisición de conocimiento.
Han muerto 900 mil, pero la cifra sería más grande si lo anterior no
hubiese sido impulsado por la economía capitalista de hoy, que algunos llaman
salvaje.
Porque si es cierto que el capitalismo tiene sus efectos negativos, pero al
fin y al cabo ese modelo nos ha llevado a miles de descubrimientos, de
inversiones científicas y creación de productos de comodidad para estar en
casa, es así como esa economía nos empuja y nos está salvando. Y es así, como
en los últimos días las acciones de las farmacéuticas subieron en busca de
recursos para encontrar una pronta solución, o las empresas digitales han
regalado millones para los laboratorios y las vacunas.
Dado que la economía está siendo gravemente afectada, es la misma que tiene
a políticos, estudiosos, magnates millonarios, empresarios corriendo detrás de
una vacuna o tratamiento efectivo para permitir que el mundo siga bajo su
consumismo normal.
Pero no solo los líderes y ricos tienen afán, la
población común esta deseosa de continuar con sus vidas, llenas de reuniones,
comidas en buenos lugares, de lujos incensarios, de viajes, llenas de estrés,
de gastos, es por eso que hablar de un año construyendo una vacuna se escucha
como algo eterno y lejano. Pero todo ese afán no se daría si la economía
capitalista salvaje y desmesurada de hoy, no hubiera volcado a la generación de
la sociedad acelerada y consumista.